14 mayo
tras el Calvario viene siempre
el Paraíso
Mas después, sin querer, trocóse mi plegaria en un dulcísimo coloquio
Vi esfumarse aquella hora feliz con una pena santa...
Mas tras el Calvario viene siempre el Paraíso. ¡Qué noche de felicidad!
De las 19 a las 22, medio muerta, sumida en las sombras del colapso. De las 22 a las 24, en duermevela. A continuación en la crisis del ahogo. Así me sorprendió la alarma de la 1,05. Comencé a pedir, como siempre, por los que estaban bajo el efecto de las bombas.
Mas después, sin querer, trocóse mi plegaria
en un dulcísimo coloquio
Mas después, sin querer, trocóse mi plegaria en un dulcísimo coloquio. Me sentía propiamente cara a cara con Jesús, o mejor, contra su Corazón. No hubo largos discursos, no. Frases cortas, como de Esposo a esposa, de enamorados, para decirse que se aman con todo su corazón... Quedé con ello perfumada, como anegada en un mar de gozo, de dulzura, de paz.
Vi esfumarse aquella hora feliz con una pena santa...
Vi esfumarse aquella hora feliz con una pena santa... Mas era justo que tuviese fin. Sólo en el Paraíso no lo tendrá. Ahora vivo con su recuerdo, con el eco que aún vibra en el fondo del corazón y que me produce deseos de cantar, de reír, de amar con centuplicado ardor a todas las criaturas, porque estoy saturada de amor, nutrida y consumada por él.
C. 43, 29-30
A. M. D. G.