31 DE MAYO 1943.
Inmediatamente después de la S. Comunión.
Por qué te impresionan las cosas
pequeñas que no querríaS cometerlaS
Mas esto no es así por mérito del alma. Lo es únicamente porque Yo estoy allí.
Dice Jesús:
"¿Sabes por qué te impresiona hasta una bagatela y no querrías cometerla? Porque Yo estoy en ti. Donde Yo estoy nada que tenga ni el más lejano parentesco con lo impuro puede subsistir. La sensibilidad de un alma entregada a Mi es tal que aún la más insignificante tela de araña de mal le resulta pesada, insoportable y más repugnante que un mar de fango a quien no está conmigo
Mas esto no es así por mérito del alma. Lo es únicamente
porque Yo estoy allí.
Mas esto no es así por mérito del alma. Lo es únicamente porque Yo estoy allí. El mérito del alma, si es que existe, es uno tan sólo: el de su buena voluntad de tenerme y de tenerse en Mí. Recuérdalo y no te gloríes de lo que no es tuyo sino mío. Humildad siempre si Yo he de obrar.
A los ojos del mundo eres tú blanca como nieve alpina, pero a mis ojos aún estás grisácea por el polvo que te recubre. ¿Cómo se ha formado el polvo? Con partículas tan diminutas que, a simple vista, no se ven. Mas, acumuladas en cantidad, forman una capa gris que desluce y mancha las cosas. No es preciso tener sobre sí un montón de piedras para morir sofocados o aparecer sucios. Un puñado sólo de polvo puede matar por asfixia y ensucia siempre.
Las piedras son los pecados mortales. El polvo,
los veniales. Incluso las imperfecciones son polvo;
más fino, pero siempre polvo.
Las piedras son los pecados mortales. El polvo, los veniales. Incluso las imperfecciones son polvo; más fino, pero siempre polvo. Y es preciso eliminarlo porque, si se acumula, aun cuando cada una de sus moléculas sea impalpable, insignificante, acaba por asfixiar al espíritu y ensuciarlo. El mundo no lo ve, Yo sí. Hay cosas, puras en apariencia, pero que no lo son. No por su voluntad sino porque otra voluntad las manchó y corrompió. Mientras os dura la vida estáis en peligro. Y la misma vida es ya un peligro.
Mira la nieve: ¡qué blanca es! Se formó allá arriba, en mi cielo. Mira un lirio: ¡qué color de perla el suyo! Su seda la crié Yo. Mas si tú miras la nieve y el lirio a través de un microscopio, verás en el copo más blanco de nieve cuántos gérmenes impuros se han mezclado, al caer por los espacios, antes de posarse sobre la tierra; verás cuántas microscópicas briznas de polvo afean la seda angelical del lirio apenas abierto. Y si esto sucede, no cabe culpar a la nieve ni al lirio por ser cosas inanimadas.
Mas en el alma racional, sí. Ella puede vigilar y disponer.
¿Cómo? Valiéndose del amor. El amor es el microscopio
del alma.
Mas en el alma racional, sí. Ella puede vigilar y disponer. ¿Cómo? Valiéndose del amor. El amor es el microscopio del alma. Cuanto más uno me ama y ve las cosas a través de Mí, más advierte las pequeñas manchas de su conciencia. Estas no me alejan porque sé cómo estáis hechos. Mas no me alejan si el alma las padece como inevitables, sin provocarlas, antes busca el limpiarse en seguida. Recuérdalo siempre.
Yo me quedo. Así pues, debes procurar tenerme más a menudo, incluso sacramentalmente. sólo mi Sangre puede lavar el gris de tu alma y ponerla digna del Rey, de Mí. Ya viste qué pasó cuando tú no me llevabas... Sólo mi poder, obrando un milagro continuo, pudo sacarte adelante, lo mismo que mantener la vida de tu espíritu bajo el polvo que se iba acumulando sin que lo limpiara mi Sangre.
Mas no hay que pretender ni osar demasiado. Yo te salvé por fines míos que no han de ser juzgados ni menos escudriñados. Ahora todo vuelve a la regla, puesto que el milagro es la excepción. Y así, tú debes apacentarte de Mí para ser cada vez más digna de Mí, poniendo de tu parte: infinito amor, todo aquello que puedas exprimir de todo tu ser hasta quedar exhausta; infinita voluntad de bien, infinita atención, infinita humildad, reconociendo tu nada y mi Todo e infinita voluntad de pureza. Respecto a ella, me basta por ahora esto y así la separa intencionadamente de la voluntad en general, como voluntad excelsa.
Mas ¿qué son las bombas y los ataques enemigos,
que sólo matan el cuerpo, comparados con las asechanzas
del Enemigo que pretende matar vuestra alma?
Estamos en tiempo de alarmas (y si no vigiláis, el enemigo os hiere. Mas ¿qué son las bombas y los ataques enemigos, que sólo matan el cuerpo, comparados con las asechanzas del Enemigo que pretende matar vuestra alma? ¡Esa alma que Yo compré al precio de un Dolor y de una Sangre que no tienen precio! Sube a mi monte, aférrate a mi Cruz y vigila por ti, sobre ti, sobre muchos. Y ruega.
Yo te amo y la alegría que sientes en ti es la prueba de mi amor y de que tú me contentas cumplidamente. Cuando Yo estoy en paz con un corazón, le doy paz y gozo. Esta es la señal.
Respecto al futuro... ¿Qué es lo que quieres saber, pobre alma? No estás lejos de la verdad y esta mañana la has rozado. Pero ¿tendrías el valor de conocerla plenamente? Agradece mi misericordia que, por ahora, te la oculta en buena parte. Reza. Está cerca Pentecostés.
En cuanto al Padre, dile: "El que vive en caridad y en pureza está ya sobre un calvario y me agrada. Toca a Mí el dar a cada uno, del modo que quiero, la cruz que le corresponde".
Vete. Te doy mi paz."
Y ahora hablo yo.
Esta mañana, abriendo al azar el Evangelio, se me ha abierto primero por el capítulo: "Enseñanzas de Jesús. S. Matero cap. 5.º", después en el capítulo 21.º de S. Lucas, precisamente, del versículo 8 al 24. Al llegar al v. 20 he sentido una sacudida que se ha repetido más fuerte en el v. 24. Se lo he indicado esta mañana.
Como a través de velos y lontananzas, he entendido que existe allí una referencia a todos nosotros. Mas no lo he visto claramente. He quedado, empero, bajo la penosa impresión que perdura, como gota amarga, en medio de la dulzura que me inunda.
Le recomiendo que guarde exclusivamente para sí cuanto le digo y escribo. Crea que me cuesta mucho tener que decir y dar a conocer ciertas cosas. ¡Tan imposible me parece que me sucedan! Y pensar que se trata de una Voluntad tan imperiosa que no me da paz hasta tanto le haya hecho caso...!
Esta mañana he tenido que cortar por la mitad la acción de gracias de la Comunión porque ya no me daba cuenta de nada mientras que las otras palabras sonaban fuertes y me imponían la obligación de escribirlas. Después, por fin, he podido rezar. Mas antes tuve que interrumpir. Y después he quedado con el eco de aquellas palabras en el corazón, palabras que voy meditando. De mi cosecha nada podría añadir fuera de esta aclaración.
C. 43, 40-43
A. M. D. G.