6 JUNIO.

hORA, 4,30 DE LA MAÑANA.

 

 

La Gracia.

 

¿Qué es la Gracia?

 

 


 

¿Qué es la gracia?

   La gracia es pues un don sublime, el don más grande que Dios, mi Padre, podía daros

   Cuando leéis los prodigios de mis santos, os admiráis

   No todas las almas en gracia la poseen en igual medida.

  La gracia da frutos diversos según que está más o menos viva en vuestro corazón

.   Los elementos vitales son:

 


 

Dice Jesús:

"Hoy quiero hablarte de la "gracia". Verás que dice relación con los otros temas aunque a ti, a primera vista, no te lo parezca. Estás, pobre María, un tanto cansada; mas, escribe por ello. Estas lecciones te servirán para los días de ayuno en los que Yo, tu Maestro, no te hablaré.

 

¿Qué es la gracia?

 

¿Qué es la gracia? Lo has estudiado y explicado muchas veces. Mas Yo te lo quiero explicar a mi manera en su naturaleza y en sus efectos.

La gracia es poseer en vosotros la luz, la fortaleza, la sabiduría de Dios. O sea: poseer la semejanza intelectual con Dios, signo inconfundible de vuestra filiación divina.

Sin la gracia seríais simplemente criaturas animales, llegadas a un punto tal de evolución que estaríais provistas de razón, con un alma, pero un alma a nivel de la tierra, con capacidad para desenvolverse en las contingencias de la vida terrena, pero incapaz de remontarse a las regiones en las que vive la vida del espíritu. Por consiguiente, poco más que los brutos, los cuales se rigen únicamente por el instinto y os superan, en verdad, muy a menudo, en su modo de comportarse.

 

La gracia es pues un don sublime, el don más grande

que Dios, mi Padre, podía daros

 

La gracia es pues un don sublime, el don más grande que Dios, mi Padre, podía daros. Y os lo da gratuitamente porque su amor de Padre hacia vosotros es infinito, como infinito es Él mismo. El querer enumerar todos los atributos de la gracia equivaldría a escribir una larga lista de adjetivos y sustantivos y, con todo no explicaría cumplidamente lo que es este don.

Recuerda esto solo: la gracia es poseer al Padre, vivir en el Padre; la gracia es poseer al Hijo, gozar de los méritos infinitos del Hijo; la gracia es poseer al Espíritu Santo, disfrutar de sus siete dones. La gracia, en suma, es poseernos a Nosotros, Dios Uno y Trino y tener en torno a vuestra persona mortal a los coros de los ángeles que nos adoran en vosotros.

Un alma que pierde la gracia, lo pierde todo. Para ella inútilmente la creó el Padre; para ella inútilmente la redimió el Hijo; para ella inútilmente le infundió sus dones el Espíritu Santo; para ella inútilmente existen los Sacramentos. Está muerta. Es rama podrida que, bajo la acción corrosiva del pecado, se desgaja, cae del árbol vital y acaba corrompiéndose en el fango. Si un alma supiera conservarse del modo que se encuentra después del Bautismo y de la Confirmación, o sea, cuando ella está literalmente embebida por la gracia, esa alma sería poco inferior a Dios. Esto te lo dice todo.

 

Cuando leéis los prodigios de mis santos, os admiráis

 

Cuando leéis los prodigios de mis santos, os admiráis. Mas, querida mía, no hay por qué admirarse. Mis santos eran criaturas que poseían la gracia, eran, por tanto, dioses, ya que la gracia os deifica. ¿Acaso no dije en mi Evangelio que los míos harán los mismos prodigios que Yo hago? Mas para ser míos es preciso vivir mi Vida, es decir, la vida de la gracia.

Si lo quisierais, todos podríais ser capaces de obrar prodigios, esto es, de santidad. Yo querría ciertamente que lo fueseis porque entonces ello significaría que mi sacrificio había sido coronado con la victoria y que Yo os había arrancado realmente del imperio del Maligno, relegándolo a su Infierno, cerrando su boca con una losa inamovible y poniendo sobre ella el trono de mi Madre que fue la única que tiene su talón sobre el dragón, impotente para dañarle.

 

No todas las almas en gracia la poseen en igual medida.

 

No todas las almas en gracia la poseen en igual medida. No porque Nosotros se la infundamos en medida diversa sino porque la sabéis conservar en vosotros de modo distinto. El pecado mortal destruye la gracia, el venial la resquebraja y las imperfecciones la debilitan. Hay almas, no del todo depravadas, que languidecen en una tisis espiritual porque, con su inercia que las empuja a cometer continuas imperfecciones, sutilizan cada vez más la gracia hasta dejarla convertida en un hilo delgadísimo, en una llamita mortecina, cuando debería ser un fuego, un vivo incendio, bello, purificador. El mundo se desmorona porque se desmorona la gracia en la casi totalidad de las almas y en las restantes languidece.

 

La gracia da frutos diversos según que está más o

menos viva en vuestro corazón.

 

La gracia da frutos diversos según que está más o menos viva en vuestro corazón. Una tierra es tanto más fértil cuanto más rica de elementos y beneficiada está por el sol, el agua y las corrientes de aire. Hay tierras estériles, magras, que en vano son rociadas por el agua, caldeadas por el sol y recorridas por los vientos. Lo mismo ocurre con las almas. Hay almas que con el mayor empeño acumulan elementos vitales y así alcanzan a disfrutar en un cien por ciento de los efectos de la gracia.

 

Los elementos vitales son:

 

Los elementos vitales son: vivir conforme a mi Ley, castos, misericordiosos, humildes, amantes de Dios y del prójimo, esto es, vivir de la oración "viva". La gracia entonces crece, florece, echa raíces profundas y se eleva hasta hacerse un árbol de vida eterna. Entonces el Espíritu Santo, como un sol, os inunda con sus siete rayos, con sus siete dones; entonces Yo, Hijo, os empapo con la lluvia divina de mi Sangre; entonces el Padre os mira con complacencia viendo en vosotros su semejanza; entonces María os acaricia estrechándoos en su seno que, al igual que me llevó a Mí, lleva a sus hijitos menores pero queridos, queridos para su Corazón; entonces los nueve coros angélicos hacen corona a vuestra alma, templo de Dios, y cantan el "Gloria" sublime; entonces vuestra muerte es Vida y vuestra Vida es bienaventuranza en mi Reino."

C. 43, 58-60

A. M. D. G.