10 JUNIO 1943

 

 

Si os alimentáis de Mí ¿Cómo es que

 

 no crecéis en la vida de la gracia?

 

 

Diferentes categorías de almas

 

 


 

Hay muchos para los que es como si no hubiera sagrario en mis iglesias.

   Existen los perfectos que me buscan únicamente porque saben que mi gozo está en ser acogido en el corazón de los hombres

  El cielo más hermoso para Mí está en el corazón de las criaturas que me aman.

   Hay asimismo quienes tan sólo vienen a Mí cuando les fuerza la necesidad o les empuja el miedo

  A continuación vienen aquellos que se acercan a la Mesa, en la que Yo me hago alimento, por costumbre

  Otra categoría es la de los fariseos.

   Considerando estas categorías es fácil entender por qué la Eucaristía no ha hecho aún del mundo un Cielo como debiera haberlo hecho

 


 

Dice Jesús:

"Si mi Carne es realmente comida y mi Sangre es realmente bebida, ¿cómo es que mueren de inanición vuestras almas? ¿Cómo es que no crecéis en la vida de la gracia?

 

Hay muchos para los que es como si no hubiera sagrario

 en mis iglesias.

 

Hay muchos para los que es como si no hubiera sagrario en mis iglesias. Son aquellos que han renegado de Mí o me han olvidado. Pero hay también muchos que se alimentan de Mí y, sin embargo, no progresan, mientras que en otros, en cada unión conmigo-Eucaristía, hay un acrecentamiento de gracia. Te explicaré las causas de tales diferencias.

 

Existen los perfectos que me buscan únicamente porque

 saben que mi gozo está en ser acogido en el corazón

de los hombres

 

Existen los perfectos que me buscan únicamente porque saben que mi gozo está en ser acogido en el corazón de los hombres y no tienen mayor dicha que ésta de llegar a ser una misma cosa conmigo. En éstos el encuentro eucarístico viene a ser fusión y es tan fuerte el ardor que emana de Mí y se desprende de ellos que, al igual de dos metales en un crisol, se hace de nosotros una sola cosa. Naturalmente, cuanto la fusión es más perfecta, tanto más la criatura toma mi impronta, mis propiedades y perfecciones. Así saben unirse a Mí aquellos a quienes vosotros llegáis a llamar "Santos", o sea, los perfectos que han llegado a comprender quién soy Yo.

Mas en todas las almas que vienen a Mí con verdadero entusiasmo y puro corazón derramo gracias sin cuento y transfundo mi gracia, de modo que marchan por el camino de la Vida y si bien no llegan a una santidad clamorosa, reconocida por el mundo, alcanzan siempre la vida eterna, porque quien está en Mí tiene la vida eterna.

 

El cielo más hermoso para Mí está en el corazón

de las criaturas que me aman.

 

Para todas las almas que saben venir a Mí con el ardor de los primeros y la confianza de los segundos y me dan todo cuanto está en ellos poder dar, o sea, todo el amor de que son capaces, Yo estoy pronto a realizar milagros portentosos con tal de unirme a ellos. El cielo más hermoso para Mí está en el corazón de las criaturas que me aman. Para ellas, si la rabia de Satanás destruyera todas las iglesias, Yo sabría bajar en forma eucarística de los Cielos y mis ángeles me llevarían a las almas hambrientas de Mí, Pan vivo que del Cielo desciende.

No hay, por lo demás, nada nuevo. Cuando la fe era todavía llama de amor viva, Yo supe ir a las almas seráficas sepultadas en los desiertos o en celdas amuralladas. No son precisas catedrales para contenerme. Me basta un corazón consagrado por el amor. Aún la más amplia y espléndida catedral resulta siempre harto pobre y angosta para Mí, Dios que lleno de Mí todo cuanto existe. Toda obra humana se halla sujeta a las limitaciones de lo humano y Yo soy infinito. Mientras que vuestro corazón no es para Mí pobre y angosto si la caridad lo inflama. Y la catedral más hermosa es la de vuestra alma habitada por Dios.

Dios está en vosotros cuando vosotros estáis en gracia. Y es vuestro corazón del que Dios quiere hacerse un altar. En los primeros tiempos de mi Iglesia no había catedrales y, con todo, Yo tenía un trono digno de Mí en cada corazón cristiano.

 

Hay asimismo quienes tan sólo vienen a Mí cuando

les fuerza la necesidad o les empuja el miedo

 

Hay asimismo quienes tan sólo vienen a Mí cuando les fuerza la necesidad o les empuja el miedo. Vienen entonces a llamar al Tabernáculo que se abre, concediéndoles siempre consuelo, y, a menudo, la gracia solicitada. Mas, con todo, querría que el hombre viniese a Mí, no sólo para pedir sino también para dar.

 

A continuación vienen aquellos que se acercan a la Mesa,

en la que Yo me hago alimento, por costumbre

 

A continuación vienen aquellos que se acercan a la Mesa, en la que Yo me hago alimento, por costumbre. En éstos, los frutos del Sacramento duran el poco tiempo que duran las Especies desapareciendo después. Al no poner anhelo alguno en su venir a Mí, no progresan en la vida del espíritu que es esencialmente vida de caridad. Yo soy Caridad y comunico caridad; pero mi caridad llega a languidecer en estas almas tibias a las que ya nada logra caldear.

 

Otra categoría es la de los fariseos.

 

Otra categoría es la de los fariseos. Existen también ahora; es grama que no muere. Estos se hacen los fervorosos cuando son más fríos que la muerte. Iguales siempre a aquellos que me mandaron a la muerte, se presentan, situándose bien de manifiesto, hinchados de soberbia, saturados de falsedad, seguros de poseer la perfección, inmisericordes, a no ser para sí mismos, convencidos de ser un ejemplo para el mundo. Por el contrario, son los que escandalizan a los pequeños alejándolos de Mí porque su vida es una antítesis de la que debiera ser y su piedad es de apariencia, no sustancial, transformándose, no bien se alejan del altar, en dureza para los hermanos. Estos comen su propia condenación porque Yo, que conozco vuestra debilidad, perdono muchas cosas, mas no perdono la falta de caridad, la hipocresía y la soberbia. Huyo de estos corazones lo más presto posible.

 

Considerando estas categorías es fácil entender por

qué la Eucaristía no ha hecho aún del mundo un Cielo

como debiera haberlo hecho

 

Considerando estas categorías es fácil entender por qué la Eucaristía no ha hecho aún del mundo un Cielo como debiera haberlo hecho. Sois vosotros los que obstaculizáis este suceso de amor que os salvaría tanto individual como colectivamente. Si realmente os nutrieseis de Mí con el corazón, con el alma, con la mente, con la voluntad, con la energía, con el entendimiento, con todas vuestras potencias en suma, desaparecerían los odios y, con los odios, las guerras; ya no existirían más los fraudes, las calumnias, las pasiones desenfrenadas que motivan los adulterios y, con ellos, los homicidios y el abandono y eliminación de los inocentes. El perdón recíproco estaría, no en los labios sino en los corazones de todos y mi Padre os perdonaría.

Viviríais como ángeles pasando vuestras jornadas adorándome en vosotros e invocándome para la próxima venida. Mi presencia constante en vuestro pensamiento os tendría alejados del pecado, el cual comienza siempre por un laborío de la mente que más tarde se traduce en acto. Mas, del corazón convertido en sagrario, tan sólo saldrían pensamientos sobrenaturales y la tierra se santificaría con ellos.

La tierra vendría a ser un altar, un enorme altar dispuesto a acoger la segunda venida de Cristo, Redentor del mundo."

C. 43, 72-75

A. M. D. G.