24 junio 1943
Este es tu pequeño Horeb.
Hacías como mi antiguo Siervo y Profeta:
te tapabas el rostro para no verme
#Vendré para todos un día: el último
#"Tú estás sobre tu pequeño Horeb. Recuérdalo"
#Y Jesús contestó: "Sería inútil. No es comprendido el amor..."
#Busqué en los profetas. Nada. Encontré el nombre de Horeb y entendí que era un monte
Dice Jesús:
éste "es tu pequeño Horeb de antes y de después".
Frase esta que te había absorbido la mente por espacio
de muchos días y que, por tu ignorancia bíblica,
no lograbas desentrañar
"Ahora has entendido qué es lo que te quería decir con aquellas citas bíblicas y la relación que pudieran tener contigo. Has entendido por qué digo que éste "es tu pequeño Horeb de antes y de después". Frase esta que te había absorbido la mente por espacio de muchos días y que, por tu ignorancia bíblica, no lograbas desentrañar. Y lo has comprendido también porque ayer mañana te susurré que, por mucho tiempo, hiciste tú lo que mi antiguo Siervo y Profeta. Por la fatiga que te ha supuesto la búsqueda del pasaje que hace referencia a ti, no olvidarás ya el episodio.
Cuando el Padre (Migliorini) obedeció a una inspiración mía -ya que cuanto redunda en bien de las almas se realiza por inspiración mía- y te llevó la Biblia para que la conocieras, sin duda habría podido indicarte dónde encontrar el pasaje al que me refería. Mas ello hubiera resultado por demás fácil. Quise que lo encontraras por ti misma para persuadirte cada vez más de que esto no es un engaño sino verdad.
¡Eres tan desconfiada...! He debido conducirte lentamente, muy lentamente hasta el punto en que ahora te encuentras, pues, por miedo, hube de tratarte como a una cabritilla díscola. Por tal motivo contesté con aquellas palabras a tu petición de ayer. ¿No crees acaso que fuese así?
Los hombres tienen arrestos para herirme,
mas no para venir a mi lado atraídos por mi amor
Se encuentran cubiertos de culpas y hacen como Adán
cuando se escondió de su Creador
después de haber pecado en el Edén
Sí. Los hombres tienen arrestos para herirme, mas no para venir a mi lado atraídos por mi amor. Creen ciegamente en el Mal y en el Príncipe del Mal al que siguen sin temor no bien se manifiesta bajo cualquiera de sus infinitas formas con infinidad de denominaciones. Pero no creen o creen a duras penas en el Bien y en el Dios del Bien, huyendo de sus manifestaciones. Se encuentran cubiertos de culpas y hacen como Adán cuando se escondió de su Creador después de haber pecado en el Edén.
Para no temer a mi Voz ni a mi Rostro es preciso tener
el alma limpia de culpas graves Si para merecerla
hubierais tenido que estar sin imperfecciones,
ningún mortal, a excepción de María, la hubiera oído
Para no temer a mi Voz ni a mi Rostro es preciso tener el alma limpia de culpas graves. Las imperfecciones posibilitan el que subsista todavía en vosotros ese mínimo de arrestos que os haga escuchar mi Palabra sin desfallecer. Si para merecerla hubierais tenido que estar sin imperfecciones, ningún mortal, a excepción de María, la hubiera oído.
¿Lo ves? Tú misma has debido de sufrir primero una verdadera operación de reconstrucción y de mejora espiritual realizada por Mí, con tu ayuda, para poder llegar a merecer y a soportar mi Palabra y mi Mirada. Cosa lógica. Pecado, aunque sea venial, quiere decir parentesco con el demonio. Y donde está el demonio no puede estar Dios.
Podría aterrorizar a los pecadores con un aparición
tremebunda en la que viesen al Dios airado que juzga
y castiga
Podría aterrorizar a los pecadores con un aparición tremebunda en la que viesen al Dios airado que juzga y castiga. Alguna vez lo he hecho para conquistar determinados corazones a los que quería especialmente para Mí y que sólo por tal modo lo habría de conseguir. Mas son casos excepcionales. Prefiero atraer con el Amor. Ahora bien, el que tiene un amor culpable con el demonio no siente el Amor. He aquí por qué no muestro a las gentes mi Rostro todo amor. Lo reservo para quienes me aman, confiándoles a éstos la misión de hablar a los más sordos repitiéndoles mi Palabra e invitándoles a ser pequeñas copias de lo que Yo soy: Caridad, Redención, Enamorado y Víctima.
Vendré para todos un día: el último
Vendré para todos un día: el último. Mas sólo aquellos que durante la vida purificaron su alma con el amor podrán resistir, sin precipitarse en el abismo, mi Rostro, mi Mirada y mi Voz cuyo trueno hará conmover los firmamentos y retemblar los abismos."
Paso a darle una explicación ya que, de otra suerte, nada entendería usted.
"Tú estás sobre tu pequeño Horeb. Recuérdalo"
Hará unos diez días, tal vez más que menos, sentí decir a mi querida y adorada Voz mientras pensaba en El durante el duermevela: "Tú estás sobre tu pequeño Horeb. Recuérdalo". A partir de entonces sentí muchas veces repetir, dirigida a mí, la frase. "Este es tu pequeño Horeb de antes y de después".
Por más que atormentase mi mente para extraer alguna aclaración histórica y geográfica al respecto, nada encontraba. Quería preguntárselo a usted (P. Migliorini) puesto que entendía que era algo bíblico como el caso de los 10 justos. Mas, precisamente, cuando me había decidido a preguntárselo a usted, mira por donde me trae usted mismo la Biblia. ¡Qué bien!, me dije. Ahora es cuando lo he de encontrar. Y con toda mi santa paciencia comencé a leerla, decidida a hacerlo desde la primera a la última letra. Pero nada encontré de momento.
Marta (su prima) querría que mostrases tu Rostro airado
para aterrorizar. Yo, en cambio, te pido que,
para conquistar como me conquistaste a mí,
muestres tu Rostro amoroso"
Ayer por la mañana, después de haber escrito las palabras de Jesús y descrito con las mías la visión, hice esta oración: "¡Oh Jesús!, ¿por qué no hacer ver a todos lo divinamente hermoso y bueno que eres? Si te viesen los hombres cual yo te veo, a buen seguro que no podrían por menos de comprender tu Bondad infinita y amarte con un amor que haríales buenos. Marta querría que mostrases tu Rostro airado para aterrorizar. Yo, en cambio, te pido que, para conquistar como me conquistaste a mí, muestres tu Rostro amoroso".
Y Jesús contestó: "Sería inútil. No es comprendido el amor..."
Y Jesús contestó: "Sería inútil. No es comprendido el amor. Si apareciese así, unos se reirían de Mí y otros huirían. ¿Acaso no lo hiciste tú? Durante años y años huiste de Mí. Y eso en que los sueños e inspiraciones siempre me aparecía a ti con ropaje de amor. A lo largo de otros años siempre tuviste miedo de mis manifestaciones y cuando Yo, me acercaba a ti hacías como mi antiguo Siervo y profeta: te tapabas el rostro para no verme. Hube de prepararte con una paciencia infinita y, aun ahora, en tu interior, abrigas algún temor de que todo esto sea un engaño. ¡Y eso que tienes mi paz! Piensa que harían aquellos que no tienen mi paz sino la guerra demoníaca en su corazón...".
No bien oí esto, me dije: Lo que hay que hacer aquí es indagar, a toda costa quién pueda ser este Siervo y Profeta y qué es el Horeb. Y ayer por la tarde me dediqué a repasar la Biblia.
Busqué en los profetas. Nada. Encontré el nombre de Horeb
y entendí que era un monte
Busqué en los profetas. Nada. Encontré el nombre de Horeb y entendí que era un monte. Mas esto era muy poco. Seguí la búsqueda: arriba, abajo; abajo, arriba. Tenía ya la cabeza que me estallaba sin encontrar nada. Sonó la alarma y, después de haber rogado por los sometidos a los bombardeos, reemprendí mi correría bíblica. Nada encontraba. ¡Ya lo creo! Había empezado partiendo de Josué en adelante. Estaba convencida, en mi supina ignorancia, de que no se trataba de Moisés y... lo dejaba.
pedí al Espíritu Santo que me lo hiciera encontrar... me dijo:
"Lee el Éxodo" ...
¿Quién iba a imaginarse que el Horeb era el Sinaí?
En vista de que no había manera de topar con nada, pedí al Espíritu Santo que me lo hiciera encontrar. Estaba decidida a saberlo aquella misma noche aún a trueque de llegar a la mañana siguiente hojeando la Biblia. Y el Espíritu Santo me dijo: "Lee el Éxodo". En seguida lo encontré. ¡Lo tenía allí cerca porque estaba al final del Génesis y andaba buscándolo lejos! Ahora lo sé y estoy contenta. ¿Quién iba a imaginarse que el Horeb era el Sinaí? Sabía, en mi estupidez, que Moisés había subido al Sinaí y por eso me decía: "Nada tiene que ver Moisés con esto!".
Y allí, cuando menos lo esperaba, recibí las palabras de
Jesús y... me cubrí el rostro
porque no me atrevía a mirarle.
He aquí por qué dice Jesús que éste es mi pequeño Horeb de antes y después y que me asemejo a su Siervo y Profeta. En efecto: aquí encontré yo la voz de Dios; aquí subí, sin pensar en Dios, siguiendo una senda común, como Moisés hacía su rebaño. Y allí, cuando menos lo esperaba, recibí las palabras de Jesús y... me cubrí el rostro porque no me atrevía a mirarle. Me he acostumbrado a ello y vuelvo gustosa al Horeb. Aquí lo tiene explicado.
Gracias, Padre, por haberme proporcionado el medio de leer la Biblia. Esto me hará más avisada y entenderé mejor.
C-43. 113-117
A. M. D. G.