27 junio

 

 

Ama a María. Te confío a Ella

 

 


 

#El ojo humano no puede mirar fijamente al sol mientras que lo puede hacer a la luna   

#María es como la luna respecto del sol   

#por esto os la propongo desde hace siglos por modelo de todos vosotros de quienes he querido que seáis mis hermanos en María precisamente   

#¡Qué dulce es para los hijos mirar a su madre!   

#a María todos la podéis mirar, no porque Ella sea semejante a vosotros, ¡oh, no!  

#Grande es el gozo de María cuando puede decir a quien le ama: "Ama a mi Hijo". Grande es mi gozo cuando puedo decir a quien me ama: "Ama a mi Madre"

 


 

Dice Jesús:

 

El ojo humano no puede mirar fijamente al sol mientras 

que lo puede hacer a la luna

 

"El ojo humano no puede mirar fijamente al sol mientras que lo puede hacer a la luna. El ojo del alma no puede fijar su mirada en la perfección de Dios tal cual ella es; pero, en cambio, puede mirar a la perfección de María.

 

por esto os la propongo desde hace siglos por modelo de

 todos vosotros de quienes he querido que seáis 

mis hermanos en María precisamente

 

María es como la luna respecto del sol. Es iluminada por éste y refleja sobre vosotros la luz que la alumbró aunque suavizándola con aquellos místicos efluvios que la hacen soportable a vuestra limitada naturaleza. Y por esto os la propongo desde hace siglos por modelo de todos vosotros de quienes he querido que seáis mis hermanos en María precisamente.

 

¡Qué dulce es para los hijos mirar a su madre!

 

Es la Madre. ¡Qué dulce es para los hijos mirar a su madre! Para esto os la di, para que pudieseis disponer de una Majestad tan dulce cuya magnificencia bastase a arrebataros, pero sin deslumbraros. Sólo a determinadas almas, que por motivos insondables elegí, me he mostrado en mi fulgor de Dios-Hombre, de Inteligencia y Perfección absolutas. Mas, junto con tal don, hube de otorgarles otro que las capacitase para soportar mi conocimiento sin quedar aniquiladas.

 

a María todos la podéis mirar, no porque Ella sea semejante 

a vosotros, ¡oh, no!

 

Por el contrario, a María todos la podéis mirar, no porque Ella sea semejante a vosotros, ¡oh, no! Es tan sublime su pureza, que Yo, su Hijo y Dios, la trato con veneración. Es tal su perfección, que el Paraíso entero se inclina ante su trono sobre el que descienden la sonrisa y el esplendor eternos de Nuestra Trinidad. Mas este esplendor que la penetra y deifica más que a ninguna otra criatura, se encuentra difuminado por los candidísimos velos de su carne inmaculada, por medio de la cual irradia, cual si fuera una estrella, recogiendo toda la luz de Dios y difundiéndola con suave luminosidad sobre todas las criaturas.

 

Grande es el gozo de María cuando puede decir 

a quien le  ama: "Ama a mi Hijo". 

Grande es mi gozo cuando puedo decir a quien me ama: 

"Ama a mi Madre"

 

Y Ella, además, es para vosotros eternamente Madre, teniendo de la Madre todas las compasiones que os excusan, interceden por vosotros y os amaestran pacientemente. Grande es el gozo de María cuando puede decir a quien le ama: "Ama a mi Hijo". Grande es mi gozo cuando puedo decir a quien me ama: "Ama a mi Madre". Y nuestro gozo es grandísimo cuando vemos que, al separarse de mis pies uno de vosotros, va a María, o que, al separarse uno de vosotros del regazo de María, viene a Mí. Porque la Madre se alegra dando nuevos enamorados a su Hijo y el Hijo se regocija viendo a su Madre rodeada de nuevos amadores. Nuestra gloria no busca superaciones sino que se complementa con la gloria del otro.

Por eso te digo: "Ama a María. Te confío a Ella que te ama y te ilumina exclusivamente con la suavidad de su sonrisa."

C-43. 123-124

A. M. D. G.