28 junio 1943
Sed perfectos vosotros todos a
quienes amo con un amor de
predilección
#Ser mis discípulos es gran honor, pero implica gran responsabilidad
#Voy a explicarte ahora dos puntos del Evangelio. Uno es de Mateo y otro de Lucas.
#Parábola del rico que invitó a las bodas a muchos amigos
#Explicación de esta doble parábola
Dice Jesús:
"Sed perfectos vosotros todos a quienes amo con un amor de predilección. Vivid como ángeles vosotros que constituís mi Corte sobre la tierra.
Ser mis discípulos es gran honor, pero implica
gran responsabilidad
Si a todos se hizo la invitación amorosa de ser perfectos como mi Padre, para lo elegidos a ser mis íntimos y amigos, tal invitación viene a constituir un suave mandato. Ser mis discípulos -no en el sentido vago que se aplica a todos los cristianos sino en el sentido propio con el que llamaba discípulos y amigos míos a mis doce- es gran honor, pero implica gran responsabilidad.
Es preciso llegar a la delicadeza de la perfección:
cumplir la Ley hasta en sus más leves matices y, por así
decirlo, como anticipándose a ella con un algo más
No basta ya la pequeña perfección, es decir, no cometer culpas graves y obedecer a la Ley en sus disposiciones más señaladas. Es preciso llegar a la delicadeza de la perfección: cumplir la Ley hasta en sus más leves matices y, por así decirlo, como anticipándose a ella con un algo más. Igual que los niños, que van a la casa paterna, no ya caminando al lado del que los conduce, sino que se adelantan corriendo, alegres, superando las fatigas y obstáculos de un sendero más dificultoso por llegar antes, porque su amor les espolea.
La casa de vuestro Padre está en el Cielo. El amor es el que os impele a superar, volando, todas las dificultades para alcanzar presto el Cielo en el que os aguarda el Padre con los brazos abiertos ya para el abrazo.
Por eso mi discípulo, no sólo ha de cumplir la ley en
aquellas cosas importantes que impuse a todos, sino que
debe interpretar mi deseo, por más que no aparezca expreso
Por eso mi discípulo, no sólo ha de cumplir la ley en aquellas cosas importantes que impuse a todos, sino que debe interpretar mi deseo, por más que no aparezca expreso, que es el que hagáis el "máximo" bien que podáis, deseo que es comprendido por el que ama, ya que el amor es luz y sabiduría.
Voy a explicarte ahora dos puntos del Evangelio. Uno es de
Mateo y otro de Lucas.
Voy a explicarte ahora dos puntos del Evangelio. Uno es de Mateo y otro de Lucas. En realidad constituyen ambos una misma parábola si bien expuesta con alguna diferencia. No debe sorprender que se den estas diferencias en mis evangelistas. Cuando escribían estas páginas eran hombres todavía, elegidos, es cierto, mas aún no glorificados. Por lo que cual podían cometer equivocaciones y errores de forma, mas no de fondo. Solo la gloria de Dios no es ya posible el error. Mas, hasta alcanzarla, habían ellos de luchar y de sufrir mucho todavía.
Uno tan sólo de los evangelistas es de una exactitud
fonográfica completa al referir cuanto Yo dije.
Mas ése era el puro y el amoroso
Parábola del rico que invitó a las bodas a muchos amigos
Uno tan sólo de los evangelistas es de una exactitud fonográfica completa al referir cuanto Yo dije. Mas ése era el puro y el amoroso. Reflexiona sobre esto. La pureza y la caridad tienen tal poder que permiten captar, recordar y transmitir mi palabra sin el error de una coma ni de un concepto siquiera. Juan era un alma sobre la que el Amor escribía sus palabras y podía hacerlo porque el Amor no se posa ni tiene contacto sino los puros de corazón, y Juan era un alma virginal, pura como la de un niño. No confié mi Madre a Pedro sino a Juan porque la Virgen debía estar con el virgen. Recuerda bien esto: que Dios no se comunica con quien no tiene pureza de corazón, ya conservada desde el nacimiento o bien recobrada con asidua labor de penitencia y de cándida lozanía que atrae mis miradas y consigue mi palabra. Cuentan pues mis evangelistas que un personaje uno le llama rey, el otro da a entender que se trata de un rico señor- preparó un gran convite, probablemente de bodas, invitando a muchos amigos. Mas éstos, dice Lucas, alegaron excusas y Mateo encarece: se burlaron de él. Por desgracia, ni excusas aducís a vuestro Dios y, con frecuencia, respondéis con burlas a sus invitaciones.
Entonces el señor del convite, tras haber castigado a los maleducados, por no dejar perder inútilmente las viandas preparadas, mandó a sus criados que juntasen a todos los pobres, cojos, lisiados, ciegos que estaban en torno de la casa en espera de los residuos, o sea, que acudían de toda la comarca acuciados entre el temor y la necesidad. La orden era de abrirles a todos ellos la sala y hacerles sentar a la mesa después de haberlos aseado y vestido cual debía. Mas, con todo, la sala aún no estaba llena. Entonces aquel rico manda salir a sus siervos de nuevo con orden de que inviten a quienquiera usando, incluso, de dulce violencia. De esta suerte entran, no sólo los pobres que vagan merodeando las casas de los ricos, sí que también los que ni se lo pensaban, convencidos como estaban de no ser conocidos del dueño y no tener necesidad de cosa alguna.
Cuando estuvo llena la sala, entró en ella el rico señor y vio a uno -no se dice que fuese pobre o un viandante, detalle éste de poca monta- que se había despojado del vestido de bodas, lo que hace suponer que el tal fuese un viandante rico y soberbio y no un pobre convencido de ser menesteroso. Entonces el señor desdeñado, al ver despreciada su dádiva y hollada la consideración debida a la morada del anfitrión, le hace echar de allí por cuanto nada contaminado debe penetrar en la sala de bodas.
Explicación de esta doble parábola
Paso ahora a explicarte esta doble parábola.
Los invitados son aquellos a los que Yo llamo con una vocación especial, gracia gratuita que concedo como invitación a la intimidad conmigo en mi palacio y elección para mi Corte. Los pobres, ciegos, mancos y lisiados son aquellos que no tuvieron especiales llamadas ni ayudas y que con sus solos medios no pudieron conservan o conseguir riqueza alguna espiritual ni salud, antes con imprudencias naturales acrecentaron su desgracia. Son éstos los pobres pecadores, las almas débiles, menesterosas, deformes que no osan presentarse a la puerta sino que vagan por los aledaños del palacio a la espera de una limosna que les alivie. Los viandantes apresurados que no se preocupan de lo que acontezca en la mansión del Señor, son los que viven en las religiones más o menos reveladas o en la suya personal que tiene por nombre: dinero, negocio, riquezas. Estos creen no tener necesidad de conocerme.
Hoy día se da el hecho de que, con frecuencia, los por Mí llamados desatienden mi llamada, se desentienden de ella y prefieren ocuparse de las cosas humanas en lugar de dedicarse a las sobrenaturales. En tal caso Yo hago entrar a los pobres, a los ciegos, a los cojos y lisiados; los visto con el traje de bodas, les hago sentar a mi mesa, los declaro huéspedes míos y les trato como amigos. Y llamo también a aquellos que se encuentran fuera de mi Iglesia, los atraigo con insistencia y cortesía forzándoles, incluso, con dulce violencia.
En mi Reino hay puesto para todos y es mi gozo haceros entrar a muchos. ¡Ay, empero, de aquellos que, habiendo sido elegidos por Mí mediante vocación, me olvidan, prefiriendo dedicarse a cosas naturales! Y ¡ay de aquellos que, habiendo sido acogidos benignamente aunque sin merecerlo, y habiendo sido revestidos por magnanimidad mía con la gracia que cubre y anula sus torpezas, se despojan de su vestido nupcial faltando al respeto debido a Mi y a mi mansión por la que nada indigno debe discurrir! Serán echados del Reino por haber despreciado el don de Dios.
A veces, entre los pecadores y convertidos, veo almas tan bellas y reconocidas, que las elijo por esposas mías en el puesto de otras, ya llamadas, que me rechazaron.
Tú, María, eres una pobrecilla, mendiga, hambrienta, inquieta, desnuda. Tras haber intentado por ti misma saciar tu hambre, clamar tu afán, cubrir tus miserias sin conseguirlo, te acercaste a mi Mansión por haber comprendido que sólo en ella hay paz y refrigerio verdaderos. Y Yo te acogí poniéndote en el puesto de otra que, habiendo sido llamada por Mí, rechazó la gracia; y, viéndote agradecida y dispuesta, te elegí por esposa. La esposa no se queda en la sala del convite. Penetra en la cámara del esposo y conoce sus secretos. Más, ¡ay si se adormecieran en ti la buena voluntad y el agradecimiento! Debes continuar trabajando en complacerme cada vez más. Trabajar para ti dándome gracias por haberte llamado. Trabajar para la otra que rechazó las místicas nupcias a fin de que se convierta y torne a Mí. Quién sea ella lo sabrás un día.
Ahora aliméntate de mi mesa, cúbrete con mis vestidos, caliéntate al amor de mi fuego, reposa sobre mi corazón, consuélame de las defecciones de los llamados, ámame en agradecimiento, en reparación, en impetración, ámame para aumentar tus méritos. Yo doy el vestido nupcial al que amo con amor de predilección. Mas la que es amada debe ordenarlo cada vez más con una vida de perfección angélica. Jamás debes decir. "Basta". Tu esposo y Rey es un Señor tal que el vestido de su esposa debe estar tan recamado de perlas que pueda ser digno de lucirlo la elegida a sentarse en el palacio de su Señor.
C-43. 124-128
A. M. D. G.