5 JULIO.

 

 

 

"Mi Iglesia es semejante a un extenso

 jardín que rodea el palacio 

de un gran rey.

 

 


 

#El rey, por motivos personales, no sale del palacio y, por eso, después de haber sembrado las flores y plantas más bellas, delegó en un jardinero la tutela de su Iglesia.   

#En el centro del jardín hay una fuente de siete caños que manda sus canales en todas las direcciones con los que alimenta y refresca plantas y flores.   

#Mas el Maligno, en ausencia del rey entró y esparció, a su vez, semillas nocivas; de modo que el jardín presenta ahora un aspecto desordenado, por no decir desolado  

#Cuando venga el rey, ya no conocerá su hermoso jardín convertido en una selva y arrancará con ira las malezas, ...   

#Atiende ahora a la explicación   

#El rey es Jesucristo. El jardín su Iglesia militante. El jardinero es mi Padre y los sacerdotes sus ayudantes   

#El desorden se ha producido por no haber reaccionado las plantas buenas  

 #El Supremo Jardinero y sus pocos verdaderos ayudantes no se atreven a poner orden   

#Las serpientes, los sapos y las limazas son las tentaciones. Si todos los jardineros fuesen diligentes y todas las plantas vigilantes, desparecerían todos  

 #Las plantas buenas que resisten son los verdaderos sacerdotes  

 #Los bancales, en especial los de las rosas y lirios, son las almas virginales y las almas amantes...  

#Cuando Yo venga en mi hora terrible, arrancaré, estrujaré, destruiré las hierbas y parásitos malditos   

#Y ¡ay de aquellos que han de ser apartados de Mí y lanzados al reino de Mammón, el sembrador malvado, que lo prefirieron al Sembrador divino!  

 #Por el contrario, gozo, gozo eterno para aquellos que me hayan permanecido siervos buenos, fieles, castos y enamorados.  

 #Jesús me explica el pasaje de San Juan, cap. 2, v. 23-25  

 #El hombre es el eterno salvaje y el eterno niño   

#Yo veo el fondo de los corazones. Por eso no me fié de los admiradores de una hora

 


 

Dice Jesús:

"Mi Iglesia es semejante a un extenso jardín que rodea el palacio de un gran rey.

 

El rey, por motivos personales, no sale del palacio y, 

por eso, después de haber sembrado las flores y plantas 

más bellas, delegó en un jardinero la tutela de su Iglesia.

 

El rey, por motivos personales, no sale del palacio y, por eso, después de haber sembrado las flores y plantas más bellas, delegó en un jardinero la tutela de su Iglesia. El jardinero, a su vez, tiene muchos ayudantes que cooperan con él.

 

En el centro del jardín hay una fuente de siete caños 

que manda sus canales en todas las direcciones con los 

que alimenta y refresca plantas y flores.

 

Hay en el jardín flores y plantas de todas las especies. Para fertilizarlas, esparció el rey toda clase de sustancias fertilizantes y así, de consuno, florecían únicamente flores y plantas útiles y bellas. En el centro del jardín hay una fuente de siete caños que manda sus canales en todas las direcciones con los que alimenta y refresca plantas y flores.

 

Mas el Maligno, en ausencia del rey entró y esparció, 

a su vez, semillas nocivas; de modo que el jardín presenta

 ahora un aspecto desordenado, por no decir desolado

 

Mas el Maligno, en ausencia del rey entró y esparció, a su vez, semillas nocivas; de modo que el jardín presenta ahora un aspecto desordenado, por no decir desolado. Malezas malsanas, espinosas, venenosas se han extendido por donde antes había orlas, arriates, plantas bellísimas, sofocándolas o empobreciéndolas al absorber la humedad de la tierra e impidiendo al sol llegar hasta las plantas diminutas.

El jardinero y sus ayudantes se afanan en escamondar, extirpar y enderezar las pequeñas plantas dobladas al peso de otras malsanas. Mas si ellos trabajan por un lado, el Maligno lo hace por otro y así el jardín presenta siempre un aspecto de desolación. Serpientes, sapos, limazas se aprovechan del desorden para anidar, roer y babosear. Aquí y allá alguna planta robusta resiste a todo y florece irguiéndose hacia el cielo; incluso algún que otro bancal, en especial si es de lirios y rosas. Mas las orlas preciosas de las margaritas y de las violetas se encuentran casi del todo destruidas.

 

Cuando venga el rey, ya no conocerá su hermoso jardín

 convertido en una selva y arrancará con ira 

las malezas, ...

 

Cuando venga el rey, ya no conocerá su hermoso jardín convertido en una selva y arrancará con ira las malezas, destruirá los animales inmundos, recogerá las flores que hayan quedado y las llevará a su palacio, terminando para siempre con su jardín.

 

Atiende ahora a la explicación

 

El rey es Jesucristo. El jardín su Iglesia militante. El

 jardinero es mi Padre y los sacerdotes sus ayudantes

 

El rey es Jesucristo. El jardín su Iglesia militante. El jardinero es mi Padre y los sacerdotes sus ayudantes. Las flores y las plantas son los fieles consagrados y los bautizados. Las sustancias fertilizantes las virtudes y, sobre todo, mi Sangre, derramada toda ella para fecundar el mundo y fertilizar la tierra con la semilla de vida eterna. La fuente la constituyen los siete sacramentos. Las semillas nocivas son los vicios, las pasiones y los pecados sembrados por Satanás en odio a Mí.

 

El desorden se ha producido por no haber reaccionado 

las plantas buenas

 

El desorden se ha producido por no haber reaccionado las plantas buenas y haberse dejado sofocar por aquellas otras perniciosas que hacen inútil el beneficio de mi Sangre, de mis Sacramentos y del Sol de la gracia.

 

El Supremo Jardinero y sus pocos verdaderos ayudantes 

no se atreven a poner orden

 

El Supremo Jardinero y sus pocos verdaderos ayudantes no se atreven a poner orden por la mala voluntad de las plantas buenas, por El desorden se ha producido por no haber reaccionado las plantas buenas su pereza espiritual y por la mala voluntad y pereza de muchos falsos jardineros que no se afanan en la labor santa de cultivar, asistir y enderezar las almas.

 

Las serpientes, los sapos y las limazas son las tentaciones.

 Si todos los jardineros fuesen diligentes y todas las 

plantas vigilantes, desparecerían todos

 

Las serpientes, los sapos y las limazas son las tentaciones. Si todos los jardineros fuesen diligentes y todas las plantas vigilantes, desparecerían todos. Por el contrario, las almas no llaman en su auxilio a la Iglesia cuando comprenden que la tentación es más fuerte que ellas y los eclesiásticos no acuden, no todos, cuando una de esas pobres almas que Yo pagué con mi Dolor y redimí anticipadamente con mi Sangre, pide socorro.

 

Las plantas buenas que resisten son los verdaderos

 sacerdotes

 

Las plantas buenas que resisten son los verdaderos sacerdotes: desde mi Vicario, Supremo Jardinero y árbol el más alto que eleva al cielo su copa intrépida y erguida, hasta los simples sacerdotes que vienen a ser la sal de la tierra.

 

Los bancales, en especial los de las rosas y lirios, son 

las almas virginales y las almas amantes...

 

Los bancales, en especial los de las rosas y lirios, son las almas virginales y las almas amantes. Ahora bien, las orlas de las margaritas: la inocencia, y las de las violetas: la penitencia, presentan un aspecto desolador. La inocencia nace y florece, pero en seguida desaparece porque la malicia, la lujuria, el vicio, la imprudencia la destruyen. La penitencia se encuentra literalmente agostada por la grama de la tibieza. Sólo resiste algún que otro ejemplar que perfuma con aroma purificador un extenso radio del jardín contrarrestando los miasmas del Mal.

 

Cuando Yo venga en mi hora terrible, arrancaré, 

estrujaré, destruiré las hierbas y parásitos malditos

 

Cuando Yo venga en mi hora terrible, arrancaré, estrujaré, destruiré las hierbas y parásitos malditos; haré desaparecer el jardín del universo llevando conmigo al interior de mi palacio las plantas y las flores benditas que supieron resistir y florecer para mi gozo.

 

Y ¡ay de aquellos que han de ser apartados de Mí y lanzados 

al reino de Mammón, el sembrador malvado, que lo

 prefirieron al Sembrador divino!

 

Y ¡ay de aquellos que han de ser apartados de Mí y lanzados al reino de Mammón, el sembrador malvado, que lo prefirieron al Sembrador divino! ¡Ay de aquellos que prefirieron escuchar la voz de las serpientes y de los sapos y el beso de las limazas a la voz de mis ángeles y al beso de mi gracia! ¡Fuera mejor para ellos que nunca hubiesen nacido!

 

Por el contrario, gozo, gozo eterno para aquellos que 

me hayan permanecido siervos buenos, fieles, castos 

y enamorados.

 

Por el contrario, gozo, gozo eterno para aquellos que me hayan permanecido siervos buenos, fieles, castos y enamorados. Y gozo todavía mayor para los que quisieron ser doblemente seguidores míos marchando por las sendas del Calvario durante su vida a fin de completar en su cuerpo cuanto aún falta a la pasión eterna de Cristo. Y sus cuerpos glorificados resplandecerán como soles en la vida eterna porque se habrán nutrido de mi doble pan: la Eucaristía y el Dolor y habrán acrecido con su sangre la gran ablución iniciada por Jesús, la cabeza, y continuada por ellos, los miembros, a fin de purificar a los hermanos y dar gloria a Dios."

 

Jesús me explica el pasaje de San Juan, cap. 2, v. 23-25

 

Le digo más tarde a Jesús: "No comprendo este pasaje del Evangelio" (San Juan, cap. 2, v. 23.25) y El me lo explica así:

 

El hombre es el eterno salvaje y el eterno niño

 

"El hombre es el eterno salvaje y el eterno niño. Para ser atraído y seducido, especialmente al bien,  -ya que su naturaleza viciada le arrastra fácilmente a aceptar el mal y difícilmente el bien-  necesita de una farándula de prodigios. Los prodigios le conmueven y exaltan. Suponen un empujón que le impele a las orillas del Bien.

He dicho: a las orillas. Yo sabía que los que creían por mis milagros estaban en las orillas. Estar allí no quiere decir estar en mi Camino. Quiere decir ser espectadores curiosos o interesados, prontos a alejarse cuando cesa la conveniencia y se perfila un peligro, y a hacerse acusadores y enemigos del mismo modo que antes habíanse mostrado admiradores y amigos. El hombre es ambiguo hasta tanto llega a ser todo de Dios.

 

Yo veo el fondo de los corazones. Por eso no me fié de los

 admiradores de una hora

 

Yo veo el fondo de los corazones .Por eso no me fié de los admiradores de una hora, de los creyentes de un momento. Aquellos no habrían de ser los verdaderos confesores ni mis testigos. Ni Yo necesitaba de testigos. Mis obras testificaban por Mí y a través de ellas testificaba el Padre que, desde toda la eternidad, es Perfección y Vida.

He aquí por qué dice Juan: que no tenía necesidad de que otros testificasen por Mí. Otros que no fuesen el Padre y Yo mismo.

No arraiga en el hombre la verdad. Por eso su testimonio no es veraz ni duradero. Muchos fueron los que creyeron; pocos los que perseveraron; poquísimos los que dieron testimonio durante toda su vida y con la muerte de que Yo soy el Mesías, verdadero Hijo de Dios verdadero.

¡Dichosísimos éstos para siempre!

C. 43. 152-156

A. M. D. G.