11 julio
El que mata el amor mata la paz
#¿Quieres la medida del amor de un ser? Observa si tiene o no la paz consigo
#La culpa tiene estas imprudencias: ciega hasta el punto de llevar a la autodenuncia.
#Por el contrario Juan, el amante fiel, no movió su cabeza de mi pecho ni se alteró su paz
#La muerte de los que aman no es un cambio: es una perfección.
Dice Jesús:
¿Quieres la medida del amor de un ser? Observa si tiene
o no la paz consigo
"El que mata el amor mata la paz. La paz es tanto más viva cuanto más vivo es el amor. ¿Quieres la medida del amor de un ser? Observa si tiene o no la paz consigo. El que ama obra bien y, obrando bien, no conoce la turbación. Esto sirve para todas las formas de amor.
Cuando uno no ama o ama mal a otro, se muestra
inquieto, suspicaz, proclive a la desconfianza y a
aumentar cada vez más sus desvaríos y, con ellos,
sus sospechas e inquietudes.
El amor natural no difiere en algunos aspectos del amor espiritual ni se puede decir que difiera de él en sus reacciones. Cuando uno no ama o ama mal a otro, se muestra inquieto, suspicaz, proclive a la desconfianza y a aumentar cada vez más sus desvaríos y, con ellos, sus sospechas e inquietudes. Así pues, cuando uno no ama o ama mal a Dios, crece infinitamente su inquietud y carece de paz. A manera de un mal viento, empuja cada vez más lejos del puerto a la pobre alma que termina por perecer miserablemente, a no ser que intervenga para salvarla un milagro de la bondad divina. Es lógico que así suceda.
Dios en nada os ha faltado y por ello tenéis
la obligación absoluta de amarle ya que El os da su
amor y amor con amor se paga.
Dios en nada os ha faltado y por ello tenéis la obligación absoluta de amarle ya que El os da su amor y amor con amor se paga. Cuando negáis a Dios vuestro amor, caéis, por natural consecuencia, en poder del príncipe del Mal. Dejáis la Luz y os envuelven las tinieblas. Comienza entonces el tormento que es la fase preparatorio de las penas futuras. Mas el alma amante, segura de su amor, se encuentra en la paz. Podrá acusarla el prójimo de todo lo peor, podrán las circunstancias tomar apariencias de castigo del Cielo; mas el alma no saldrá de sus paz. Como sabe que ama, a nada teme.
La culpa tiene estas imprudencias: ciega hasta el punto
de llevar a la autodenuncia.
Fíjate en Juan. Dije Yo: "Uno de vosotros me ha de traicionar". Y aquella frase fue como una centella lanzada contra una colmena laboriosa. Todos se alteraron por ella. El culpable llegó incluso a denunciarse a sí mismo: "¿Acaso soy yo?", recibiendo mi respuesta afirmativa que sólo la torpeza de los demás hizo que no fuese comprendida. La culpa tiene estas imprudencias: ciega hasta el punto de llevar a la autodenuncia.
Por el contrario Juan, el amante fiel, no movió su
cabeza de mi pecho ni se alteró su paz
Por el contrario Juan, el amante fiel, no movió su cabeza de mi pecho ni se alteró su paz. El sabía que me amaba y cómo me amaba. Su caridad y su pureza le defendían de cualquier acusación y reproche. Y siguió con su cabeza, que nada sabía de traiciones, sobre aquel Corazón que tampoco lo sabía.
Ahora te instruye sobre las dos cualidades que hacen
de un discípulo un predilecto: la caridad y la pureza.
Te pongo a Juan por modelo. Hace años que te lo di como intercesor. Recuerda. Primero intercedió por ti. Ahora te instruye sobre las dos cualidades que hacen de un discípulo un predilecto: la caridad y la pureza. Cuanto más aventajes en ellas, tanto más crecerá la paz en ti. Y con la paz el abandono total sobre mi Corazón.
La muerte de los que aman no es un cambio: es una
perfección.
La muerte de los que aman no es un cambio: es una perfección. Pasáis del reposo obstaculizado por la materia al libre reposo del espíritu en Dios. No es sino un abrazo más estrecho en una más viva luz.
Esta es la muerte que Yo reservo al que me ama: Muerte de Paz tras una vida de paz. Es la Paz eterna en mi Reino."
C. 43. 173-175
A. M. D. G