15 julio
algunas heridas, pobre María, son
necesarias y entran en la labor que
un alma debe soportar para adquirir
la forma que el Artífice divino
le quiere dar
#aquí tienes cómo la tormenta de ayer ha servido ciertamente para recordarte estas dos cosas
#La primera: que tú eres una pobre, pobrecita criatura llena de imperfecciones
#La segunda: que el alma víctima está de continuo al servicio de sus hermanos
#Tú siempre me tuviste por más que te crías sola y no venías a Mí
#Sé buena y confiada. Ámame y sufre. Piensa que sólo Yo te amo cual debes ser amada
#Te dije que debes ser cisterna de caridad para suministrar a todos las aguas saludables del amor.
#En la medida que aumentan las necesidades es preciso que aumente la cisterna
#Digo tan sólo que me dejé dominar por la parte humana y... salí de mis casillas.
Dice Jesús:
"Aquí me tienes para medicinarte totalmente. Mas algunas heridas, pobre María, son necesarias y entran en la labor que un alma debe soportar para adquirir la forma que el Artífice divino le quiere dar. El bloque de mármol, ya desbastado, se dice a sí mismo: "Me parece que baste ya de ser martillado, rasguñado y cincelado. Estoy cumplidamente bello y plasmo la idea del escultor". Mas el escultor no lo ve así y sigue golpeando y cincelando hasta encontrar la obra perfecta. Lo mismo hago Yo con las almas y cuanto más especiales son los designios que tengo sobre un alma, tanto más la trabajo.
aquí tienes cómo la tormenta de ayer ha servido
ciertamente para recordarte estas dos cosas
Advierte por tanto: De unos meses a esta parte te ves inmersa en la paz y en el gozo místico. Mas no debes olvidar que muchos no lo están y que si tú te encuentras ahí es únicamente por mi gracia. Ahora bien, aquí tienes cómo la tormenta de ayer ha servido ciertamente para recordarte estas dos cosas.
La primera: que tú eres una pobre, pobrecita criatura
llena de imperfecciones
La primera: que tú eres una pobre, pobrecita criatura llena de imperfecciones que tienes gran necesidad de la ayuda de todos para no faltar y, sobre todo, de la amabilidad de tu Jesús. Si El te pone un momento no más en el suelo, haces lo que un niño de pocos meses: caes en seguida, te manchas y haces daño.
La segunda: que el alma víctima está de continuo
al servicio de sus hermanos
La segunda: que el alma víctima está de continuo al servicio de sus hermanos. María, mira cuántos, cuántos y cuántos, por un cúmulo de circunstancias, caen en la desolación y en la desesperación. El vivir y, sobre todo, el convivir son otras tantas celadas para atenazar a las pobres criaturas y llevarlas a dudar de sí mismas, de los demás y de Dios. No todos, María, me tienen a Mí como me tienes tú. Y si tú, teniéndome a Mí, sufres así por la manera de conducirse los demás, piensa cuánto habrán de sufrir aquellos otros que no tienen mi pecho para llorar sobre él.
Tú siempre me tuviste por más que te crías sola y
no venías a Mí
Tú siempre me tuviste por más que te crías sola y no venías a Mí. Tú no venías; pero venía Yo. Mi cercanía no advertida fue bastante a calmar las tempestades de tu corazón. Una calma relativa, porque tú entonces no me ayudabas; si bien era siempre suficiente a impedir tu naufragio. Y los demás...! Los demás, que me son enemigos; los demás, cuya fe se ha enfriado hasta el punto de no ser ya fe...! Estos tales no tienen consigo al Maestro en la tempestad.
¡Si me atendieses cuando te hablo! Te he hablado estos días sobre cómo debes tratar a tu madre y sobre la necesidad, en las víctimas, de beber, en mi lugar, la hiel y el vinagre. Estate tranquila por tanto. Los has bebido, no muy de grado por cierto; pero los has bebido. No ha sido sin su razón. Ofrece tu dolor y tu humillación por no haber sido más valiente. Ofrece todo por los hermanos.
Y no dudes de Mí. Tu Maestro se da cuenta de todo mejor que nadie. Si tú hubieses tenido rencor o hubieras protestado de Mí, me hubieses herido. Mas la humillación ante tu madre y el haber acudido a Mí demandando ayuda han anulado el desorden producido por el desequilibrio en tu autodominio.
Eres una niña que ha desfogado sus berrinches. A los niños se les perdona, máxime cuando están enfermos y cuando se arrepienten de sus rabietas. Y Jesús te perdona. Verás cómo el Padre, que habla en mi nombre y por inspiración mía, te dice también lo mismo. ¿Quieres hacer la prueba? No le entregues este cuaderno antes de la confesión y confiésate. Verás.
Sé buena y confiada. Ámame y sufre. Piensa que sólo Yo
te amo cual debes ser amada
Sé buena y confiada. Ámame y sufre. Piensa que sólo Yo te amo cual debes ser amada; que sólo Yo te comprendo a la perfección; que sólo Yo te puede consolar de veras. Sufre... Hay una necesidad infinita de ello en estos días: para todos y, en particular, para vosotros, los italianos.
Te dije que debes ser cisterna de caridad para suministrar
a todos las aguas saludables del amor.
Te dije que debes ser cisterna de caridad para suministrar a todos las aguas saludables del amor. Mas ahora te digo que debes, mediante una operación dolorosísima, depurar asímismo las aguas amarguísimas del odio a fin de apagar la sed, cada vez en mayor proporción, de tanto hermanos que mueren abrasados por tantas clases de ella.
En la medida que aumentan las necesidades es preciso
que aumente la cisterna
En la medida que aumentan las necesidades es preciso que aumente la cisterna. Y, puesto que sería sacrílego y absurdo mezclar el amor con el odio y corromper la bondad del agua del amor con el agua amarga del odio, debes, a costa de tu dolor, ponerte a modo de filtro sobrenatural y absorber así todo lo amargo dejando filtrar el agua depurada a fin de que suba el nivel del agua en la cisterna de la caridad.
Si ha de ser bendecido el que, en mi Nombre, haya dado un vaso de agua, ¿qué tendrá aquel que haya sacado ese vaso de agua de su corazón? Piénsalo y... ¡anímate!"
Digo tan sólo que me dejé dominar por la parte humana
y... salí de mis casillas.
Ayer, ciertamente, me dejé dominar por mi parte humana. No aduzco en mi descargo el dolor hasta tal punto convulsivo que me hacía pensar con deseo en la morfina ni las cruces de estos días ni la falta de prudencia y de caridad por parte de los demás. Nada invoco en mi disculpa. Digo tan sólo que me dejé dominar por la parte humana y... salí de mis casillas.
Después... mientras aún estaba fuera de mí, me acerqué a mi Jesús porque sentía el desvarío en mi cabeza y la tentación en el corazón. Segundo acto: de arrepentimiento; después la súplica a Jesús y el pedir disculpas a mamá. Tercer acto: un miedo atroz de haber desmerecido la palabra de Jesús. Ayer tarde hice más actos de contrición que en un año. Porque no puedo ni pensar que haya apenado a Jesús. ¡Es por El por lo que me desazona! Empero parecíame que Jesús me sonriese perdonándome.
El miedo me ha durado hasta las 8 de esta mañana en que el Buenísimo me ha hablado con su cara Voz que es un auténtico bálsamo para el corazón alterado. Ahora estoy a deseo de conocer lo que usted me dice para tener una prueba más de que cuanto oigo viene verdaderamente de Jesús.
C. 43. 181-183
A. M. D. G.