16 julio, por la tarde.
A quien venga a Mí, manantial de vida,
Yo le daré la vida eterna.
Dice Jesús:
"A quien venga a Mí, manantial de vida, Yo le daré la vida eterna. Será en él como un surtidor que jamás se extingue y que con sus ondas lava y fecunda. Mas a quienes saben venir a Mí con sincero y generoso amor, no sólo les daré la vida eterna y seré fuente de vida eterna sino que seré venero de dulzura eterna.
El amor verdadero y generoso poséenlo aquellos que no
tienen otro cuidado que el de mis intereses y no apartan
de Mí la mirada de su espíritu
El amor verdadero y generoso poséenlo aquellos que no tienen otro cuidado que el de mis intereses y no apartan de Mí la mirada de su espíritu. Estos me poseerán, no sólo como Dador de salvación sino también como océano de felicidad.
Me aflijo de que el mundo no sepa amar ni darse a este amor que le haría feliz
Me aflijo de que el mundo no sepa amar ni darse a este amor que le haría feliz, porque sé cuánto pierde el mundo por desconocer el amor. Ese, el amor perfecto de vuestro Dios, Uno y Trino, no se halla inoperante puesto que el amor de Dios está siempre activo aunque menospreciado por el mundo.
Los hombres, como pobres dementes que no saben
distinguir las cosas, no ven este Tesoro que está allí
para ellos, que aguarda a ser derramado sobre ellos
Los hombres, como pobres dementes que no saben distinguir las cosas, no ven este Tesoro que está allí para ellos, que aguarda a ser derramado sobre ellos, este Tesoro que yace inerte porque ellos no lo quieren; y si fuera posible aplicar a la perfección de Dios efectos y reacciones humanos, habría de decir también que oprime nuestro Corazón con su peso que aumenta de hora en hora. Te explicaré de qué manera. Mas nuestra Perfecta Trinidad carece de formas humanas. Sólo Yo, Hombre-Dios, tengo un Corazón semejante al vuestro: un corazón de hombre perfeccionado por mi Naturaleza divina al ser Corazón del Hombre-Dios. Y este Corazón se ha dilatado hasta el ahogo por el amor que lo llena y al que el mundo no se acerca.
He aquí que entonces mi amor de Hombre-Dios se trasvierte, como océano de gozo y manantial de dulzura, en los corazones que saben amarme, no con un interés mezclado de excesiva humanidad, sino con un amor verdadero en el que cada latido tiene un único fin: procurar mis intereses.
Identificados con los intereses de su Jesús, o sea, con su gloria que, en el fondo, es vuestra propia gloria -porque la gloria de Dios se nimba con la de las almas llegadas a la gloria- es justo que ellos gusten, ya desde la tierra, el sabor de su Dios. Y Yo derramo sobre ellos mis ondas de dulzura con todo el amor de mi Corazón.
Ven. Para quien bebe de la fuente de mi Amor queda anulada toda amargura."
C. 43. 184-185
A. M. D. G.