19 julio

 

 

Otra cosa no eres sino un portavoz

 y un canal por el que discurre la 

onda de mi Voz

 

 


 

#Se encuentran mis portavoces entre los puros o entre los pecadores realmente convertidos.   

#Mira al grupo apostólico. ¿A quién di el Poder? A Pedro  

 #¿A quién hice revelaciones y confié la Revejación? A Juan  

 #¿A quién permití tocar mis miembros purísimos y divinos antes y después de la Resurrección? A María de Magdala  

#Y fue a Juan al que revelé los últimos tiempos, no a Pedro cabeza de mi Iglesia.   

#Las únicas limitaciones que a Mí no me limitan pero que obstaculizan la llegada de la Palabra, son la soberbia y el pecado  

#El mundo, así católico, como cristiano o de cualquier otra creencia, es accionado por dos motores: la soberbia y el pecado   

#Sed Juanes o Marías y alcanzaréis a ser voces de la Voz.   

#Ser mi portavoz quiere decir adentrarse en una austeridad como ninguna regla monástica impone

 


 

Dice Jesús:

"La dádiva que te hice jamás debe inducirte a la soberbia llevándote a creer de ti lo que no eres.

Otra cosa no eres sino un portavoz y un canal por el que discurre la onda de mi Voz. Mas, con te tomo a ti, podría tomas a otra alma cualquiera. El mero hecho de tomarla la capacitaría para ser canal y portavoz de la Voz de Cristo ya que mi tacto opera el milagro. Ahora bien, nada eres tú, tan sólo una enamorada.

 

Se encuentran mis portavoces entre los puros o entre 

los pecadores realmente convertidos.

 

Se encuentran mis portavoces entre los puros o entre los pecadores realmente convertidos.

 

Mira al grupo apostólico. 

¿A quién di el Poder? A Pedro

 

Mira al grupo apostólico. ¿A quién di el Poder? A Pedro, el hombre que viniera a Mí en la plenitud de la virilidad tras experimentar el paso y las pasiones de la juventud y de la edad madura; el hombre que, después de tres años de tratar conmigo, aún era tan hombre, hasta el punto de llegar a ser renegador y violento.

 

¿A quién hice revelaciones y confié la Revejación? 

A Juan

 

¿A quién hice revelaciones y confié la Revejación? A Juan cuya carne no conoció mujer y era sacerdote aun antes de serlo. Era puro y enamorado.

 

¿A quién permití tocar mis miembros purísimos y divinos

 antes y después de la Resurrección? A María de Magdala

 

¿A quién permití tocar mis miembros purísimos y divinos antes y después de la Resurrección? A María de Magdala y no a Marta.

Pedro y María, los convertidos. Juan, el puro. Y siempre así.

 

Y fue a Juan al que revelé los últimos tiempos, 

no a Pedro cabeza de mi Iglesia.

 

Mas a Pedro en el que anidaba la soberbia de sí mismo  -"Maestro, aunque todos te traicionen, yo no te traicionaré"-  no le di cuanto a Juan. Y Pedro, hombre maduro y cabeza del grupo, hubo de pedir a Juan  -un muchacho, comparado con él-  que me preguntase quién fuese el traidor. Y fue a Juan al que revelé los últimos tiempos, no a Pedro cabeza de mi Iglesia.

Hablo donde quiero. Hablo a quien quiero. Hablo como quiero. Yo no sé de limitaciones.

 

Las únicas limitaciones que a Mí no me limitan pero que

 obstaculizan la llegada de la Palabra, son la soberbia 

y el pecado

 

Las únicas limitaciones que a Mí no me limitan pero que obstaculizan la llegada de la Palabra, son la soberbia y el pecado. He aquí por qué mi Palabra, que debería derramarse desde las profundidades del Cielo sobre toda la Creación y amaestrar a los corazones de todos los marcados con mi señal, encuentra tan pocos canales en todas las clases sociales.

 

El mundo, así católico, como cristiano o de cualquier 

otra creencia, es accionado por dos motores: la soberbia 

y el pecado

 

El mundo, así católico, como cristiano o de cualquier otra creencia, es accionado por dos motores: la soberbia y el pecado. ¿Cómo ha de poder penetrar mi Palabra en este mecanismo hostil? Veríase triturada y lesionada por él.

 

Sed Juanes o Marías y alcanzaréis a ser voces de la Voz.

 

Sed Juanes o Marías y alcanzaréis a ser voces de la Voz. Extirpad el pecado y la soberbia; cultivad la caridad, la humildad, la pureza, la fe y el arrepentimiento. Son las plantas a cuya sombra toma asiento el Maestro para enseñar a sus ovejitas.

 

Ser mi portavoz quiere decir adentrarse en una

austeridad como ninguna regla monástica impone

 

Ser mi portavoz quiere decir adentrarse en una austeridad como ninguna regla monástica impone. Mi Presencia exige, cual ninguna otra cosa del mundo, discreciones sobrenaturales, domino de sí mismo, alejamiento de las cosas, ardor de espíritu, rigor de penitencia, generosidad en el dolor y viveza de fe.

Es un don, pero que se quita si aquel a quien le fue dado abandona el espíritu y torna a ser carne y sangre.

Es un sufrimiento. Mas si bien es sufrimiento que destroza la carne y la sangre, tiene en sí y lleva consigo una vena de dulzura tal que, en su comparación, es amargo ajenjo el maná de los antiguos hebreos.

Es gloria, aunque no de esta tierra."

C. 43. 192-194

A. M. D. G.