Comparación del Fulgor y Belleza 

de Jesús con la Bestia

 

 


 

#¿Qué te parece ahora: merece la pena dejarme a Mí para seguirla? Pues ya ves, el mundo la sigue y me deja a Mí por ella.   

#Redobla sus esfuerzos porque sabe que ésta es su hora y que se acerca la mía en que será vencido para siempre   

#Mas de nada servirían su astucia y su inteligencia si en los hombres se hiciesen patentes mi Sangre y su buena voluntad.    

#Debo dar una explicación, ya que sin ella, nada se entiende.

   #Desde la tarde del día 18 me está haciendo ver el buen Jesús un animalote horrendo, pero tan horrendo que me produce espanto y querría gritar  

 #Paso ahora a describirlo.

 


 

Dice más adelante Jesús:

"Compara mi Fulgor y mi Belleza con la negra monstruosidad de la Bestia.

Por más que sea un espectáculo repelente, no te asustes al mirarla. Estás entre mis brazos y no puede acercarse a ti ni dañarte. ¿Lo ves? Ni siquiera te mira. ¡Tiene tantas presas a las que seguir...!

 

¿Qué te parece ahora: merece la pena dejarme a Mí 

para seguirla? 

Pues ya ves, el mundo la sigue y me deja a Mí por ella.

 

¿Qué te parece ahora: merece la pena dejarme a Mí para seguirla? Pues ya ves, el mundo la sigue y me deja a Mí por ella.

 

Redobla sus esfuerzos porque sabe que ésta es su hora 

y que se acerca la mía en que será vencido para siempre

 

Mira cuán ahíta está y cómo palpita. Es la hora de su festín. Pero observa también cómo busca la oscuridad para actuar. Odia la luz, ¡y eso que se llama Lucifer! ¿Ya ves cómo hipnotiza a los que no están marcados con mi Sangre? Redobla sus esfuerzos porque sabe que ésta es su hora y que se acerca la mía en que será vencido para siempre.

 

Mas de nada servirían su astucia y su inteligencia 

si en los hombres se hiciesen patentes mi Sangre 

y su buena voluntad.

 

En contraposición a nuestro operar el Bien uno y trino, su infernal astucia y su inteligencia satánica son un continuo obrar el Mal con el fin de acrecentar sus presas. Mas de nada servirían su astucia y su inteligencia si en los hombres se hiciesen patentes mi Sangre y su buena voluntad. Son hartas las cosas que al hombre le faltan para disponer de armas con las que hacer frente a la Bestia. Ella lo sabe y trabaja a cara descubierta sin siquiera ocultar ya sus horrendas apariencias.

Que su repugnante fealdad te mueva a una diligencia y a una penitencia cada vez mayores, por ti y por tus infelices hermanos que tienen el alma ciega y seducida y no ven, o, aun viendo, corren al encuentro del Maligno para recibir de él ayuda de una hora que habrán de pagar con un castigo eterno."

 

Debo dar una explicación,

 ya que sin ella, nada se entiende.

 

Debo dar una explicación, ya que sin ella, nada se entiende.

 

Desde la tarde del día 18 me está haciendo ver el buen 

Jesús un animalote horrendo, pero tan horrendo 

que me produce espanto y querría gritar

 

Desde la tarde del día 18 me está haciendo ver el buen Jesús un animalote horrendo, pero tan horrendo que me produce espanto y querría gritar. Su nombre es conocido. El buen Jesús me da entender que tal aspecto está muy por debajo de la realidad pues no hay realidad humana que pueda personificar con exactitud ni la suprema Belleza ni la Fealdad suprema.

 

Paso ahora a describirlo.

 

Paréceme ver un enorme hueco negro, negro, profundísimo. Entiendo que sea profundísimo por más que sólo vea su abertura ocupada del todo por un monstruo horrible. No es serpiente, cocodrilo, dragón ni murciélago, si bien tiene algo de todos esos cuatro.

Cabeza alargada y puntiaguda, sin orejas y con dos ojos cocodrilescos y feroces al acecho siempre de la presa. Boca amplísima y armada de dientes muy afilados, atenta siempre a atrapar al vuelo al incauto que se pone al alcance de sus mandíbulas. La cabeza, en suma, es muy parecida por su forma a la de la serpiente y por sus dientes a la del cocodrilo. Cuello alargado y flexible que presta gran movilidad a su enorme cabeza.

Corpazo lúbrico recubierto de una piel (para entendernos) como la de las anguilas, o sea, sin escamas, de un color entre herrumbrosos, violáceo, gris oscuro... no sé cómo. Incluso tiene el color de las sanguijuelas.

Por detrás y en las ancas (digo "ancas" porque allí termina su vientre palpitante e hinchado de presas y se inicia su larga cola que termina en punta), tiene cuatro patazas cortas y palmeadas como las del cocodrilo. En la espalda dos alazas de murciélago.

La enorme bestia no mueve su corpanchón asqueroso sino únicamente la cola que se retuerce describiendo "eses" de un lado a otro y su cabeza horrenda de ojos alucinantes y mandíbulas exterminadoras.

¡Misericordia divina, qué animalote tan horroroso! De su negro antro emanan tinieblas y horror. Le aseguro que ayer que lo veía en su más viva realidad  -y no sabía qué hacer-  me venían deseos de gritar de miedo. Menos mal que advertía que nunca miraba hacia mí como por desprecio, desprecio al que correspondo con el mío. Si esto no es más que una pálida reproducción de Satanás, ¿qué será en la realidad? ¡Es cosa de morirse dos veces seguidas sólo de verlo!

Menos mal que, si en un rincón se encontraba aquel animalote, cerca, muy cerca estaba mi Jesús, tan blanco, tan hermoso, tan rubio...! ¡Luz en la luz! Y así confrontando la luminosa, confortadora figura de Cristo con la del otro, es como para compadecer a los infelices pecadores destinados al segundo por haber rechazado a Jesús.

Pues bien, ahora que lo he visto... querría no verlo ya más porque es por demás espantoso. Pediré para que vaya a caer en sus garras el menor número posible de desgraciados. Mas le pido al buen Dios que aparte de mí esta visión.

Hoy se me presenta menos viva y doy por ello gracias al Señor. Y le estoy aún más agradecida porque la Voz tan querida me da a entender el porqué de esta visión que ayer me aterrorizaba creyéndola destinada como advertencia para mí.

C. 43. 196-198

A. M. D. G.