22 julio 1943
Continuemos con la relación existente
entre el pasado y el presente
#Yo no niego el amor a la Patria
#¿No está acaso "la abominación de la desolación" rozando ya la sede de Pedro?
#A Dios, hijos míos, ni se le escarnece ni se le tienta
#Si fue castigada Jerusalén por sus delitos, ¿no lo será la segunda Jerusalén...?
#Pero si no ha de haber piedad colectiva, sí habrá justicia individual
Dice Jesús:
Continuemos con la relación existente entre el pasado y el presente que, en el ser eterno de Dios, es un continuo presente. Y hoy te haré ver algo que toca más de cerca a tu corazón.
Yo no niego el amor a la Patria
Yo no niego el amor a la Patria. Yo, el Hijo eterno de Dios, al hacerme Hombre, tuve una Patria a la que amé con amor perfecto. Amé a mi Patria terrena y habríala querido digna de la protección de Dios. Mas, por el contrario, al verla indigna, lloré sobre ella. Comprendo, por tanto, el dolor de un corazón leal que ve a su Patria no sólo en peligro sino condenada a días de tal aflicción que nada es la muerte en su comparación.
¿podéis acaso decir vosotros que Yo no haya amado esta
tierra, que es vuestra patria, a la que mandé a mi Pedro a
erigir para vosotros la Piedra ...?
Mas dime, María, ¿podéis acaso decir vosotros que Yo no haya amado esta tierra, que es vuestra patria, a la que mandé a mi Pedro a erigir para vosotros la Piedra que no ha de desplomarse por vendavales que la azoten; esta tierra a la que, en un momento de prudencia humana, vine Yo para corroborar a Pedro en el martirio, pues era preciso que su sangre se derramara en Roma para hacer de Roma el centro del Catolicismo?
¿Podéis decir que Yo no haya amado esta tierra en la que mis confesores cayeron a gavillas como espigas cargadas de un grano eterno, guadañadas por un Segador Eterno, a fin de preparar con ellas alimento para vuestro espíritu?
¿Podéis decir que Yo no haya amado esta tierra a la que traje las reliquias de mi vida y de mi muerte: la casa de Nazaret donde fui concebido en un abrazo de luminoso ardor entre el Divino Espíritu y la Virgen, y la Sábana en la que el sudor de la muerte dejó impresa la huella de mi dolor sufrido por la humanidad?
¿Podéis decir que Yo no haya amado esta tierra a la que di tantos genios, tantas victorias, tanta gloria, tantas bellezas en su cielo, en su suelo, en sus mares, en sus flores, en sus montes y en sus bosques?
¿Podéis decir que Yo no haya amado esta tierra cuando os ayudé para que llegarais a ser libres y unidos? En guerras contra enemigos diez veces superiores a vosotros, en empresas, a juicio humano, descabelladas, Yo estaba con mis ángeles entre vuestros escuadrones. Era Yo, era Yo el que inspiraba a los jefes, el que protegía a la tropa, el que descubría las traiciones, el que os proporcionaba la Victoria y la Paz. Era Yo el que os concedía la satisfacción de la conquista cuando ésta no era fruto de la violencia sino intento de civilización o de recuperación de vuestro suelo de la dominación extranjera.
¿Podéis decir que Yo no os haya concedido la Paz que más necesitabais: la de mi Iglesia a la que vuestros padres atropellaron y a los que Ella perdonó para que Italia fuese realmente una y grande?
¿Por ventura no vine a daros agua para las mieses sedientas, sol para los campos bañados y salud en las epidemias?
¿Y no os di la Voz que habla en mi Nombre, que os habla a vosotros antes que a los demás, porque también mi Vicario, Pastor universal, ama a su Patria, y mi Vicario, desde hace siglos, es italiano? Desde el corazón de Italia se expande la Voz por el mundo y sois vosotros los que recibís de la misma la primera onda por tenue que sea.
Y todo esto ¿de qué os ha servido?
Habéis prevaricado. Os creísteis con derecho a todo
pensando neciamente que teníais a Dios
de vuestra parte
Habéis prevaricado. Os creísteis con derecho a todo pensando neciamente que teníais a Dios de vuestra parte. Pensasteis que mi Justicia hubiese de avalar vuestras culpas, vuestros desafueros y vuestra idolatría. Cuanto más bondadoso y paciente se mostraba Dios, tanto más vosotros abusabais de El. Habéis rechazado sistemáticamente el Bien y abrazado el mal haciendo un culto de él.
Y ahora ¿de qué os lamentáis?
¿No está acaso "la abominación de la desolación"
rozando ya la sede de Pedro?
¿No está acaso "la abominación de la desolación" rozando ya la sede de Pedro? ¿No baten ya las olas fétidas del vicio, de la concupiscencia, del dolo, de la idolatría del sentido, de las riquezas injustas, del poder pedredado y depredador contra las gradas mismas de la Cátedra de Pedro? ¿Qué más queréis?
Ahora bien, leed con atención las palabras de Juan y no intentéis saber más.
A Dios, hijos míos, ni se le escarnece ni se le tienta
A Dios, hijos míos, ni se le escarnece ni se le tienta. Y vosotros ¡cuánto le habéis tentado y le tentáis continuamente en el interior de vuestras almas, de vuestras mentes, de vuestros cuerpos, dentro de vuestras casas y de vuestras instituciones! Por todas partes le tentáis y escarnecéis.
Y mis ángeles se cubren su rostro para no ver vuestro contubernio con Satanás y sus precursores. Pero Yo lo veo y digo: ¡Basta!
Si fue castigada Jerusalén por sus delitos, ¿no lo será
la segunda Jerusalén...?
Si fue castigada Jerusalén por sus delitos, ¿no lo será la segunda Jerusalén que, tras 20 siglos de cristianismo, levanta sobre altares falsos nuevos ídolos impuestos por amos aún más marcados con el signo de la Bestia que no lo estáis vosotros, los italianos, y cree engañar a Cristo con un mentido obsequio a su Cruz y a su Iglesia, cumplido tan sólo por refinada hipocresía que oculta, entre sonrisas y reverencias, el puñal del sicario?
Sí, llevad a cabo pues el último delito. Perseguidme en
mis Pontífices y en mis fieles verdaderos, ...
Sí, llevad a cabo pues el último delito. Perseguidme en mis Pontífices y en mis fieles verdaderos; mas hacedlo abiertamente, hacedlo presto. Con igual presteza proveeré Yo.(Anota a lápiz en el margen María Valtorta: "A los tres días cae Mussolini y 50 días después es asediado el Vaticano por los alemanes").
Resulta doloroso tener que hablar así y hacerlo a los menos culpables. Mas, de los otros, no tengo quien me oiga. Caen y seguirán cayendo maldiciéndome. Si al menos, al menos, bajo el restallar del castigo, en la angustia que oprime los corazones y la patria, acertarán a convertirse y pedir clemencia...!
Más no lo harán y no habrá piedad para ellos, esa piedad completa que sería mi deseo daros. Son pocos en demasía los que la merecen en comparación con los innumerables que por momentos se hacen cada vez más indignos de ella. Si los buenos fuesen la décima parte de los malos podría haber cambio en lo que está determinado. Mas la justicia sigue su curso y sois vosotros los que la forzáis a seguirlo.
Pero si no ha de haber piedad colectiva, sí habrá
justicia individual
Pero si no ha de haber piedad colectiva, sí habrá justicia individual. Los que se maceran por amor a la patria y a los hermanos serán juzgados con inmenso amor. Los otros, con rigor. Y, en fin, los mayores culpables... sería mejor que no hubiesen nacido. Ni una gota de sangre hecha brotar de las venas de los humildes, ni un gemido, ni un luto, ni una desesperación causada en un corazón, ni un alma arrebatada a Dios dejará de pesar en su juicio.
Perdonaré a los humildes que puedan llegar a desesperar por el horror de los acontecimientos; mas no perdonaré a los que, obedeciendo a los dictados de la Bestia, les indujeron a la desesperación."
C. 43. 202-205
A. M. D. G.