"No me agradan los que gritan:
"¡A la muerte!" tras haber gritado:
¡Hosanna!"
#Dejad para Mí el juzgar, el castigar y el premiar.
#Es incoherente, inmoral, indigno, ensañarse con los vencidos
#Es incoherente, porque no va contra el hombre sino contra la acción del hombre
#Todos, recordadlo bien, tenéis vuestra parte de culpa en la hora actual
#Estas cosas, inconcebibles para la masa, son siempre el meollo de mi Ley
Dice nuevamente:
"No me agradan los que gritan: "¡A la muerte!" tras haber gritado: ¡Hosanna!"
Si aquellos contra los que se lanzó el grito de condena os hubiesen entregado aquel botín y aquellos bienes injustamente arrebatados que Yo no pude permitir que se os dieran para que ni a vosotros, ni a ellos os llevasen a un exceso de orgullo, vosotros les habríais aclamado sin pensar que otros, en vuestro lugar, sufrirían siendo hijos míos como vosotros.
Dejad para Mí el juzgar, el castigar y el premiar.
Dejad para Mí el juzgar, el castigar y el premiar. Procurad para vosotros tan sólo el merecer mi premio y sed coherentes y honestos.
Es incoherente, inmoral, indigno, ensañarse con
los vencidos
Es incoherente, inmoral, indigno, ensañarse con los vencidos, sea cualquiera su derrota, bien justa como castigo o dolorosa como fruto de inmerecidas circunstancias.
Es incoherente, porque no va contra el hombre sino
contra la acción del hombre
Es incoherente, porque no va contra el hombre sino contra la acción del hombre, acción -repito- que habríais aprobado, por más que no fuese buena, en el supuesto de que os hubiese reportado alguna utilidad.
Todos, recordadlo bien, tenéis vuestra parte de culpa
en la hora actual
Y, por la misma razón, inmoral. Todos, recordadlo bien, tenéis vuestra parte de culpa en la hora actual. El que de todos la tiene menor por no haber cometido pecado de adoración a un hombre no habiéndole seguido en contra de la Ley, tiene el de no haber rogado mañana y tarde por él. Los grandes tienen necesidad de las oraciones de los pequeños para conservarse grandes en el Bien.
Y es, por fin, indigno, porque ensañarse contra quien ya no puede, antes, por el contrario, es el más desgraciado de todos, odiado del mundo, castigado por Dios, es culpa igual a la del que oprime al débil.
Estas cosas, inconcebibles para la masa, son siempre el
meollo de mi Ley
Estas cosas, inconcebibles para la masa, son siempre el meollo de mi Ley. Y que mi Ley es seguida superficial y no sustancialmente, lo prueba el hecho del modo como las masas se revuelven contra los que no os dieron todo aquello que vuestro egoísmo esperaba."
C. 43. 210-211
A. M. D. G.