28 julio.
me ayudarás a salvar a los culpables
del último pecado
#¡Es tan hermoso ser confidentes de un Dios...!
#Tanto los confidentes como los confiados son necesarios para consuelo de mi Corazón
#¡Es tan difícil para Mí encontrar almas de discípulos en un mundo como el vuestro...!
#Tú has rezado, ofrecido y sufrido secundando mis deseos de impedir la comisión de la última culpa
#Un gran mal se ha evitado, María, un gran mal
#¡Ay si a la única gran "autoidolatría" sucediese la pequeña y numerosa "autoidolatría"!
#Uno solo es Dios. Yo lo soy y no hay otro Dios fuera de Mí. Ha de recordarse esto
#Por un ídolo caído no alcéis tantos idolillos marcados todos ellos con los mismos signos satánicos
Dice Jesús:
"No ha mucho te dije que me ayudarás a salvar a los culpables del último pecado. Aunque no entendiste lo que quería decir, has suplicado.
¡Es tan hermoso ser confidentes de un Dios...!
Esto me basta porque, en verdad, sólo es preciso que Yo lo entienda todo. Para vosotros, en cambio, no es necesaria la revelación absoluta. Todo cuanto os digo es un don al que no tenéis derecho, un don espontáneo del Padre a sus más queridos, puesto que es grato a mi Corazón haceros mis confidentes, tomaros de la mano e introduciros en el secreto del Rey. Mas no debéis pretenderlo. ¡Es tan hermoso ser confidentes de un Dios...! ¡Pero, asimismo, es tan hermoso y santo también ser sus hijitos total y ciegamente entregados al Padre que obra por su cuenta y dejarse conducir sin que los hijos quieran saber a donde los lleva su Padre...!
Hijos, estad seguros. Yo os guío por senderos de Bien. Vuestro Padre no quiere sino vuestro bien.
Tanto los confidentes como los confiados son necesarios
para consuelo de mi Corazón
Tanto los confidentes como los confiados son necesarios para consuelo de mi Corazón y es, por tanto, suma perfección ser "confidentes-confiados". Es entonces cuando sois discípulos capacitados ya para obrar en nombre del Maestro y párvulos que se dejan conducir por el Padre. Entonces sois mi consuelo y mi alegría.
¡Es tan difícil para Mí encontrar almas de discípulos
en un mundo como el vuestro...!
¡Es tan difícil para Mí encontrar almas de discípulos en un mundo como el vuestro...! Y más difícil aún encontrar, incluso entre los párvulos, almas de párvulos! El hálito de la Bestia hasta tal punto os ha corrompido que ha matado en las propias almas de los niños la simplicidad, la confianza y la inocencia sobre la que Yo descansaba.
Yo soy, no tan sólo tu Maestro, sino también tu médico
y médico, no ya del espíritu mas también de tu carne
Nada te dije ayer, María, pues te hallabas turbada como quien perdió el camino. Y Yo soy, no tan sólo tu Maestro, sino también tu médico y médico, no ya del espíritu mas también de tu carne. Vi ayer que te encontrabas por demás cansada y callé, reservando para hoy una mayor abundancia de palabras para ti. No quiero que mi pequeño portavoz se quiebre en un esfuerzo superior a sus fuerzas. Hoy hablo por ayer y por hoy.
Tú has rezado, ofrecido y sufrido secundando mis deseos
de impedir la comisión de la última culpa
Tú has rezado, ofrecido y sufrido secundando mis deseos de impedir la comisión de la última culpa. Y has acertado en ello por más que tú pensaras una cosa y, en realidad, "la última culpa" fuese otra. Había inspirado en las almas mejores grandes deseos de rezar y de sufrir por este fin ya que había necesidad de mucho, mucho, mucho esfuerzo para vencer el peligro. Y todavía hay necesidad de mucho, mucho, mucho esfuerzo para llevar a término este empeño sin peores perversiones del primitivo mal.
Ayer, la única señal de que me encontraba contigo a fin de ser para ti Luz, fue la de guiarte la mano cuando abriste el Libro por las páginas que, a distancia de siglos, hablan del tiempo actual. Las leeremos junto y Yo te las comentaré. Pero desde ayer has comprendido que en ellas estaba "el hoy".
Un gran mal se ha evitado, María, un gran mal
Un gran mal se ha evitado, María, un gran mal. He tenido compasión de vosotros, pueblo que tienes por corazón a la Roma cristiana. Pero ahora más que nunca hay gran necesidad de rezar y de sufrir, María; y, si fuese posible hacer que se rece y se sufra –si bien esto es más difícil porque los héroes del sufrimiento son muy pocos– para que el "gran mal" vencido no retoñe como planta maligna en otros mil pequeños males que acabarían por formar un bosque de maldición en el que todos pereceríais con un horror inimaginable.
¡Ay si a la única gran "autoidolatría" sucediese la pequeña
y numerosa "autoidolatría"!
He tenido compasión de vosotros. Mas ¡ay si a esta compasión arrancada a la Justicia a instancias de mis plegarias, de las de mi Madre, de los Protectores y de las víctimas, vosotros, pueblo mío, respondéis con actos que os harían desmerecer mi gracia! ¡Ay si a la única gran "autoidolatría" sucediese la pequeña y numerosa "autoidolatría"!
Uno solo es Dios. Yo lo soy y no hay otro Dios fuera de Mí.
Ha de recordarse esto
Uno solo es Dios. Yo lo soy y no hay otro Dios fuera de Mí. Ha de recordarse esto. Dios es paciente; más, en su infinita paciencia, no es culpable para consigo mismo. Y lo sería si forzase su paciencia con la inhibición a decir: "¡Basta!", llegando así a un estado de indiferencia en relación con la consideración debida a Sí mismo.
Por un ídolo caído no alcéis tantos idolillos marcados
todos ellos con los mismos signos satánicos
Por un ídolo caído no alcéis tantos idolillos marcados todos ellos con los mismos signos satánicos de lujuria, soberbia, fraude, violencia y semejantes.
Si sois buenos, aún cuando hayáis llegado hasta el fondo,
os salvaré. Os lo prometo; y es promesa de un Dios.
Si sois buenos, aún cuando hayáis llegado hasta el fondo, os salvaré. Os lo prometo; y es promesa de un Dios. Y, en mi Inteligencia a la que nada se le oculta –ni el más secreto de los delitos ni el más insignificante de los movimientos humanos– no pretendo que todo un pueblo sea perfecto. Sé que si debiese premiaros cuando todos alcanzaseis la Bondad, nunca os premiaría. Mas comprendo que, si bien es inevitable el que alguno peque, la masa debería ser tal que impusiese a los Cabezas una conducta digna de mi premio. Porque, recordadlo siempre, los Cabezas completan los Pecados; pero es la masa la que, con sus pecados menores, empuja a los Cabezas al gran Pecar.
Y, basta por ahora, alma mía. Más tarde volveremos a leer juntos a Isaías y, lo mismo que en la sinagoga y en el Templo, Yo te lo comentaré."
C. 43. 216-218
A. M. D. G.