6 AGOSTO
Mi Sangre, reclamada con ira sobre
sí mismos por mis enemigos y
acusadores, no ha perdido su
doble cualidad de perdón
y de condena
#Pasan, hija, los siglos; pero Yo y todo cuanto es mío perdura en un eterno presente
#Derramada con amor infinito, donde encontró amor obró milagros de redención
#Esto para aquellos que son los modernos descendientes de los antiguos hebreos
#No es corrompiendo ni rebelándose como se salva el mundo
Dice Jesús:
"Mi Sangre, reclamada con ira sobre sí mismos por mis enemigos y acusadores, no ha perdido su doble cualidad de perdón y de condena.
Pasan, hija, los siglos; pero Yo y todo cuanto es mío
perdura en un eterno presente
Pasan, hija, los siglos; pero Yo y todo cuanto es mío perdura en un eterno presente. En la hora de las tinieblas en la que resplandecía tan sólo la púrpura de mi Sangre divina como faro que quería salvar al género humano, pero que de pocos fue visto, acaeció lo que, a través de los siglos, se repite y se repetirá mientras la Tierra exista.
Derramada con amor infinito, donde encontró amor
obró milagros de redención
Derramada con amor infinito, donde encontró amor obró milagros de redención; mas vino a ser condenación para quien respondió con ira y con odio al sacrificio de un Dios.
recuerda siempre, a aquel a quien más se le da de amor,
de beneficios de conocimiento, más se le pide
Y ¿qué me dices de esto? Yo era Dios. Los profetas habían anunciado mi venida. Los milagros por Mí realizados habían corroborado sus palabras. Yo mismo, en el trance de un juicio extremo en el que el acusado no miente, había confirmado mi naturaleza divina. Y, con todo, me mataron. No tienen en su disculpa aquellos enemigos de Cristo el haber ignorado quién fuese Aquel a quien acusaban y querían ver muerto. Por eso fue más severa su condena, porque, recuerda siempre, a aquel a quien más se le da de amor, de beneficios de conocimiento, más se le pide. La idea de mi Bondad no debe eximiros del deber del respeto.
También ahora no ignora el mundo que, para salvarse,
para estar en paz, para ser felices, le es necesaria mi ayuda.
Mas, también ahora, hija mía, ahora también, ¿no sucede lo propio? También ahora no ignora el mundo que, para salvarse, para estar en paz, para ser felices, le es necesaria mi ayuda. Y bien. ¿qué hace el mundo? Me acusa y me maldice. Me acusa de no amarle, de ser cruel, de ser indiferente y me maldice por estas faltas de las que no soy culpable.
Y ¿cómo puede el mundo acusar a Dios? ¿Cómo puede el hombre maldecir a Dios? Semejantes a los de la hormiga que intentara volcar un peñasco del monte, son los vanos empeños del hombre que odia a Dios. Lo que consigue es arruinarse y despeñarse en su esfuerzo sacrílego.
Esto para aquellos que son los modernos descendientes
de los antiguos hebreos
Esto para aquellos que son los modernos descendientes de los antiguos hebreos. Vienen después lo otros, los menos culpables de entre la masa de los culpables. Estos no maldicen ni acusan abiertamente, pero no ruegan con confianza, no viven con sacrificio ni aman con ardor. Son pequeñas máquinas bien accionadas tal vez por el mecanismo espiritual, pero sin fuerza motriz propia. Son aguas que fluyen por la inercia de siglos de cristianismo, nada más que por eso, no por voluntad propia. Y, lo mismo que las aguas acumuladas en una llanura plana muy lejos de la montaña de la que brotaron, se estancan por su excesiva falta de impulso y se corrompen.
No es corrompiendo ni rebelándose
como se salva el mundo
No es corrompiendo ni rebelándose como se salva el mundo. Y te digo, en verdad, que si no vienen males mayores a esta pobre raza humana por la que morí, no es ciertamente en gracia de oraciones sin alma ni de existencias amorfas, sino que quien salva al mundo, y hasta ahora lo ha salvado, son los pocos en quienes mi Sangre ha obrado los prodigios del amor al encontrarlos cálices de amor elevados al cielo.
¿quién proporciona al Redentor, a la gran Víctima,
un ejército de víctimas para salvar al mundo que acusa
a Dios de pecado y no piensa que su mal proviene de haber
pecado el hombre contra Dios y contra el hombre?
Pero, ¡veo con tanto dolor que son cada vez menos aquellos en quienes prende el Amor...! ¡Las víctimas! ¡Mis víctimas! ¡Oh!, ¿quién proporciona al Redentor, a la gran Víctima, un ejército de víctimas para salvar al mundo que acusa a Dios de pecado y no piensa que su mal proviene de haber pecado el hombre contra Dios y contra el hombre?"
C.43. 240-241
A. M. D. G.