11 agosto

 

 

Ayer tarde se extrañaba tu primo y se

 lamentaba de que, mientras escribes, 

no cesan tus sufrimientos.

 


 

#Cuándo Yo llevé a término mi misión En los momentos de mayor sufrimiento  

#La cruz así llevada ya no es cruz para el alma sino que queda para la carne y para la sangre   

#Yo, luchando contra la angustia de la agonía, llevé a término hasta el último extremo la misión de Maestro y de Redentor   

#Vuestro pobre Jesús, cuando se hallaba en su Pasión, tuvo el único consuelo en la asistencia de su Madre   

#¡sufro tanto por la obstinación humana...!    

#No me apartes de tu hombro para que Yo apoye en él mi Cabeza en la que la Humanidad vuelve a hundir coronas de espinas. 

   #el sacrificio salva. ¡Si de la tierra, convertida en infierno, salieran muchas almas de sacrificio...!   

#en estas palabras esta la llave de la salvación.

 


 

Dice Jesús:

"Ayer tarde se extrañaba tu primo y se lamentaba de que, mientras escribes, no cesan tus sufrimientos.

¿Por qué habrían de cesar? Las misiones son siempre penosas a la naturaleza humana. La carne sufre en el servicio de Dios. Pero cuanto más sufre, tanto más fructífera resulta la labor del espíritu.

 

¿Cuándo Yo llevé a término mi misión? En los momentos

 de mayor sufrimiento

 

¿Cuándo Yo llevé a término mi misión? En los momentos de mayor sufrimiento. Y Yo entonces carecía del bien que tú posees, porque Yo en aquellas horas me encontraba abandonado del Padre y tú, en cambio, no lo estás de Mí.

¿No es esto más que suficiente para recompensar el sufrir de un puñado de ceniza cual es tu carne? Sí que lo es. Bastaría para que fuese suficiente con que me sintieras cerca. Mas Yo te he concedido no sólo mi cercanía sino también mi caricia, mi vista y mi palabra.

 

La cruz así llevada ya no es cruz para el alma sino 

que queda para la carne y para la sangre

 

La cruz así llevada ya no es cruz para el alma sino que queda para la carne y para la sangre. Mas es justo que las de quienes me las habéis entregado en ofrenda total sean consumidas, porque en el sacrificio es donde quedan anuladas las culpas de las que  -por estar convencida-  no hace falta que Yo te hable para recordártelas. Mas me las entregaste por ti y por "muchas cosas". Por lo tanto, lleven ellas la cruz del sufrimiento total por cuanto es justo que así sea.

¿Ya sabes qué es lo que haces al escribir? Mi Voluntad. La voluntad de la misión que quiero que cumplas. Aunque solo fuese un alma, una sola, la que hubiera de encontrar el camino a través de esta tu fatiga querida por Mí, estaría justificada la fatiga que al humano criterio se le antoja inhumana.

 

Yo, luchando contra la angustia de la agonía, llevé

 a término hasta el último extremo la misión de Maestro

 y de Redentor

 

Yo, luchando contra la angustia de la agonía, llevé a término hasta el último extremo la misión de Maestro y de Redentor. Recuerda a Caifás, a Pilatos, a las mujeres de Jerusalén, a Dimas. Hasta lo último conforté, amaestré y salvé. Y ¡solo Yo sé cuánto era mi sufrimiento! El tuyo es nada en su comparación.

Ningún discípulo es en nada más que su Maestro y si tu Maestro sufrió tanto para redimir a los hombres, tú que sigues la estela del Maestro ¿quieres sufrir menos?

Por lo demás, sé Yo hasta qué punto debo cargar la mano

Por lo demás, sé Yo hasta qué punto debo cargar la mano. Y si te la cargo pesadamente es señal de que te concedo la capacidad de soportar la carga y de que hay una necesidad infinita de sufrimiento para la hora terrible que se os echa encima. El sufrimiento de los holocaustos es el que impide, no la ruina material sino espiritual que, cual nube cargada de brumas, está a punto de cegar los espíritus y de conducir cada vez más a la ruina material a cuantos de ellos quedan aún a salvo."

Dice más tarde, respondiendo siempre a un lamento mío por las perspectivas dolorosas (acerca de nuestro porvenir) que me esclarece:

"Pero, María, a las amiguitas de Jesús no les es dado sustraerse a la pena.

 

Vuestro pobre Jesús, cuando se hallaba en su Pasión, 

tuvo el único consuelo en la asistencia de su Madre

 

Vuestro pobre Jesús, cuando se hallaba en su Pasión, tuvo el único consuelo en la asistencia de su Madre. Ni un lamento mío se perdió María. Nada se el escapó: ni una lágrima, ni un fruncimiento de la epidermis, ni una sacudida de los músculos, ni una contracción del rostro, ni un sollozo, ni un estertor. ¡Tantas eran las lanzadas dirigidas contra su corazón de Madre...! Mas no se sustrajo a ellas porque sabía que su presencia era el único consuelo de su Jesús.

 

¡sufro tanto por la obstinación humana...! 

 

La pequeña María no debe diferenciarse de la otra gran María. Ahora también sufro Yo, ¡sufro tanto por la obstinación humana...! Lo repito: Iría de nuevo a la muerte por salvaros, hombres que os precipitáis en el abismo de mil pecados. ¡Sufro tanto...! No puedo silenciar mi dolor. Y hablar de él es llevar a quien me escucha a la visión de un futuro por demás triste.

 

No me apartes de tu hombro para que Yo apoye en él 

mi Cabeza en la que la Humanidad vuelve a hundir 

coronas de espinas. 

 

Ahora bien, ¡es tan dulce llorar juntos...! No me apartes de tu hombro para que Yo apoye en él mi Cabeza en la que la Humanidad vuelve a hundir coronas de espinas. Esas mismas espinas han de punzarte también a ti. Pero piensa: nuestro llanto y nuestra sangre se ofrecerán conjuntamente para tratar de detener el castigo.

 

el sacrificio salva. ¡Si de la tierra, convertida en infierno,

 salieran muchas almas de sacrificio...!

 

De esto, María, es de lo que hay necesidad. Las demás cosas dejan todo como lo encuentran uniéndose a vosotros nuevas potencias del mal. Por el contrario, el sacrificio salva. ¡Si de la tierra, convertida en infierno, salieran muchas almas de sacrificio...!

 

en estas palabras esta la llave de la salvación.

 

Si repito no es por falta de argumentos sino porque en estas palabras esta la llave de la salvación."

 

Créame, Padre, que ¡es tanto lo que sufro...! Los presentimientos que me asaltan son más torturantes que mi mal físico y lo aumentan. Confieso que, humanamente, querría huir de ellos con la muerte. Mas, como ve, también esto entra en el campo del dolor que Dios sembró para mí y que yo debo cosechar y comer como pan de mi vida.

Así pues, ¡adelante! Me envuelven espinas de todo género porque el buen Jesús me descubre horizontes de sangre y de fuego y Lucifer trata de turbarme haciéndome presente que pronto me quedaré sola (sin el Maestro) y que El se encuentra ya cansado de mí. Por más que le deje decir sufro de veras.

Menos mal que perdura su invisible Presencia y esto, dentro de mi nulidad, lo es todo para mí.

C. 43. 250-253

A. M. D. G.