26 de agosto.

 

 

Tales son la hermosura, el poder 

y la fuerza de la Fe que sólo 

en el Cielo podréis llegar

 a comprenderlos en su plenitud

 


 

#Hablo de la Fe, de la Fe verdadera, de mi Fe    

#Esta Fe verdadera que nació en el hombre, habitante de la Tierra, única flor en el desierto y en el exilio del primer hombre y de sus descendientes   

#Fíjate bien. ¿Qué aseguraba la Fe a los primeros padres? Mi venida   

#¿Que asegura la Fe de los cristianos de hace 20 siglos a esta parte? Lo mismo  

 #Hasta el último día y el último hombre la Fe es y será "aquella".   

#Creer no quiere decir ser uno crédulo. Creer es aceptar y comprender, a la luz de la inteligencia, cuanto se os propone por aquellos que jamás mintieron: los santos de Dios, empezando por los patriarcas.   

#Bienaventurados los que no mudan su fe.   

#No, no es posible describir con palabras humanas lo que es la Fe en un corazón.   

#Y ninguna alegría mayor me podéis dar que la de salvar vuestra alma; que me la dejéis salvar.   

#Piensa ahora tú, María, cuánto es el dolor que embarga a tu Jesús; a tu Jesús que ve perecer las almas como flores agostadas por un viento de fuego

 


 

Dice Jesús:

"Tales son la hermosura, el poder y la fuerza de la Fe que sólo en el Cielo podréis llegar a comprenderlos en su plenitud. Aquí abajo, aún las almas más henchidas de Fe, tan sólo tenéis un pálido reflejo de ella. Mas este reflejo es a la sazón tan amplio que basta a dar orientación a toda una vida conduciéndola en derechura hasta Mí.

 

Hablo de la Fe, de la Fe verdadera, de mi Fe

 

Hablo de la Fe, de la Fe verdadera, de mi Fe. No hay más que un Dios, no hay más que un Cristo, no hay más que una Fe.

 

Esta Fe verdadera que nació en el hombre, habitante

de la Tierra, única flor en el desierto y en el exilio 

del primer hombre y de sus descendientes

 

Esta Fe verdadera que nació en el hombre, habitante de la Tierra, única flor en el desierto y en el exilio del primer hombre y de sus descendientes, que se ha ido perfeccionando a través de los siglos alcanzando su plenitud con mi venida, sello, que no engaña ni puede ser desmentido, de la fe de los patriarcas y de los profetas, esta Fe de la que es guardiana la Iglesia, depositaria de los tesoros del Verbo, es inmutable porque comparte con su Creador los atributos de inmutabilidad y de perfección

 

Fíjate bien. ¿Qué aseguraba la Fe a los primeros padres? 

Mi venida

 

Fíjate bien. ¿Qué aseguraba la Fe a los primeros padres? Mi venida, acto de una caridad tan excelsa que él sólo basta a dar seguridad en un Dios, Padre del género humano. Aseguraba la vida eterna reservada a todos los que murieron en el Señor y anunciaba castigo eterno a los transgresores de la Ley del Señor. Aseguraba nuestro Ser Uno y Trino. Aseguraba la existencia del Espíritu Santo del que procede toda luz espiritual.

 

¿Que asegura la Fe de los cristianos de hace 20 siglos

 a esta parte? Lo mismo

 

¿Que asegura la Fe de los cristianos de hace 20 siglos a esta parte? Lo mismo. ¿Acaso Yo modifiqué la Fe? No. Antes, al contrario, la confirmé y en torno a ella construí la roca firme de mi Iglesia Católica, apostólica, romana, en la que está la Verdad por Mí mismo depositada.

 

Hasta el último día y el último hombre la Fe es 

y será "aquella".

 

Hasta el último día y el último hombre la Fe es y será "aquella". No puede haber otra. Si me argüís que el mundo evoluciona, Yo os responde que tal evolución no es obstáculo para la Re antes debe contribuir a hacer más fácil el creer.

 

Creer no quiere decir ser uno crédulo. Creer es aceptar

 y comprender, a la luz de la inteligencia, cuanto 

se os propone por aquellos que jamás mintieron: 

los santos de Dios, empezando por los patriarcas.

 

Creer no quiere decir ser uno crédulo. Creer es aceptar y comprender, a la luz de la inteligencia, cuanto se os propone por aquellos que jamás mintieron: los santos de Dios, empezando por los patriarcas. Creer es entender, a la luz de la Gracia, que Yo os traje, plena y sobreabundante, cuanto aún queda oscuro para la inteligencia. Creer es, sobre todo, amar. La credulidad es necia. El creer es santo porque equivale a tener el espíritu sumiso a los misterios del Señor.

 

Bienaventurados los que no mudan su fe.

 

Bienaventurados los que no mudan su fe. Bienaventurados aquellos que permanecen fieles al Señor. Luz sobre luz es en todo ser la Fe. Las cosas, todas las cosas, ya sean sobrenaturales o naturales, se clarifican ante una luz de verdad ignorada por los incrédulos y el alma se eleva a alturas de amor, de veneración, de paz y de seguridad.

 

No, no es posible describir con palabras humanas lo

 que es la Fe en un corazón.

 

No, no es posible describir con palabras humanas lo que es la Fe en un corazón. Ni los creyentes pueden alcanzar a comprender qué abismo de terror, de tinieblas y de aniquilamiento sea un corazón privado de ella.

 

Y ninguna alegría mayor me podéis dar que la de salvar

 vuestra alma; que me la dejéis salvar.

 

Mas nunca juzgues a tus desgraciados hermanos incrédulos, antes cree por ellos a fin de reparar por sus negaciones. Sólo Yo juzgo. Sólo Yo condeno. Sólo Yo premio. Y sólo Yo sé, porque os amo, cómo querría únicamente premiar. Os amo hasta el punto de que, para poder salvaros, morí por vosotros, por todos vosotros. Y ninguna alegría mayor me podéis dar que la de salvar vuestra alma; que me la dejéis salvar. Y ningún dolor mayor me podéis proporcionar que el de querer perder vuestra alma rechazando mi dádiva de salvación.

 

Piensa ahora tú, María, cuánto es el dolor que embarga

 a tu Jesús; a tu Jesús que ve perecer las almas como flores

 agostadas por un viento de fuego

 

Piensa ahora tú, María, cuánto es el dolor que embarga a tu Jesús; a tu Jesús que ve perecer las almas como flores agostadas por un viento de fuego que va acelerando de día en día su obra destructora. En verdad te digo que es esto mucho más doloroso que la bárbara flagelación.

¡María, tu Jesús llora! Lloremos juntos por las pobres almas que quieren morir. Y si ni aún nuestro llanto hubiera de salvarlas, siempre quedará el consuelo que habrás proporcionado a tu Jesús y, por este consuelo, seas siempre bendita."

C.43. 298-300

A. M. D. G.