29 agosto

 

 

La obediencia vale más que los

 

 

 sacrificios I Reyes, cap.15.º, v. 22-23

 


 

#La obediencia: la virtud que no queréis practicar  

 Qué fue, en el fondo, el pecado de origen? Una desobediencia.   

#Es, incluso, más fácil realizar un sacrificio, hacer una promesa, practicar una obra de misericordia, que no ser constantemente obedientes al querer de Dios   

#No obedecer es rebelarse y cometer un pecado de magia, como dice el libro   

#Mas, al no poder estar el corazón del hombre sin adorar algo, en lugar del Dios verdadero al que rechazáis, adoráis vuestro yo, vuestra carne  

 #Venid, venid, hijos queridos de mi amor, venid al yugo paterno que no hace mal, que no oprime, que no envilece antes, al contrario, os sostiene, os guía ...   

#volved a estrechar la mano del Padre que bendice y devuelve la salud; volved a encontrar el corazón del Padre que ama y perdona.   

#La salvación del género humano inicióse en el tiempo con el "fiat" de María ante mi arcángel y tuvo su culminación en el "Consummatum" de Jesús sobre la cruz.

 


 

Dice Jesús:

"Veamos juntos este punto de los "Reyes": "La obediencia vale más que los sacrificios y prestar atención más que ofrecer carneros cebados; porque la rebelión es como un pecado de magia y el no querer someterse es como un pecado de idolatría". (I Reyes, cap. 15.º, v. 22-23).

 

La obediencia: la virtud que no queréis practicar

 

La obediencia: la virtud que no queréis practicar. Nacéis y no bien podéis manifestar un sentimiento, ese sentimiento es de rebelión contra la obediencia. Vivís siendo desobedientes y morís también desobedientes. El bautismo cancela el pecado de origen, pero no anula la toxina que os deja el pecado.

 

¿Qué fue, en el fondo, el pecado de origen? 

Una desobediencia.

 

¿Qué fue, en el fondo, el pecado de origen? Una desobediencia. Adán y Eva quisieron desobedecer a su Padre Creador incitados a este acto de desamor por el Desobediente máximo que se convirtió en demonio al negar la obediencia de amor al Sumo Dios. Este veneno incuba en vuestra sangre y sólo una constante voluntad vuestra puede hacerlo incapaz de dañar a vuestro espíritu de una manera mortal.

Mas, hijos míos, ¿qué cosa más meritoria que ésta podéis hacer? Miradlo bien.

 

Es, incluso, más fácil realizar un sacrificio, hacer 

una promesa, practicar una obra de misericordia, 

que no ser constantemente obedientes 

al querer de Dios

 

Es, incluso, más fácil realizar un sacrificio, hacer una promesa, practicar una obra de misericordia, que no ser constantemente obedientes al querer de Dios que se os presenta en todos los momentos como agua que fluye y pasa llevando nuevas ondas de agua y tras éstas otras más. Y vosotros sois como peces sumergidos en la Voluntad de Dios que os lleva corriente arriba. Si queréis salir de ella, morís, hijos míos, pues ella es vuestro elemento vital. No hay ni una gota  de la misma que no provenga de una razón de amor. Creedlo

Obedecer es hacer la voluntad de Dios. Esa voluntad que en el "Pater noster" os enseñé a pedir que se cumpla y que con la palabra y con el ejemplo llevado hasta la muerte os enseñé igualmente a practicar.

 

No obedecer es rebelarse y cometer un pecado de magia,

 como dice el libro

 

No obedecer es rebelarse y cometer un pecado de magia, como dice el libro. En efecto, ¿qué produce el pecado? Vuestros esponsales con el demonio. ¿No hacéis pues una magia? ¿No os transformáis mágicamente de hijos de Dios en hijos de Satanás?

 

Mas, al no poder estar el corazón del hombre sin 

adorar algo, en lugar del Dios verdadero al que 

rechazáis, adoráis vuestro yo, vuestra carne

 

No obedecer y no querer sujetarse, dice también el libro, es como un pecado de idolatría. En efecto, ¿qué hacéis no sujetándoos? Rechazáis a Dios al rechazar su Voluntad. Lo repudiáis como Padre y como Señor. Mas, al no poder estar el corazón del hombre sin adorar algo, en lugar del Dios verdadero al que rechazáis, adoráis vuestro yo, vuestra carne, vuestra soberbia, vuestro dinero; adoráis a Satanás en sus más sutiles manifestaciones. He aquí cómo os hacéis idólatras. ¿Y de qué? De dioses por demás horrendos que os tienen como esclavos desgraciados.

 

Venid, venid, hijos queridos de mi amor, venid al yugo

 paterno que no hace mal, que no oprime, que no envilece

 antes, al contrario, os sostiene, os guía ...

 

Venid, venid, hijos queridos de mi amor, venid al yugo paterno que no hace mal, que no oprime, que no envilece antes, al contrario, os sostiene, os guía y os da seguridad de llegar al reino dichoso en donde ya no hay dolor.

 

volved a estrechar la mano del Padre que bendice y

 devuelve la salud; volved a encontrar el corazón 

del Padre que ama y perdona.

 

El mundo, que se empeña en desobedecer, no sabe que bastaría este acto de obediencia para salvarle. Volved a entrar en el surco de Dios; seguid la voz de Dios; obedeced, retornad a la casa del Padre de la que quisisteis huir por una quimera de falsa dignidad; volved a estrechar la mano del Padre que bendice y devuelve la salud; volved a encontrar el corazón del Padre que ama y perdona.

 

La salvación del género humano inicióse en el tiempo

 con el "fiat" de María ante mi arcángel y tuvo su

 culminación en el "Consummatum" 

de Jesús sobre la cruz.

 

¡Hijos!, reflexionad que, para devolveros la gracia perdida, dos Purísimos, dos Inocentísimos, dos Buenísimos hubieron de consumar la suma Obediencia. La salvación del género humano inicióse en el tiempo con el "fiat" de María ante mi arcángel y tuvo su culminación en el "Consummatum" de Jesús sobre la cruz. Las dos más dolorosas obediencias y las menos obligatorias puesto que, tanto Yo como mi Madre, no estábamos en la necesidad de expiar el pecado mediante la obediencia.

Nosotros, que no pecamos, redimimos vuestro pecado obedeciendo. Y ¿no queréis vosotros, pobres hijos, imitar a vuestro Maestro y obtener misericordia con la obediencia que es prueba de amor y de fe?

Más bella y grata que las mismas iglesias que me erigís en cumplimiento de un voto y más que cualquier otro voto, es esta flor espiritual del alma, nacida sobre la tierra en el corazón del hombre, pero que florece eterna para gloria vuestra en el Cielo."

C. 43. 304-306

A. M. D. G.