2 DE SEPTIEMBRE

 

 

Parábola de la uva dulce y madura

 

 


 

#Yo soy el sol y vosotras, almas mías, sois la viña de la que ha de elaborarse el vino eterno   

#Es preciso dejar que el sol y el viñador trabajen vuestra alma a su entera satisfacción  

 #También el alma ha de desear tanto más el sol y la acción del Viñador eterno cuanto más se acerca para ella la hora de la vendimia divina

 


 

Dice Jesús:

"La uva es tanto más dulce cuanto más madura y tanto está más madura cuanto le da más el sol. El dueño de la viña no recoge la uva para hacer con ella el vino si no está bien madura y para que madure, aclara y poda de modo que sol pueda penetrar y circular por entre los racimos haciendo de unos granos agrios y verdes otras tantas perlas de azúcar líquido.

 

Yo soy el sol y vosotras, almas mías, sois la viña 

de la que ha de elaborarse el vino eterno

 

Yo soy el sol y vosotras, almas mías, sois la viña de la que ha de elaborarse el vino eterno. Yo soy el sol y soy también el viñador. Yo os rodeo e inundo con mis rayos y os fortifico para que deis sarmientos cargados de frutos verdaderos y no vanos zarcillos quede nada sirven.

 

Es preciso dejar que el sol y el viñador trabajen 

vuestra alma a su entera satisfacción

 

Es preciso dejar que el sol y el viñador trabajen vuestra alma a su entera satisfacción. Es menester, María mía, imitar mucho, mucho, mucho al racimo que no tiene palabras de protesta ni actos de resistencia contra el sol ni contra el dueño de la viña, antes se deja descubrir para recibir los rayos cálidos, se deja arreglar sin resistencia alguna. Y de este modo viene a hacerse cada vez más pingüe y dulce, un verdadero prodigio de jugos y de belleza.

 

También el alma ha de desear tanto más el sol y la 

acción del Viñador eterno cuanto más se acerca para 

ella la hora de la vendimia divina

 

También el alma ha de desear tanto más el sol y la acción del Viñador eterno cuanto más se acerca para ella la hora de la vendimia divina. No se destina al místico lagar el racimo reacio y enteco que no quiso llegar a estar maduro, sano y dulce y se escondió para no sazonar, sino que, por el contrario, se hace digno de mi Vendimia el racimo que no tuvo miedo a la podadera ni a los medicamentes y con docilidad sacrificó sus gustos por Mí.

Yo soy el Vendimiador y tú mi racimo. La vendimia se acerca. Aumenta tus fuerzas por absorber de Mí cuanto más puedas. Yo llegaré a ser en ti licor de vida eterna. Aumenta tus generosidades para secundar la obra de tu amoroso Viñador. El, tu Jesús, otra cosa no quiere que hacer de ti un racimo digno de ser puesto a los pies del trono de Dios.

Dulce cosa es, María, tener a Jesús por Maestro. Mas esto alcanza su perfección cuando se asimilan todas las enseñanzas del Maestro".

C. 43.  310-311

A. M. D. G.