4 de septiembre

 

 

Dios no mandó su ángel a decir el "ave"

 

 a María tan sólo

 


 

#¿Cómo es pues entonces que nada advertís o advertís tan poco?   

#Dijo Gabriel a María: "Ave", y el sonido de la voz angélica derramó sobre la ya inundada de gracia otra nueva ola de gracia.   

#Humildad, prontitud, pudor, plegaria... qué no encontró de excelso la palabra angélica para llegar a ser la primera chispa del incendio de la Encarnación   

#Pues no, nada de eso se dio en María. Cuanto más Dios la elevaba hacia su trono, tanto más aumentaban en Ella el reconocimiento, el amor y la humildad   

#El, el Astuto, sabía que el Verbo habría de hacerse carne mediante una fusión del espíritu con el Espíritu en un seno en el que no habríase albergado pecado alguno  

 #Tan sólo una le resistió siempre: María. Y sólo uno sabe qué calados, qué filigranas de seducción tejió Lucifer en torno de María para agitar y empañar su alma superangélica.  

#Con toda razón, por tanto, pudo el Ángel decir: "Llena de gracia".  

 #Aquí tenéis, hijos, lo que se requiere para hacer que, efectivamente, las cosas celestiales engendren en vosotros a Cristo:   

#Ave María, llena de gracia. Miradla vosotros todos, cristianos, tan distintos del primer Hijo de María; miradla, sobre todo, vosotras mujeres, tan diferentes de Ella,

 


 

Dice Jesús:

"Dios no mandó su ángel a decir el "ave" a María tan sólo. Dios os saluda, hijos queridos, con sus atenciones. Dios os manda, a modo de ángeles, sus santas inspiraciones. Dios os envía sus bendiciones de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. Siempre estáis rodeados de las ondas amorosas y providentes del pensamiento de Dios.

 

¿Cómo es pues entonces que nada advertís o advertís

 tan poco?

 

¿Cómo es pues entonces que nada advertís o advertís tan poco? ¿Cómo no vivís en justicia y santidad? Porque estáis impermeabilizados al influjo de la gracia y os habéis hecho refractarios a la acción del amor por obra de vuestra voluntad contraria al Bien.

 

Dijo Gabriel a María: "Ave", y el sonido de la voz 

angélica derramó sobre la ya inundada de gracia otra

 nueva ola de gracia.

 

Dijo Gabriel a María: "Ave", y el sonido de la voz angélica derramó sobre la ya inundada de gracia otra nueva ola de gracia. La luz vivísima de su espíritu inmaculado tocó el ápice de la luminosidad al ser perfecta la correspondencia de su espíritu.

 

Humildad, prontitud, pudor, plegaria... ¿qué no encontró

 de excelso la palabra angélica para llegar a ser la 

primera chispa del incendio de la Encarnación?

 

Humildad, prontitud, pudor, plegaria... ¿qué no encontró de excelso la palabra angélica para llegar a ser la primera chispa del incendio de la Encarnación? Grande fue el don de la preservación de la culpa original hecha por el Eterno a la preelegida a ser el primer tabernáculo del Cuerpo de su Hijo. Mas, ¡cuánta, cuánta, cuánta correspondencia en María!

Si hubiéranse otorgado a otra criatura, no digo los dones secretos que sólo Dios sabía haber concedido sino los dones manifiestos de los que uno se da cuenta  -tales como inteligencia suma, instrucciones sobrenaturales, ardientes contemplaciones, y hablo sólo de dones morales y espirituales-  ¿cómo no había de gloriarse, alguna vez al menos aquella criatura de tantos dones?

 

Pues no, nada de eso se dio en María. Cuanto más Dios 

la elevaba hacia su trono, tanto más aumentaban 

en Ella el reconocimiento, el amor y la humildad

 

Pues no, nada de eso se dio en María. Cuanto más Dios la elevaba hacia su trono, tanto más aumentaban en Ella el reconocimiento, el amor y la humildad. Cuanto Dios más le daba a entender que tenía extendida su mano divina sobre Ella para protegerla de todo las insidias del mal, tanto más aumentaba en Ella la vigilancia contra el mismo.

María no cometió el error que hace tambalear a tantas almas dotadas de la capacidad de perfección, o sea, nunca dijo: "Siento que Dios vela sobre mí y que me ha escogido. En El declino el quehacer de defenderme del Enemigo". No. María, no obstante reconocer la obra de Dios en Ella, se comportó cual si fuera la más desamparada de todas las criaturas en dones espirituales. Desde el alba hasta el ocaso y aún durante su sueño virginal, velado por los ángeles, su alma permanecía vigilante. No creáis que la tentación se hubiera olvidado de María. Si el Tentador no se olvidó de Mí, con doble razón dejó de olvidarse de Ella. Doble razón. La primera de ellas: María era la sin mancha, pero criatura al fin y Yo era Dios. La segunda: suponía más para Lucifer corromper el seno de la mujer que habría llevar a Cristo, que no atacar al mismo Cristo.

 

El, el Astuto, sabía que el Verbo habría de hacerse 

carne mediante una fusión del espíritu con el Espíritu 

en un seno en el que no habríase albergado

 pecado alguno

 

El, el Astuto, sabía que el Verbo habría de hacerse carne mediante una fusión del espíritu con el Espíritu en un seno en el que no habríase albergado pecado alguno. Ningún pecado, lo repito. Si, partiendo de Eva en adelante, hubiera conseguido hacer caer en la tentación a todas las mujeres, era seguro que nunca habría sido derrotado por el Vencedor eterno.

 

Tan sólo una le resistió siempre: María. Y sólo uno sabe 

qué calados, qué filigranas de seducción tejió Lucifer

 en torno de María para agitar y empañar su alma

 superangélica.

 

Tan sólo una le resistió siempre: María. Y sólo uno sabe qué calados, qué filigranas de seducción tejió Lucifer en torno de María para agitar y empañar su alma superangélica. Ese Uno que lo sabe es Dios. Y, puesto que ciertos secretos son asaz grandes para vosotros, no os los dirá. Por el esplendor de María en el Cielo entenderéis la grandeza de su alma. Grandeza alcanzada por su voluntad y que, aun sin ayudas supremas, hubiera sido grandísima, pues así de grande fue en Ella su voluntad de ser santa por amor a su Dios.

 

Con toda razón, por tanto, pudo el Ángel decir: 

"Llena de gracia".

 

Con toda razón, por tanto, pudo el Ángel decir: "Llena de gracia". Si, llena de gracia. La Gracia estaba en Ella. La Gracia, es decir, Dios, y la gracia, o sea el don de Dios que Ella supo hacer fructificar al mil por cien.

 

Aquí tenéis, hijos, lo que se requiere para hacer que,

 efectivamente, las cosas celestiales engendren 

en vosotros a Cristo:

 

Aquí tenéis, hijos, lo que se requiere para hacer que, efectivamente, las cosas celestiales engendren en vosotros a Cristo: vuestra correspondencia a la gracia, vuestra acogida a la gracia, vuestro saber multiplicarla y vuestra aspiración a la misma. El cuerpo, para vivir, debe aspirar el aire y el alimento. El alma, si ha de vivir, debe aspirar la gracia. Sucede entonces que desciende la Luz adonde puede encarnarse y nace Cristo místicamente en vosotros como nació realmente en María.

 

Ave María, llena de gracia. Miradla vosotros todos,

 cristianos, tan distintos del primer Hijo de María; 

miradla, sobre todo, vosotras mujeres, 

tan diferentes de Ella,

 

Ave María, llena de gracia. Miradla vosotros todos, cristianos, tan distintos del primer Hijo de María; miradla, sobre todo, vosotras mujeres, tan diferentes de Ella, y aprended y meditad que la senda que de mil formas conduce al mal, la habéis abierto vosotros con vuestra carnalidad contraria a la vida de la gracia en las criaturas sin la cual el hombre viene a ser un demonio y el mundo un infierno".

C. 43. 313-315

A. M. D. G.