6 de septiembre

 

 

 "Bendita tú entre todas las mujeres".

 

 


 

#Todo el Paraíso bendice a María, obra maestra de la Creación universal y de la Misericordia divina.   

#Aunque toda la obra del Padre, al crear la Tierra de la nada, no hubiera servido sino para acoger a María, la obra creadora habría tenido su razón de ser   

#La culpa cometida por el hombre debía ser expiada por el hombre y no por la divinidad no encarnada.   

#Mas para que la Redención alcanzase a todas las concupiscencias inoculadas en Adán y en su progenie por el Tentador, el Inmolado por ellas debía estar dotado de una naturaleza semejante a la vuestra   

#Dios es orden y, salvo casos excepcionales juzgados convenientes por su Inteligencia, no viola ni violenta el orden.  

#Si mi Humanidad no hubiera existido, ¿cómo habríais podido creer, pobres hermanos míos, a los que tanto cuesta tener fe en Mí, que viví durante 33 años sobre la tierra como Hombre entre los hombres?   

#Era pues necesario que una mujer me engendrase según la carne

 


 

Dice Jesús:

 "Bendita tú entre todas las mujeres".

 

Todo el Paraíso bendice a María, obra maestra 

de la Creación universal y de la Misericordia divina.

 

Esta bendición que vosotros recitáis imperfectamente o que, en modo alguno dirigís a la que con su sacrificio inició la Redención, resuena de continuo en el Cielo pronunciada con infinito amor por nuestra Trinidad, con encendida caridad por los salvados con nuestro sacrificio y por los coros angélicos. Todo el Paraíso bendice a María, obra maestra de la Creación universal y de la Misericordia divina.

 

Aunque toda la obra del Padre, al crear la Tierra

 de la nada, no hubiera servido sino para acoger a María, 

la obra creadora habría tenido su razón de ser 

 

Aunque toda la obra del Padre, al crear la Tierra de la nada, no hubiera servido sino para acoger a María, la obra creadora habría tenido su razón de ser por cuanto la perfección de esta Criatura es tal que Ella atestigua, no sólo la sabiduría y el poder, sino también el amor con que Dios creó el mundo.

Me diréis vosotros que, como Dios, podía obviar la necesidad de tomar carne en el seno de una mujer. Todo lo podía, es cierto. Mas reflexionad y ved qué principio de orden y de bondad se encierra en mi anonadamiento bajo vestidura mortal.

 

La culpa cometida por el hombre debía ser expiada 

por el hombre y no por la divinidad no encarnada.

 

La culpa cometida por el hombre debía ser expiada por el hombre y no por la divinidad no encarnada. ¿Cómo habría podido la Divinidad, Espíritu incorpóreo, redimir con el sacrificio de Sí misma las culpas de la carne? Era pues necesario que Yo, Dios, pagase con el desgarro de una Carne y de una Sangre inocentes, nacidas de una inocente, las culpas de la carne y de la sangre.

 

Mas para que la Redención alcanzase a todas las

 concupiscencias inoculadas en Adán y en su progenie

por el Tentador, el Inmolado por ellas debía estar 

dotado de una naturaleza semejante a la vuestra

 

Mi mente, mi sensibilidad, mi espíritu, habrían sufrido por las culpas de vuestra mente, de vuestra sensibilidad y de vuestro espíritu. Mas para que la Redención alcanzase a todas las concupiscencias inoculadas en Adán y en su progenie por el Tentador, el Inmolado por ellas debía estar dotado de una naturaleza semejante a la vuestra, hecha digna de ser dada a Dios en rescate por la Divinidad escondida en ella como perla de infinito valor sobrenatural oculta bajo un ropaje común y natural.

 

Dios es orden y, salvo casos excepcionales juzgados

 convenientes por su Inteligencia, no viola ni violenta 

el orden.

 

Dios es orden y, salvo casos excepcionales juzgados convenientes por su Inteligencia, no viola ni violenta el orden. Y éste no era el caso de mi Redención.

No debía cancelar la culpa únicamente desde el momento de su comisión hasta el del sacrificio y anular para los venideros los efectos de la culpa haciéndoles nacer como Adán antes de cometerla, desconocedores del mal. No. Yo debía, con un sacrificio total, reparar la Culpa y las culpas de toda la humanidad, dar a ésta, que ya había muerto, la absolución de la culpa y a la que entonces vivía y habría de vivir en el futuro, el medio de ser ayudada a resistir al mal y ser perdonada del que su debilidad habríale de inducir a cometer.

Debía, por tanto, ser tal mi sacrificio que presentase todos los requisitos necesarios; y tal podía serlo únicamente en un Dios hecho hombre. Eso aparte, Yo venía a traer la Ley.

 

Si mi Humanidad no hubiera existido, ¿cómo habríais 

podido creer, pobres hermanos míos, a los que tanto 

cuesta tener fe en Mí, que viví durante 33 años sobre

 la tierra como Hombre entre los hombres? 

 

Si mi Humanidad no hubiera existido, ¿cómo habríais podido creer, pobres hermanos míos, a los que tanto cuesta tener fe en Mí, que viví durante 33 años sobre la tierra como Hombre entre los hombres? Y ¿cómo podía aparecer adulto ya ante pueblos hostiles o ignorantes llevándoles a la persuasión de mi naturaleza y de mi doctrina? Habría entonces aparecido a los ojos del mundo como un espíritu que hubiese tomado la figura de hombre, mas no como hombre que nació y que murió derramando verdadera sangre a través de las heridas de una carne verdadera  -esto como prueba de ser hombre-  y que resucitó y ascendió al Cielo con su cuerpo glorificado  -esto como prueba de ser Dios que torna a su morada eterna-.

¿No es más dulce para vosotros pensar que soy realmente vuestro hermano, con suerte idéntica a la de las criaturas que nacen, sufren y mueren, que no pensar de Mí que soy un espíritu por encima de las exigencias de la naturaleza humana?

 

Era pues necesario que una mujer me engendrase 

según la carne

 

Era pues necesario que una mujer me engendrase según la carne tras haberme concebido por encima de la misma, ya que el Hombre-Dios, por unión alguna de criaturas, por santas que fuesen, podía ser concebido, sino sólo por unas nupcias entre la Pureza y el Amor, entre el Espíritu la Virgen creada sin mancha para ser molde de la carne de un Dios, la Virgen, cuyo pensamiento era gozo para Dios aun antes de que existiese el tiempo; la Virgen en la que se compendia la Perfección creadora del Padre, alegría del cielo, salvación de la Tierra, flor de la Creación, más hermosa que todas las flores del Universo, astro vivo ante el cual parecen apagados los soles creados por mi Padre.

Bendita la Pura destinada al Señor.

Bendita la Deseada de la Trinidad, que anticipada con su deseo el instante de fusionarse con Ella mediante un abrazo de trino amor.

Bendita la Vencedora que aplasta al Tentador bajo el candor de su naturaleza inmaculada.

Bendita la Virgen que no conoció otro beso que el de su Señor.

Bendita la Madre que llegó a serlo por su santa obediencia a la voluntad del Altísimo.

Bendita la Mártir que aceptó el martirio por piedad de todos vosotros.

Bendita la Redentora de la mujer y de los hijos de ésta, que anuló a Eva y se colocó en su puesto para llevar el fruto de la vida allí donde el Enemigo puso el germen de la muerte.

Bendita, bendita, tres veces bendita por tu "sí", ¡oh Madre mía!, que posibilitaste a Dios mantener la promesa hecha a Abrahán, a los Patriarcas y a los Profetas; que diste alivio al Amor oprimido por el deber de ser castigador y no salvador; que aligeraste a la Tierra de la condena traída a ella por Eva.

Bendita, bendita, bendita por tu humildad santa, por tu caridad encendida, por tu virginidad intacta, por tu maternidad divina, múltiple, sempiterna, verdadera y espiritual. Madre que, con tu amor y con tu dolor, engendras de continuo hijos para el reino de tu Jesús.

Generadora de gracia y de salvación, generadora de divina Misericordia, generadora de la Iglesia universal, seas eternamente bendita por cuanto realizaste, como eras eternamente bendita por lo que habrías de realizar.

Sacerdotisa santa, santa, santa que celebraste el primer sacrificio y preparaste con parte de ti misma la Hostia que había de ser inmolada sobre el altar del mundo.

Santa, santa, santa Madre mía, que no me hiciste añorar el Cielo ni el seno de mi Padre por cuanto en Ti encontré otro paraíso no distinto de aquel en que la Trinidad realiza sus obras divinas. María, que fuiste el consuelo de tu Hijo sobre la tierra y eres el gozo del Hijo en el Cielo; que eres la gloria del Padre y el Amor del Espíritu".

C.43. 318-321

A. M. D. G.