11 septiembre
"Como dice el Eclesiástico: cap. 3, v. 22,
se pierden muchas almas por querer
"escrutar lo que está por encima de
ellas y lo que rebasa sus fuerzas de
indagación"
#Os tengo ya dicho (22 de agosto) que no soy contrario a las conquistas de la inteligencia humana
#No turbéis con vuestra vana curiosidad la paz sobrenatural de la otra vida. Aun a los atormentados
#Bienaventurados los que creen sin haber visto
#Dichosos, dichosos, tres veces dichosos aquellos que creen sin necesidad de pruebas
Dice Jesús:
"Como dice el Eclesiástico: cap. 3, v. 22, se pierden muchas almas por querer "escrutar lo que está por encima de ellas y lo que rebasa sus fuerzas de indagación".
Es el antiguo veneno. El hombre siempre tuvo y tiene
curiosidades malsanas y sacrílegas profanaciones
Es el antiguo veneno. El hombre siempre tuvo y tiene curiosidades malsanas y sacrílegas profanaciones. En su afán de escudriñar, quiere penetrar zonas que la sabiduría divina mantiene envueltas en el misterio, no por celoso poder sino por providente amor. ¡Ay del hombre si conociese plenamente el futuro y los secretos del universo! Ya no tendríais paz espiritual ni natural. Dejad el futuro a Dios, creador y dispensador del tiempo, y no violéis esas zonas del universo cuya posesión os suministraría armas con las que turbar cada vez más vuestra existencia como individuos y como espíritu.
Os tengo ya dicho (22 de agosto) que no soy contrario
a las conquistas de la inteligencia humana
Os tengo ya dicho (22 de agosto) que no soy contrario a las conquistas de la inteligencia humana. Si lo fuese, habría de reconocer que soy incoherente conmigo mismo que doté al hombre de entendimiento para que lo use, no para que lo tenga inactivo. Con todo, os digo por boca de la Sabiduría: No queráis ser escudriñadores curiosos de las obras de Dios, no pretendáis traspasar los límites que puse para separar vuestro poder de otros poderes más fuertes que el vuestro, de las leyes del cosmos, de los secretos de las fuerzas naturales y, sobre todo, de los misterios de ultratumba cuya verdad y cuya vida tan sólo Yo tengo derecho a desvelaros, porque Yo soy el Señor de todas las cosas mientras que vosotros sois únicamente los huéspedes de esta pobre tierra y no sabéis lo que os está reservado más allá de la vida de la tierra.
Creed en la otra vida. Basta con creer en esto. Creed que en ella os esperan un premio y un castigo
Creed en la otra vida. Basta con creer en esto. Creed que en ella os esperan un premio y un castigo, fruto de una Justicia santa que ha de aplicarse a todos, uno por uno. Esto os he dado a conocer para vuestro bien. No hace falta que sepáis más.
No turbéis con vuestra vana curiosidad la paz
sobrenatural de la otra vida. Aun a los atormentados
No turbéis con vuestra vana curiosidad la paz sobrenatural de la otra vida. Aun a los atormentados, es decir, a aquellos que carecen de paz por estar apartados de Mí, vuestra penetración les acarrea siempre un aumento de turbación. ¿A qué turbar con ecos de la tierra la serenidad de los cielos? ¿A qué aumentar el tormento de los condenados con voces que les recuerden el mundo donde merecieron el castigo? Respetad a los primeros y compadeceos de los segundos.
Yo sólo, Señor del Cielo y de la Tierra, árbitro supremo de todas las cosas y dominador absoluto de todas ellas, puedo tomar tales iniciativas y establecer contactos entre el hombre y el misterio de la otra vida. Yo sólo. Y en ese caso os envío mis mensajeros, siempre con un fin de bien, nunca por plegarme a necias y profanadoras curiosidades humanas.
Bienaventurados los que creen sin haber visto
Bienaventurados los que creen sin haber visto, dije a Tomás y lo repito a todos los curiosos e incrédulos de la tierra. No hay necesidad de pruebas para creer en la segunda vida que -sabedlo entretanto- no es como la fantaseáis vosotros sino como Yo lo tengo dicho: una segunda vida, u-n-a, no más y más vidas. Sois hombres y no granos de trigo que, sembrados y vueltos a sembrar, germinan una, dos, diez, cien veces, tantas cuantas se siembran.
No hay necesidad de pruebas. Basta mi Palabra. Porque si decís que creéis en ella y, a renglón seguido, buscáis pruebas sobrenaturales para creer, mentís porque con la boca decís que creéis y con la mente no creéis y buscáis pruebas. Y me tratáis de mentiroso, porque vuestro inquirir pruebas implica el pensamiento vivísimo, aunque sobreentendido, de que Yo pude haber dicho algo que no es verdad.
En castigo de tan inútiles, peligrosas, necias curiosidades y de tan irreverentes y sacrílegos pensamientos, Yo permito que en esos desgraciados indagadores de lo que no le es necesario al hombre indagar, se produzcan, en los mejores de ellos, confusiones mentales, turbaciones de espíritu y grave lesión de la Fe; y, en los peores, muerte de la Fe y del espíritu.
¿Quiénes son los mejores de entre estos violadores del misterio? Son los que recurren a él, no por ponerme en tela de juicio a Mí, que soy injuzgable, sino para buscarme a Mí, al no saber encontrarme por otras vías más seguras: humildes y sublimes como el que las marcó: Cristo, que vino a la Tierra precisamente para traer la doctrina segura que os guiase a la segunda vida y para fundar la Iglesia, depositaria y Maestra de mi doctrina. Estos tales no saben abrazarse a los pies de la Iglesia con simplicidad de niños y humildad de santos y decirle. "Te amo, te obedezco; guíame tú". Mas, con todo, me buscan a Mí con recta intención y, por eso, uso todavía con ellos de mucha misericordia.
Dichosos, dichosos, tres veces dichosos aquellos
que creen sin necesidad de pruebas
Dichosos, dichosos, tres veces dichosos aquellos que creen sin necesidad de pruebas. Dichosos, siete veces siete dichosos los que nunca, ni por un instante, dudaron de mi palabra y de mi doctrina confiada a la Maestra, mi Esposa: la Iglesia, y nunca osaron ni menos intentaron osar una profanación de los reino ultraterrenos, convencidos como están de que la vida no acaba en esta tierra sino que cambia de naturaleza y se hace eterna: feliz para los que supieron vivir de Mí y en Mí, y horrenda para los que, repudiando a Dios, fornicaron con Satanás.
A estos sinceros creyentes, a estos espíritus sencillos y humildes para los que la Fe es luz y mi Palabra vida, les concedo lo que niego a los indagadores: la posesión y el conocimiento de la Verdad ultraterrena."
C. 43. 328-331
A. M. D. G.