13 septiembre (iniciado en el momento de la
Comunión).
Los siete grandes arcángeles, que
están de continuo ante el trono de
Dios, estaban todos presentes a mi
Sacrificio
Y no cabe decir que eso está en contradicción con lo que dije: El cielo estaba cerrado
De haber estado conmigo el Padre, el sacrificio no habría sido total
Jesús ha comenzado a hablar mientras yo recitaba el Confiteor y mi mente ha visto a Gabriel,
Dice Jesús:
"El arcángel Miguel, al que vosotros invocáis en el "Confiteor", aunque, conforme a vuestra costumbre, con el alma ausente, demasiado ausente, se hallaba presente a mi muerte en la cruz. Los siete grandes arcángeles, que están de continuo ante el trono de Dios, estaban todos presentes a mi Sacrificio.
Y no cabe decir que eso está en contradicción
con lo que dije: "El cielo estaba cerrado"
Y no cabe decir que eso está en contradicción con lo que dije: "El cielo estaba cerrado". El Padre, lo repito (dictado del 5 de septiembre), estaba ausente, alejado, en el momento en que la Gran Victima llevaba a término su Inmolación por la salvación del mundo.
De haber estado conmigo el Padre, el sacrificio
no habría sido total
De haber estado conmigo el Padre, el sacrificio no habría sido total. Hubiera quedado reducido tan sólo al sacrificio de la Carne condenada a la muerte. Pero el holocausto que Yo debía cumplir tenía que ser total. Ninguno de los tres aspectos del hombre: el carnal, el moral y el espiritual, debía quedar excluido del sacrificio, ya que Yo me inmolaba por todas las culpas, no sólo por las del sentido. Resulta pues de aquí comprensible que, tanto mi parte moral como la espiritual, debían ser trituradas y aniquiladas en la muela del tremendo Sacrificio. Y es asimismo comprensible que, de haber estado unido con el Padre, mi Espíritu no habría sufrido.
Mas me encontraba solo. Alzado, no material sino
espiritualmente, a una distancia tal de la Tierra que
consuelo alguno podía llegarme de ella
Mas me encontraba solo. Alzado, no material sino espiritualmente, a una distancia tal de la Tierra que consuelo alguno podía llegarme de ella; aislado, por tanto, de todo consuelo humano; alzado sobre mi patíbulo, había llevado a él el peso inconmensurable de las culpas de toda la humanidad de pasados milenios y de milenios futuros, y ese peso me abrumaba más que el de la Cruz arrastrada con tanta fatiga, por un cuerpo ya agónico, por las empinadas, caldeadas, pedregosas calles de Jerusalén, entre las burlas y empellones de una chusma embrutecida.
Estaba sobre la Cruz con el sufrimiento total de mi
carne torturada y con el supersufrimiento de mi
espíritu abatido por un cúmulo de culpas que auxilio
alguno divino me ayudaba a soportar
Estaba sobre la Cruz con el sufrimiento total de mi carne torturada y con el supersufrimiento de mi espíritu abatido por un cúmulo de culpas que auxilio alguno divino me ayudaba a soportar. Era un náufrago en medio de un océano tempestuoso que debía morir así. Quebrantóse mi Corazón bajo la angustia de este peso y de este abandono.
Era mi Madre la que estaba a mi lado. Ella, sí.
Nosotros dos éramos los Mártires envueltos en el
dolor y en el abandono.
Era mi Madre la que estaba a mi lado. Ella, sí. Nosotros dos éramos los Mártires envueltos en el dolor y en el abandono. Y el vernos el uno al otro era tortura añadida a la tortura. Porque cada lamento mío laceraba las fibras de mi Madre y cada gemido suyo era un nuevo azote sobre mis carnes flageladas y un nuevo clavo atravesado, no en las palmas de mis manos sino en mi propio Corazón. Unidos y a la vez separados para mayor sufrimiento, con el Cielo cerrado sobre nosotros bajo la ira del Padre y tan alejados...
Ahora bien, los arcángeles se hallaban presentes a la
Inmolación del Hijo de Dios por la salvación del
mundo y a la Tortura de la Virgen Madre
Ahora bien, los arcángeles se hallaban presentes a la Inmolación del Hijo de Dios por la salvación del mundo y a la Tortura de la Virgen Madre. Y si está dicho en el Apocalipsis que en los últimos tiempos un Ángel hará la ofrenda al trono de Dios del incienso más santo antes de esparcir sobre la Tierra el fuego precursor de la ira divina, ¿cómo no pensáis que entre las plegarias de los santos, incienso imperecedero y digno del Altísimo, no estén, con preferencia a todas, las lágrimas, suplicantes más que palabra alguna, de mi Santa bendita, de mi Mártir dulcísima, de mi Madre, recogidas por el ángel que le llevó el anuncio y recogió su asentimiento, por el testigo angélico de las nupcias sobrenaturales por las que la Naturaleza Divina se unió a la naturales humana, elevó hasta su altura una carne y abajó su Espíritu hasta hacerse carne para restablecer la paz entre el hombre y Dios?
Gabriel y sus celestiales compañeros,...recogieron
en su mente luminosa todos los pormenores de
aquella hora, todos, para exponerlos, cuando ya no
exista el tiempo, ante los resucitados, constituyendo
gozo para los bienaventurados y anticipada condena
para los réprobos
Gabriel y sus celestiales compañeros, inclinados ante el dolor de Jesús y de María, imposibilitados para aliviarlo por ser aquella la hora de la Justicia, mas en modo alguno ausente de él, recogieron en su mente luminosa todos los pormenores de aquella hora, todos, para exponerlos, cuando ya no exista el tiempo, ante los resucitados, constituyendo gozo para los bienaventurados y anticipada condena para los réprobos, un adelanto para unos y otros de lo que Yo, Juez supremo y Rey altísimo, les daré".
Jesús ha comenzado a hablar mientras yo recitaba
el "Confiteor" y mi mente ha visto a Gabriel,
Jesús ha comenzado a hablar mientras yo recitaba el "Confiteor" y mi mente ha visto a Gabriel, luz áurea, curvado en adoración sobre la Cruz, así creo, puesto que yo no veía la Cruz.
Así pues, hoy, al hojear atentamente las páginas mecanografiadas para corregir los más leves errores de trascripción y así no se den equivocaciones que alteren el pensamiento, encuentro un comentario mío, de fecha 31 de mayo, acerca de la destrucción de Jerusalén... Recuerdo la impresión que recibí aquel día al leer a S. Lucas en el cap. 21, versículos 20 y 24. Decía aquel día: "He entendido que hay una referencia a todos nosotros. No lo he visto claramente. He quedado, empero, bajo la dolorosa impresión". Vuelvo a leer hoy a S. Lucas y, por desgracia, me parece que el fragmento encaja perfectamente en nuestra triste situación...
Me habla hoy Jesús de siete arcángeles que están siempre ante el trono de Dios. ¿Son así ciertamente o es un número alegórico? He consultado la Biblia; mas nada he encontrado referente a esto. Debe ser ésta una de aquellas "lagunas" de que hablaba Jesús el 11 de junio.
C.43. 335-337
A. M. D. G.