20 septiembre

 

 

¿Sabes por qué te escogí?

 

 


 

Yo voy buscando humildad y amor a fin de depositar mis palabras y mis gracias haciendo resplandecer mis misericordias  

A cuantos creyeron en Mí les di cuanto necesitaban para ir creciendo en la Fe y en mi Doctrina  

Como riachuelo de agua destinado a regar las flores de vuestras almas, hice brotar de los Cielos  -mejor: de mi Corazón que os ama-  mi Doctrina.  

Las herejías manifiestas han anulado directamente muchas venas de agua que, partiendo de mi Corazón, bajaban a nutrir el organismo de la Iglesia, Una, Católica, Romana, Universal,  

Ahora bien, las pequeñas herejías individuales  -¡y cuántas!-  se hallan esparcidas por el núcleo de los católicos. Estas son las más perniciosas y reprobables.  

De todo se preocupa el noventa por cien de los católico, de todo menos de la vida que tienen gracias a mi Fe. Y es entonces cuando Yo intervengo. Intervengo con la enseñanza directa  

¿Sabes quiénes son los más reacios en aceptar esta ayuda que Yo presto para reparar los daños del ayuno espiritual del que vosotros, los católicos morís? Son precisamente mis sacerdotes  

¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que habéis usurpado la llave de la ciencia y, no habiendo entrado vosotros, habéis puesto impedimento a los que entraban!  

Aquellos que no entraron por haberles vosotros obstruido el camino... serán juzgados con piedad.  

Purificad con el fuego del amor y de la penitencia los sentidos de vuestra alma y oiréis, veréis, gustaréis, oleréis, me sentiréis a Mí en las palabras que digo a los humildes y callo a vosotros

 


 

Dice Jesús:

"¿Sabes por qué te escogí? Porque eres pura miseria, estando convencida de serlo, y te vivifica el amor.

 

Yo voy buscando humildad y amor a fin de depositar

 mis palabras y mis gracias haciendo resplandecer

mis misericordias

 

Yo voy buscando humildad y amor a fin de depositar mis palabras y mis gracias haciendo resplandecer mis misericordias, porque el mundo se encuentra siempre necesitado de pruebas de la misericordia si ha de conservar un mínimo de amor y de fe.

Si la formación llevada a cabo de mi Iglesia y el afianzamiento del Cristianismo en el mundo hubiesen dado los frutos que de la floración primera cabía esperar, no hubiera habido necesidad de más.

 

A cuantos creyeron en Mí les di cuanto necesitaban

para ir creciendo en la Fe y en mi Doctrina

 

A cuantos creyeron en Mí les di cuanto necesitaban para ir creciendo en la Fe y en mi Doctrina. Y se lo di de una manera perfecta como Yo sólo, el Perfectísimo, lo podía dar. Lo que ahora ha sucedido es, no que se haya perdido con el tiempo la eficacia de cuanto os di sino que se ha amortiguado en vosotros la facultad de comprender. Y se ha amortiguado porque habéis ofuscado vuestra vista espiritual con el humo de las humanas soberbias, vuestro oído espiritual con el murmullo de excesivas palabras humanas, vuestro gusto espiritual con el sabor de tanta corrupción, vuestro tacto espiritual con el abuso de inmoderados contactos carnales y vuestro olfato espiritual con esa perversión que os hace preferir lo putrefacto a lo que es puro. Se ha amortiguado, en fin, porque habéis aplastado vuestro espíritu bajo las piedras del sentido, de la carne, de la soberbia y del mal en sus mil formas.

 

Como riachuelo de agua destinado a regar las flores

 de vuestras almas, hice brotar de los Cielos  -mejor:

 de mi Corazón que os ama-  mi Doctrina.

 

Como riachuelo de agua destinado a regar las flores de vuestras almas, hice brotar de los Cielos  -mejor: de mi Corazón que os ama-  mi Doctrina. Mas vosotros habéis lanzado sobre el mismo piedras y escombros, partiéndolo en mil y mil hilos de agua que han acabado por perderse sin provecho para vosotros, cristianos, que, más o menos, habéis renegado de Cristo.

 

Las herejías manifiestas han anulado directamente

 muchas venas de agua que, partiendo de mi Corazón,

 bajaban a nutrir el organismo de la Iglesia, Una,

Católica, Romana, Universal,

 

Las herejías manifiestas han anulado directamente muchas venas de agua que, partiendo de mi Corazón, bajaban a nutrir el organismo de la Iglesia, Una, Católica, Romana, Universal, y gran parte del organismo ha llegado a convertirse en miembro paralizado, muerto a la vida y destinado a ser portador de células cancerosas.

 

Ahora bien, las pequeñas herejías individuales

 -¡y cuántas!- 

se hallan esparcidas por el núcleo de los católicos.

Estas son las más perniciosas y reprobables.

 

 Porque  -fijaos bien-  si a distancia de años y de siglos es condenable hasta cierto punto el protestante, de cualquier iglesia quesea, el ortodoxo, el oriental que acepta con fe lo que sus antepasados le dejaron como Fe verdadera, no es de perdonar, en cambio, el que vive bajo el signo de la Iglesia de Roma y se forja su particular herejía de la sensualidad del sentido, de la mente y del corazón.

¡Cuántos compromisos con el Mal, cuántos que yo veo y condeno!

 

De todo se preocupa el noventa por cien de los

católico, de todo menos de la vida que tienen gracias

a mi Fe. Y es entonces cuando Yo intervengo. Intervengo

 con la enseñanza directa

 

De todo se preocupa el noventa por cien de los católico, de todo menos de la vida que tienen gracias a mi Fe. Y es entonces cuando Yo intervengo. Intervengo con la enseñanza directa que sustituye con sus luces y su calor a tantos púlpitos por demás helados y oscuros. Intervengo para ser Maestro en el puesto de los maestros que prefieren cultivar sus intereses materiales en lugar de los intereses espirituales vuestros y, sobre todo, míos. Porque Yo les encomendé los talentos vivos que sois vosotros, almas que compré con mi Sangre, viñas y graneros de Cristo Redentor, no para que los dejasen improductivos e incultos sino para que se gastasen a sí mismos haciéndoles rentar y fructificar.

 

¿Sabes quiénes son los más reacios en aceptar esta

ayuda que Yo presto para reparar los daños del ayuno

 espiritual del que vosotros, los católicos morís?

Son precisamente mis sacerdotes

 

Pues bien, María. ¿Sabes quiénes son los más reacios en aceptar esta ayuda que Yo presto para reparar los daños del ayuno espiritual del que vosotros, los católicos morís? Son precisamente mis sacerdotes. Las pobres almas desparramadas por entre el laicado católico acogen con devoción esta pan que Yo parto a las turbas dispersas en el desierto porque tengo compasión de ellas que vienen menos. Mas los doctores de las doctrina, no.

 

"¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que habéis

usurpado la llave de la ciencia y, no habiendo entrado

 vosotros, habéis puesto impedimento a los

que entraban!"

 

Lo demás es lógico. Como hace 20 siglos, mi Palabra que es caricia, pobres almas, viene a ser reproche, para quienes os han dejado empobrecer. Y el reproche, por más que sea justo, siempre pesa. Mas ahora, como hace  20 siglos, no puedo menos de repetirles: "¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que habéis usurpado la llave de la ciencia y, no habiendo entrado vosotros, habéis puesto impedimento a los que entraban!"

 

Aquellos que no entraron por haberles vosotros

 obstruido el camino... serán juzgados con piedad.

 

Aquellos que no entraron por haberles vosotros obstruido el camino con vuestras mezquindades y escandalizado sus corazones, que os miraban como a maestros, al veros más indiferentes que ellos mismos hacia la eterna Verdad, serán juzgados con piedad.

Empero vosotros, que preferisteis el dinero, los honores, las comodidades, los intereses de vuestros familiares a la misión de ser "maestros" en nombre y para continuar el Cristo docente; vosotros que sois tan severos con vuestros hermanos pretendiendo que den lo que vosotros no dais y produzcan los frutos que vosotros no sembrasteis en ellos mientras que sois tan indulgentes con vosotros mismos; vosotros que no creéis en mis manifestaciones provocadas, en el fondo, por vosotros, ya que es para reparar las ruinas causadas por vosotros por lo que vengo a amaestrar los corazones dispersos por el mundo; y observad: que tanto más vengo cuanto los tiempos más se cargan de herejías, incluso dentro de mi iglesia; vosotros que os burláis y perseguís a mis portavoces y les insultáis tratándoles de "locos" y "obsesos", lo mismo que vuestros lejanos antecesores dijeron de Mí; vosotros seréis tratados con severidad.

 

Purificad con el fuego del amor y de la penitencia

los sentidos de vuestra alma y oiréis, veréis,

gustaréis, oleréis, me sentiréis a Mí en las palabras

 que digo a los humildes y callo a vosotros

 

Purificad con el fuego del amor y de la penitencia los sentidos de vuestra alma y oiréis, veréis, gustaréis, oleréis, me sentiréis a Mí en las palabras que digo a los humildes y callo a vosotros, soberbios, porque únicamente el que tiene corazón de niño entrará en mi Reino y sólo a los pequeños revelo los secretos del Rey, porque el más grande de entre vosotros, católicos, no es el que ostenta ropaje de autoridad sino el que viene a Mí con puro corazón, confiado como un niño y amoroso como un párvulo para con su madre que le nutre.

¡Bienaventurados los pequeños! Yo les haré grandes en el Cielo."

C. 43. 356-359

A. M. D. G.