22 septiembre
lección de subida caridad.
Tres son los episodios que os la dan:
El centurión que implora por su criado impedido,
la mujer cananea cuya respuesta es un grito de
iluminada confianza
y la esposa de Poncio Pilatos: tres gentiles,
tres situados fuera de la Ley del Padre
hay miradas culpables, más que cualquier palabra, por el odio de que están henchidas
Se requiere tiempo para que el alma quede purificada de su tóxico anticristiano.
Dice Jesús:
"De mi Evangelio se desprende una lección para vosotros, los hombres, que tan divididos estáis por el odio.
hay miradas culpables, más que cualquier palabra,
por el odio de que están henchidas
Ayer te dejé tranquila a fin de darte tiempo a cambiar tu pensamiento y tu mirada -sí, también ésta, porque hay miradas culpables, más que cualquier palabra, por el odio de que están henchidas- filtrando los movimientos de tu corazón a través de la enseñanza dulcísima de María.
Se requiere tiempo para que el alma quede purificada
de su tóxico anticristiano.
Las tempestades que convulsionan un lago no se calman de pronto y, sobre todo, al calmarse, no vuelven las aguas inmediatamente a su primer aspecto. La turbulencia hace que sigan alterados por algún tiempo el color y la transparencia de las aguas y sólo cuando las ondas se han calmado totalmente, incluso en el fondo, el agua se clarifica y torna azul y su huracán infernal, irrumpe en un corazón. Se requiere tiempo para que el alma quede purificada de su tóxico anticristiano.
la humanidad es fase transitoria de vuestra vida,
mientras que la parte sobrehumana es la que
no conoce limitación
Cierto, María, que Yo comprendo cómo es humano el que, ante ciertos agentes dolorosos, surja el odio. Mas vosotros no sois humanos tan sólo. Por el contrario, la humanidad es fase transitoria de vuestra vida, mientras que la parte sobrehumana es la que no conoce limitación ya que, desde el momento en que fuisteis creados por el Padre, estáis y estaréis siempre en luz o en tinieblas, conforme a vuestro comportamiento sobre la tierra, no hasta el fin del mundo sino hasta la eternidad que no tiene fin.
¡La tierra! ¿Qué supone para mi tiempo la dilatada, diez y diez y diez veces milenaria vida de la tierra cristiana y las siete veces milenaria vida de la tierra, planeta creado por mi Padre? Un instante de eternidad.
Yo no puedo quedarme donde hay odio, por más que
éste, recuérdalo siempre, sea el más humanamente
justo y razonable de los odios
Ayer te estabas purificando y te dejé inmersa en esta labor a todos necesaria y, en particular, a mis queridos, puesto que Yo no puedo quedarme donde hay odio, por más que éste, recuérdalo siempre, sea el más humanamente justo y razonable de los odios. Y esto lo digo ahora por ti y por todos.
La lección de que te hablo y que os da mi Evangelio,
sobre la que poco o nada meditáis, es lección de
subida caridad. Tres son los episodios que os la dan.
La lección de que te hablo y que os da mi Evangelio, sobre la que poco o nada meditáis, es lección de subida caridad. Tres son los episodios que os la dan. Se os explican de forma distinta; mas Yo, en esta hora de odio entre las razas del mundo, os los explico a mi modo: ese modo sobre el que tanto debierais meditar para salir de este abismo infernal en el que habéis convertido la tierra.
El centurión que implora por su criado impedido, la mujer cananea cuya respuesta es un grito de iluminada confianza y la esposa de Poncio Pilatos: tres gentiles, tres situados fuera de la Ley del Padre; mas, entre los hijos de Abrahán, entre los que vivían en la Ley dada por el Señor a su Profeta entre los rayos del Sinaí, ¿quién tenía un corazón parecido al de esos tres corazones? Tuvieron más fe en Mí que mis compatriotas; reconocieron que Yo soy la luz de esta fe y su creer no quedó sin premio.
Yo quiero que esto os persuada de que todas las razas,
en todas las naciones hay buenos, hay ignorados hijos
de Dios, porque todo aquel que cree en Mí y me busca
con pureza de corazón es hijo mío
Ahora bien, Yo quiero que esto os persuada de que todas las razas, en todas las naciones hay buenos, hay ignorados hijos de Dios, porque todo aquel que cree en Mí y me busca con pureza de corazón es hijo mío. Ni en Israel encontré tanta fe como en estos tres corazones que vinieron a Mí sin que Yo les hubiese materialmente llamado. Y ¡cuantos como éstos de aquel tiempo lejano se dan entre los que viven actualmente!
No juzguéis, hijos, ni despreciéis a nadie. Amad tan sólo, amad a todos. Recordad que tenéis un único Padre Creador y que, por tanto, sois hermanos entre vosotros. Un único barro os formó y un único soplo os vivificó.
Mirad a Jesús, el Maestro, que no yerra y que no rechazó
al centurión pagano, ni a la cananea tenida en Israel
por una leprosa del alma
¿A qué pues tanto odio de unos contra otros? No seáis duros con los hermanos. Mirad a Jesús, el Maestro, que no yerra y que no rechazó al centurión pagano, ni a la cananea tenida en Israel por una leprosa del alma.
Cuidad no sea Dios el que os juzgue a vosotros por tales, infectados como estáis de crueldad, de mentira, de lujuria y de soberbia. Purificaos con el fuego del amor que es el agua lustral que devuelve la blancura a vuestra alma y el toque que abre vuestros ojos cegados, vuestros oídos taponados, que da vida a vuestro ánimo paralizado haciéndoos capaces de entender lo que el Divino Espíritu comunica a vuestro espíritu tan necesitado de luz y de perdón."
C. 43. 359-361
A. M. D. G.