13 octubre

 

 

Cuál es el verdadero progreso

 

 


 

El que Yo esté contigo es un acto de mi bondad   

¡ay si el alma que goza de bendición de la presencia sensible de Dios cayese en pecado de soberbia! Perdería súbitamente a Dios  

si Dios desea estar con sus criaturas, éstas a su vez, deberían desear estar con Dios  

Es el grito que salva pues nunca se invoca en vano mi Nombre 

 Habéis multiplicado el placer y la muerte y multiplicado asimismo el saber y la muerte.  

¡Cuánto tendríais para estudiar sin necesidad de devanaros los sesos con abstrusidades dañosas o buscando realizaciones homicidas!   

Todo el universo obedece a una ley de amor para con Dios y para con el hombre  

Hombres míseros que habéis embotado vuestro espíritu con el pecado hasta el punto de no saber ya captar la armonía de las cosas del universo  

Por algo está mi Cruz tan alta sobre el mundo. Mirad a esta Cruz sobre la que un Dios se inmola por vosotros  

Y a ti, que me escuchas y escribes, te enseño el modo seguro de venir a Mí a fin de que tú, a tú vez, se lo enseñes a tus hermanos. 

 Imitar en todo al Maestro: He aquí el secreto que salva. 

 Esta doctrina que el mundo no quiere aceptar es verdadera

 


 

Dice Jesús:

 

El que Yo esté contigo es un acto de mi bondad

 

"El que Yo esté contigo es un acto de mi bondad. Es deseo de un Dios de amor estar con sus criaturas y cuando éstas no le rechazan con su traición, Dios no se aleja. En ciertos casos y por especiales correspondencias del alma, la cercanía es más sensible.

 

¡ay si el alma que goza de bendición de la presencia

sensible de Dios cayese en pecado de soberbia! Perdería

 súbitamente a Dios

 

Mas, ¡ay si el alma que goza de bendición de la presencia sensible de Dios cayese en pecado de soberbia! Perdería súbitamente a Dios por cuanto Él no está donde hay soberbia. Cuanto mayor es la humildad de la criatura, tanto más desciende a ella Dios. María tuvo a Dios en sí, no sólo espiritualmente, mas también como Carne viva, porque alcanzó el ápice de la santa humildad.

 

si Dios desea estar con sus criaturas, éstas a su vez,

deberían desear estar con Dios

 

Ahora bien, si Dios desea estar con sus criaturas, éstas a su vez, deberían desear estar con Dios.

¡Cuántas divagaciones tienen las almas! Corren tras los intereses humanos, se extravían por pistas de humanos placeres, se desvían en pos de falsas doctrinas y se alucinan con demasiados espejismos de ciencia humana. Llega la tarde de su vida y se encuentran tan alejadas de Mí...! Cansadas, con náuseas, corroídas, carecen ya de fuerza para acercarse al Señor. Es ya mucho si aún les queda un residuo de nostalgias celestiales y de recuerdos de Fe que les haga lanzar el grito de los antiguos leprosos: "¡Jesús, ten compasión de mí!"

 

Es el grito que salva pues nunca se invoca en vano

mi Nombre

 

Es el grito que salva pues nunca se invoca en vano mi Nombre. Yo, que velo a la espera de ser llamado, acudo presuroso hacia quien me invoca y por mi Nombre, ante el que se estremecen de júbilo los Cielos y de terror los abismos, opero el milagro.

Mas no debería hacer falta, hijos desamorados e imprudentes, acudir a Mí en la última hora tan sólo. Porque, ¿ya sabéis vosotros por anticipado si habréis de tener tiempo y ocasión de llamarme? Y ¿sabéis si Satanás, con una última añagaza, os jugará el postrer engaño al ocultaros la proximidad de la muerte y hacer así que ésta os coja como ladrón que llega de improviso?

 

Habéis multiplicado el placer y la muerte y multiplicado

 asimismo el saber y la muerte.

 

El mundo está lleno de muertes imprevistas. Son uno de los productos de vuestro género de vida. Habéis multiplicado el placer y la muerte y multiplicado asimismo el saber y la muerte.

El primero os lleva a la muerte, no sólo a vosotros que pecáis, mas también a vuestros hijos y a los hijos de esos hijos, del modo como vosotros purgáis los pecados de los padres de vuestros padres a través de las consecuencias de vuestras liviandades y de vuestras crápulas.

El segundo os lleva a la muerte a través del que llamáis vuestro "progreso" del que las tres cuartas partes es obra de la enseñanza de Satanás, ya que las realizaciones y medios de refinada destrucción que vosotros creáis son fruto de vuestro progreso y la cuarta parte restante se debe a un desmedido afán de comodidades bajo el cual se oculta, además del epicureismo, la antigua soberbia de querer emular a Dios en la velocidad, en el vuelo y en otras cosas por encima de la capacidad del hombre que son mal empleadas por él. Y si Salomón descubrió que quien acrece el saber aumenta el dolor y esto lo encontró ya entonces, ¿qué habría de decir ahora que habéis hecho del mundo un caos del saber en el que falta el freno de la ley de Dios y de la caridad?

 

¡Cuánto tendríais para estudiar sin necesidad de

devanaros los sesos con abstrusidades dañosas o

buscando realizaciones homicidas!

 

¡Cuánto tendríais para estudiar sin necesidad de devanaros los sesos con abstrusidades dañosas o buscando realizaciones homicidas! Hay en mi Universo páginas incontables en las que el ojo del hombre podría leer, y Yo querría que así fuese, lecciones y leyes sobrenaturales de belleza y de bondad. Yo, Dios Uno y Trino, Yo creé este universo que os circunda y nada malo puse en él para vosotros.

 

Todo el universo obedece a una ley de amor para con Dios

y para con el hombre

 

Todo el universo obedece a una ley de amor para con Dios y para con el hombre. Mas nada aprendéis vosotros del curso ordinario de los astros, del sucederse de las estaciones, del fructificar del suelo. Nada que os sirva para conquistar el Cielo. Sois los únicos que no obedecéis, sois el desorden del Universo y pagáis vuestro desorden con ruinas continuas en las que perecéis cual rebaños espantados que se precipitan barranco abajo hasta un río mugiente.

 

Hombres míseros que habéis embotado vuestro espíritu

 con el pecado hasta el punto de no saber ya captar

la armonía de las cosas del universo

 

Hombres míseros que habéis embotado vuestro espíritu con el pecado hasta el punto de no saber ya captar la armonía de las cosas del universo que cantan todas las alabanzas de su Dios Creador, hablan de Él y le obedecen con un amor que en vano busco en el hombre.

Dejad vuestro inútil vagar tras tanto saber humano, tras tanta humana ambición y venid a Mí.

 

Por algo está mi Cruz tan alta sobre el mundo. Mirad a

esta Cruz sobre la que un Dios se inmola por vosotros

 

Por algo está mi Cruz tan alta sobre el mundo. Mirad a esta Cruz sobre la que un Dios se inmola por vosotros y si tenéis entrañas de hombres y no de fieras, conducíos de acuerdo con este mi amor por vosotros.

Yo no os di mi vida para que vosotros continuarais perdiendo la vuestra. Os la entregué para daros la Vida. Por eso debéis vosotros querer la posesión de esta vida eterna, obrando en consecuencia, y no emular a los animales más inmundos viviendo en la ciénaga.

Recordad que estáis en posesión de un espíritu. Recordad que por ese vuestro espíritu murió un Dios. Tenéis tanto miedo a una desgracia que dura poco y no os horroriza la condenación cuyos tormentos carecen de término.

Volved, pobres hijos, al camino de la Vida. El que os ama os conjura a ello.

 

Y a ti, que me escuchas y escribes, te enseño el modo

 seguro de venir a Mí a fin de que tú, a tú vez, se lo enseñes

 a tus hermanos.

 

Y a ti, que me escuchas y escribes, te enseño el modo seguro de venir a Mí a fin de que tú, a tú vez, se lo enseñes a tus hermanos.

 

Imitar en todo al Maestro:

 He aquí el secreto que salva.

 

Imitar en todo al Maestro: He aquí el secreto que salva. Si Él ora, orar; si Él trabaja, trabajar, y si Él se sacrifica, sacrificarse. Ningún discípulo es más que su Maestro ni distinto de Él. Y ningún hijo, de ser buen hijo, se diferencia de su padre.

¿No te has fijado cómo les gusta a los niños imitar a su padre en las acciones, en las palabras y hasta en el andar? Ponen sus piececitos en las pisadas del padre y con eso les parece haber llegado a ser mayores porque, para ellos, imitar al padre que aman es alcanzar la perfección.

Haz María mía, como esos pequeñines. Hazlo siempre. Sigue las pisadas de tu Jesús. Son pisadas sangrientas, pues tu Jesús fue herido por amor a los hombres. Sangra también tú por ellos de mil heridas que en el Cielo se cambiarán a perlas que serán otros tantos testimonios de tu caridad y la caridad es la perla del Cielo.

Tráeme almas. Son esquivas como cabritos. Mas si tú las atraes con dulzura, ellas se darán. ¡Qué difícil resulta ser dulces entre tanta amargura como, de continuo, destila el prójimo! Mas se impone filtrarlo todo por el tamiz de mi amor. Es menester pensar que, por cada alma que viene a Mí, es grande mi alegría haciéndome olvidar las amarguras que el hombre, de continuo, me proporciona. Es preciso pensar que la Justicia se halla por demás irritada y que, más que nunca, son necesarias víctimas redentoras para aplacarla.

No quiero que tú me sigas únicamente con amor. Quiero que también me sigas con dolor. Yo sufrí para salvar al mundo. Necesita el mundo, por tanto, de sufrimientos si ha de ser todavía salvado.

 

Esta doctrina que el mundo no quiere aceptar

 es verdadera

 

Esta doctrina que el mundo no quiere aceptar es verdadera. Es necesario echar mano de todos los medios para salvar a la humanidad que muere.

El sacrificio oculto y la dulzura manifiesta son dos armas para vencer en esta lucha por la que Yo te premiaré.

Al igual de tu Señor, sé heroica en la caridad, heroica en el sacrificio, dulce en las pruebas y con tus hermanos. Tomarás entonces el semblante y la vestimenta de tu Rey y, cual bruñido espejo, reflejarás mi Rostro.

Hay que saber imitar a María que llevaba entre las gentes a Cristo: Salud del mundo."

C. 43. 410-414

A. M. D. G.