21 OCTUBRE
almas acogidas del Purgatorio (continuación)
Decíoslo mañana y tarde, al mediodía y a medianoche...:"yo no soy Dios"
No levantéis más altares a dioses falsos
Esta que os puede parecer ley servil, es, por el contrario, una prueba de cómo os ama Dios
Dios no quiere vuestras enfermedades.
Habéis depravado vuestro instinto
Mas creéis vosotros que Yo haya de condenarlas por este su delito contra Dios y contra sí mismas No.
Los padres son vuestros creadores terrenos y, como a tales, debéis venerarlos en todo.
Es la belleza de su alma, la educación de su espíritu las que debéis procurarles.
Sólo Dios es Juez y Juez santo.
Sed santos incluso mientras os está quemando la ofensa y, sobre todo entonces, acordaos de Dios.
Sed santos igualmente vosotros, jueces de la tierra.
Recordad, hombres, que Yo, el Puro, no me negué a redimir a las mujeres sin honor
Qué gran pecado contra el amor sea el adulterio lo tengo ya dicho
Es obvio que falte al amor todo aquel que roba
Os doté de la palabra en señal de superioridad sobre todos los demás animales de la tierra
La envidia no es caridad: es anticaridad.
el Purgatorio no es sino sufrimiento de amor. Cuando, por obra de las plegarias de los vivientes que os aman, llegan hasta vosotros los méritos de Cristo... va haciéndose cada vez más diáfano en vosotros el recuerdo de Dios al que visteis en aquel instante.
Oh gozo de los gozos, cuando veáis que subís a mi Gloria
¡Ánimo! Bendita tú a quien se han revelado verdades ocultas
Dice Jesús:
"Reanudo el tema de las almas acogidas del Purgatorio (17 de octubre)
No hace al caso que no penetrases tú el sentido cabal de mis palabras. Estas páginas van destinadas a todos ya que todos tienen seres queridos en el Purgatorio y casi todos, por la vida que llevan, están destinados a permanecer en aquella morada. Continúo pues tanto para unos como para otros.
las almas purgantes sufren tan sólo por el amor y que
expían con el amor. He aquí las razones de esta forma de
expiación
Dije que las almas purgantes sufren tan sólo por el amor y que expían con el amor. He aquí las razones de esta forma de expiación
Si vosotros, hombres irreflexivos, consideráis atentamente mi Ley, así en sus consejos como en sus mandatos, veréis que toda ella gira sobre el amor. Amor para con Dos y amor para con el prójimo.
En el primer mandamiento Yo, Dios, me impongo a vuestro
amor reverencial con toda la solemnidad propia de mi
Naturaleza contrapuesta a vuestra nada:
"Yo soy el Señor tu Dios."
En el primer mandamiento Yo, Dios, me impongo a vuestro amor reverencial con toda la solemnidad propia de mi Naturaleza contrapuesta a vuestra nada: "Yo soy el Señor tu Dios."
Con harta frecuencia os olvidáis de ello, hombres que os creéis dioses y que, de no tener en vosotros un espíritu vivificado por la gracia, otra cosa no sois que polvo y podredumbre, animales que unís a la animalidad la astucia de la inteligencia poseída por la Bestia que os fuerza a realizar obras de bestias y, peor aún que de bestias, de demonios.
Decíoslo mañana y tarde, al mediodía y a medianoche...:
"yo no soy Dios"
Decíoslo mañana y tarde, al mediodía y a medianoche; decíoslo cuando coméis, cuando bebéis, cuando vais a dormir, cuando os despertáis, cuando trabajáis, cuando descansáis; decíoslo cuando amáis, cuando trabáis amistades, cuando mandáis y cuando obedecéis; decíoslo siempre: "yo no soy Dios". La comida, la bebida, el sueño, "no son Dios". El trabajo, el descanso, las ocupaciones, las obras del genio, "no son Dios". La mujer, o peor: las mujeres, "no son Dios". Las amistades, "no son Dios", Los superiores, "no son Dios", Uno sólo es Dios: el Señor que dio esta vida para que con ella me granjee la Vida que no muere, que me proporcionó vestidos, alimentos, habitación y lo mismo trabajo para ganarme la vida, ingenio con que demostrar que soy el rey de la tierra; que me dotó de capacidad de amar y de criaturas a las que amar "con santidad" y no con lujuria; que me revistió de poder y de autoridad para que haga de ellos medios de santificación y no de condenación. Yo puedo llegar a ser como Él puesto que dijo: "Vosotros sois dioses", pero sólo si vivo su Vida, o sea, su Ley; pero sólo si vivo su Vida, o sea, su Amor. Uno sólo es Dios: Él. Yo soy su hijo y su vasallo, el heredero de su reino. Mas si deserto de Él, si formo para Mí un reino propio en el que quiero humanamente ser rey y dios del mismo, entonces pierdo el Reino verdadero y desbarato mi condición de hijo de Dios degradándola a la de hijo de Satanás, ya que resulta imposible servir a un tiempo al egoísmo y al amor; y así, el que sirve al primero sirve al enemigo de Dios y pierde el Amor, es decir pierde a Dios.
Desterrad de vuestra mente y de vuestro corazón
cuantos falsos dioses habéis en ellos entronizado
comenzando por el dios de fango que sois vosotros
cuando no vivís en Mí.
Desterrad de vuestra mente y de vuestro corazón cuantos falsos dioses habéis en ellos entronizado comenzando por el dios de fango que sois vosotros cuando no vivís en Mí. Recordad qué es lo que me debéis en pago de cuanto os he dado, -y más habríaos dado si o hubieseis atado las manos a vuestro Dios con vuestra forma de vida. Qué es lo que os he dado para vuestra vida diaria y para la vida eterna. Para ésta Dios os dio a su Hijo a fin de que fuese inmolado como cordero sin mancilla y lavase con sus Sangre vuestros débitos y así no hiciese recaer, como en los tiempos mosaicos, la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la cuarta generación de pecadores que son "aquellos que me odian", puesto que el pecado es ofensa contra Dios y quien ofende odia.
No levantéis más altares a dioses falsos
No levantéis más altares a dioses falsos. Poned, no ya sobre altares de piedra sino sobre el altar vivo de vuestro corazón al solo y único Señor Dios vuestro. Servidle a Él y tributadle culto verdadero de amor, de amor y de amor, vosotros, hijos que no sabéis amar y que decís, decís palabras de plegaria, palabras tan sólo pero que no hacéis del amor vuestra plegaria, única que Dios agradece.
Recordar que un sincero latido de amor que salga como nube de incienso de las llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitamente mayor que miles de rezos y de ceremonias hechos con un corazón tibio o frío. Atraed mi Misericordia con vuestro amor. ¡Si supierais cuán activa y grande es mi Misericordia para con el que me ama! Es onda que pasa lavando cuanto de manchado hay en vosotros. Os proporciona cándida estola para entrar en la ciudad santa del Cielo en la que resplandece como un sol la Caridad del Cordero que se hizo inmolar por vosotros.
No os sirváis de su Nombre santo por costumbre o para
prestar fuerza a vuestra ira, desfogar vuestra
impaciencia y corroborar vuestras maldiciones
No os sirváis de su Nombre santo por costumbre o para prestar fuerza a vuestra ira, desfogar vuestra impaciencia y corroborar vuestras maldiciones. Y, sobre todo, no apliquéis el término "dios" a criatura alguna humana a la que améis con hambre de sentido o devoción de la mente. A Uno sólo ha de aplicarse dicho Nombre: a Mí. Y a Mí se me debe decir con amor, con fe y con esperanza. Tal Nombre será así vuestra fortaleza y vuestra defensa. El culto de este Nombre os justificará porque quien obra poniendo mi Nombre como sello de sus actos, no puede cometer acciones depravadas. Hablo de quien obra con sinceridad, no de los mentirosos que tratan de cubrirse a sí mismos y a sus obras con el fulgor de mi Nombre tres veces santo. Y ¿a quién intentan engañar? No soy Yo sujeto de engaño como tampoco los mismos hombres, a menos que se trate de enfermos mentales, pues de la mera confrontación de las obras de los mentirosos con lo que dicen, llegan a comprender que son falaces, mostrándoles por ello su desdén y su repugnancia.
En cualquier cosa que hagáis debierais tenerme siempre
presente; mas, puesto que no sabéis obrar teniendo
el espíritu fijo siempre en Dios, cesad en vuestro trabajo
una vez a la semana para pensar únicamente en Dios.
Vosotros que no sabéis amar si no es a vosotros mismos y a vuestros intereses y que se os figura perdido todo tiempo que no se dedique a complacer a la carne o a engrosar la bolsa, sabed, dentro de vuestro gozar o trabajar como glotones y como bestias, intercalar un descanso que os permita pensar en Dios, en su bondad, en su paciencia y en su amor. En cualquier cosa que hagáis, lo repito, debierais tenerme siempre presente; mas, puesto que no sabéis obrar teniendo el espíritu fijo siempre en Dios, cesad en vuestro trabajo una vez a la semana para pensar únicamente en Dios.
Esta que os puede parecer ley servil, es, por el contrario,
una prueba de cómo os ama Dios
Esta que os puede parecer ley servil, es, por el contrario, una prueba de cómo os ama Dios. Sabe vuestro buen Padre que sois máquinas por demás frágiles para haber de ser usadas de continuo y así ha mirado por vuestra carne, ya que también ella es obra suya, mandándoos que le deis descanso un día de cada siete a fin de proporcionarle la debida reparación de sus energías.
Dios no quiere vuestras enfermedades.
Dios no quiere vuestras enfermedades. Si hubierais permanecido siendo sus hijos, suyos de verdad, desde Adán en adelante, no hubierais conocido las enfermedades. Son éstas fruto de vuestras desobediencias a Dios, a las que han de añadirse el dolor y la muerte. Y, al modo de los hongos, nacieron y nacen sobre las raíces de la desobediencia primera: la de Adán, y van brotando unas con otras, en trágica cadena, del germen que quedó inoculado en el corazón y del veneno de la Serpiente maldita que os produce fiebres de lujuria, de avaricia, de gula, de pereza y de imprudencias culpables.
Y es imprudencia culpable el tratar de forzar vuestro ser con un trabajo continuo a fin de obtener ganancias como lo es el querer gozar con exceso de la gula o del sentido no contentándoos con el alimento necesario para la vida ni con la compañía indispensable para la continuación de la especie, sino saciándoos sobre toda medida como animales de pantano y enervándoos y envileciéndoos -no ya como brutos, pues éstos no son semejantes sino superiores a vosotros en el connubio al que van obedeciendo a leyes de orden- envileciéndoos más que los brutos: como demonios que desobedecen las leyes santas del instinto recto, de la razón y de Dios.
Habéis depravado vuestro instinto
Habéis depravado vuestro instinto y él os lleva ahora a preferir los pastos corrompidos, formados por la lujuria, en los que profanáis vuestro cuerpo, que es obra mía, y vuestra alma, que es mi obra maestra, y matáis embriones vitales negándoles la vida puesto que los suprimís intencionadamente antes de tiempo o valiéndoos de esas vuestras lepras que son un veneno mortal para las vidas que surgen.
¡Cuántas no son las almas que vuestro apetito sensual llama del Cielo y a las que vosotros cerráis después las puerta de la vida! ¡Cuántas las que apenas si llegan al término, saliendo a la luz moribundas si no muertas ya, impidiéndoles el Cielo! ¡Cuántas a las que imponéis una carga de dolor, que no siempre pueden soportar, con una existencia enferma, marcada con lacras dolorosas y de vergüenza! ¡Cuántas las que no pueden resistir a esta condición de martirio no querido por ellas antes impuesto por vosotros cual marca de fuego sobre su carne que vosotros engendrasteis sin reflexionar que, cuando os encontráis corrompidos como sepulcros rebosantes de putrefacción, no os es lícito engendrar hijos para condenarlos al dolor y a la aversión de la sociedad!
Mas ¿creéis vosotros que Yo haya de condenarlas
por este su delito contra Dios y contra sí mismas? No.
Mas ¿creéis vosotros que Yo haya de condenarlas por este su delito contra Dios y contra sí mismas? No. Antes que ellas, que pecan contra dos, estáis vosotros que pecáis contra tres: contra Dios, contra vosotros mismos y contra esos inocentes que engendrasteis para llevarlos a la desesperación. Pensadlo, pensadlo bien. Dios es justo y si pesa la culpa, pesa también las causas de la culpa. Y en este caso, el peso de la culpa mitiga la condena del suicida y recarga la vuestra, verdaderos homicidas de vuestras criaturas desesperadas.
en ese día de descanso para vuestra carne que se quiebra
con el exceso de fatiga, sabed ocuparos de los derechos
y de los deberes del alma.
En ese día de reposo que Dios puso en la semana y del que os dio ejemplo con el suyo, -pensad: Él, el Agente infinito, el Generante que por Sí mismo se genera de continuo, Él os enseñó la necesidad del descanso haciéndolo por vosotros a fin de ser vuestro Maestro en la vida. Y vosotros, potencias despreciables, pretendéis no hacer caso como si fueseis más poderosos que Dios- en ese día de descanso para vuestra carne que se quiebra con el exceso de fatiga, sabed ocuparos de los derechos y de los deberes del alma. Derechos: a la Vida verdadera. El alma muere si se la tiene apartada de Dios. Dadle a vuestra alma el domingo -ya que no sabéis hacerlo todos los días y a todas las horas- para que en ese domingo se nutra de la palabra de Dios y se sature de Dios a fin de que goce de vitalidad durante los demás días de trabajo. ¡Qué dulce le resulta el descanso en la casa paterna a aquel hijo al que el trabajo le tuvo alejado de ella durante toda la semana! Y ¿por qué mancháis este día con crápulas y lascivias en vez de hacer de él una luz tersa para vuestra felicidad presente y futura?
Y, tras el amor para quien, os creó, está el amor hacia
el que os engendró y hacia el que es vuestro hermano.
Y, tras el amor para quien, os creó, está el amor hacia el que os engendró y hacia el que es vuestro hermano. Si Dios es Caridad, ¿cómo podéis decir que estáis en Dios cuando nada hacéis por asemejaros a Él en la caridad? Y ¿podéis decir que le sois semejantes por amarle a Él tan sólo no amando a los demás que fueron creados por Él? cierto que Dios debe ser amado sobre todos; pero nadie puede decir que ama a Dios si rehúsa amar a los que Dios ama.
Amad pues en primer término a aquellos que, por haberos
engendrado, son los segundos creadores de vuestro
ser sobre la tierra.
Amad pues en primer término a aquellos que, por haberos engendrado, son los segundos creadores de vuestro ser sobre la tierra. El Creador supremo es el Señor Dios que forma vuestras almas y, dueño como es de la Vida y de la Muerte, permite vuestra arribada a la vida. Mas, son creadores segundos aquellos que, de dos carnes y de dos sangres, hacen una nueva carne, un nuevo hijo de Dios, un nuevo futuro habitante del Cielo, ya que para el Cielo fuisteis creados y para el Cielo vivís en la tierra.
¡Oh dignidad sublime la del padre y de la madre! Santo
Episcopado, digo con palabra osada pero verdadera,
que consagra un nuevo siervo para Dios con el crisma
del amor conyugal, ...
¡Oh dignidad sublime la del padre y de la madre! Santo Episcopado, digo con palabra osada pero verdadera, que consagra un nuevo siervo para Dios con el crisma del amor conyugal, lo lava con el llanto de la madre, lo viste con el trabajo del padre, lo hace portador de la Luz al infundir el conocimiento de Dios en las mentes infantiles y el amor de Dios en aquellos corazones inocentes.. En verdad os digo que, por el solo hecho de haber creado un nuevo Adán, son los padres un poco inferiores a Dios. Mas cuando, después, los padres, del nuevo Adán saben hacer un nuevo pequeño Cristo, entonces su dignidad es apenas inferior en un grado a la del Eterno.
Los padres son vuestros creadores terrenos y, como
a tales, debéis venerarlos en todo.
Amad pues a vuestro padre y a vuestra madre, esta doble manifestación de Dios a la que el amor conyugal transformó en "unidad", con un amor inferior tan sólo al que debéis al Señor Dios vuestro. Amadles por cuanto su dignidad y sus obras son para vosotros las más parecidas a las de Dios. Los padres son vuestros creadores terrenos y, como a tales, debéis venerarlos en todo.
Y vosotros, padres, amad a vuestra prole. Recordad que a todo deber corresponde un derecho que si los hijos tienen el deber de reconocer en vosotros la más alta dignidad después de la Dios y de tributaros el amor más grande después de aquel total debido a Dios, vosotros tenéis el deber de ser perfectos a fin de que no mermen el buen concepto y el amor de los hijos hacia vosotros.
Es la belleza de su alma, la educación de su espíritu
las que debéis procurarles.
Recordad que engendrar una carne es mucho; pero es nada al mismo tiempo. También los animales engendran una carne y muchas veces cuidan de ella mejor que vosotros. Mas lo que vosotros engendráis es un ciudadano del Cielo. De esto es de lo que os debéis preocupar. No apaguéis la luz en las almas de vuestros hijos ni permitáis que la perla de su alma adquiera tendencias al fango, no sea que tal tendencia les lleve a sumergirse en él. Dad amor, amor santo a vuestros hijos y no vanos cuidados de su belleza física ni de su cultura humana. Es la belleza de su alma, la educación de su espíritu las que debéis procurarles.
La vida de los padres es sacrificio, al igual que la
de los sacerdotes y la de los maestros conscientes
de su misión.
La vida de los padres es sacrificio, al igual que la de los sacerdotes y la de los maestros conscientes de su misión. Estas tres categorías corresponden a los "formadores" de lo que no muere que es el espíritu o la psiquis si así lo preferís. Y, dado que el espíritu se relaciona con la carne en la proporción de 1.000 a 1, considerad qué perfección habrán de alcanzar los padres, maestros y sacerdotes si de verdad han de ser lo que deben. Digo "perfección". No basta "formación". Deben formar a otros; mas para formarlos sin deformidad han de modelarlos conforme a un modelo perfecto. Y ¿cómo habrán de conseguirlo siendo ellos imperfectos? Y ¿cómo han de poder llegar a ser ellos perfectos si no se modelan conforme al Perfecto por excelencia que es Dios? Y ¿qué es lo que al hombre puede capacitarle para modelarse según Dos? El amor; siempre el amor. Sois hierro tosco e informe. El amor es el horno que os purifica y derrite haciéndoos fluidos para colaros a través de las venas sobrenaturales en el molde de Dios. Sólo cuando estéis formados vosotros conforme a la perfección de Dios, seréis los "formadores" de los demás.
Muchas veces son los hijos una réplica de la quiebra
espiritual de sus padres y así por los hijos se
advierte lo que llegaron a ser sus padres
Muchas veces son los hijos una réplica de la quiebra espiritual de sus padres y así por los hijos se advierte lo que llegaron a ser sus padres. Pues bien, si es cierto a veces que de padres santos nacen hijos depravados, esto viene a ser la excepción. Generalmente, uno al menos de los padres no suele ser santo y, como os resulta más fácil copiar lo malo que lo bueno, el hijo copia al menos bueno. E igualmente es cierto que de padres malos nace, a las veces un hijo santo. Pero también aquí es difícil que en los padres ambos sean malos. Y así, por ley de compensación, el más bueno de los dos es bueno por dos y, con oraciones, lágrimas y palabras realiza solo cuanto deberían hacer los dos formando al hijo para el Cielo.
De todas formas, hijos, sean quienes fueren vuestros
padres. Yo so digo: "No los juzguéis antes, amadles
perdonadles y obedecedles en todo cuanto no sea
contrario a mi Ley
De todas formas, hijos, sean quienes fueren vuestros padres. Yo so digo: "No los juzguéis antes, amadles perdonadles y obedecedles en todo cuanto no sea contrario a mi Ley. Queda para vosotros el mérito de la obediencia, del amor y del perdón, de ese vuestro perdón de hijos, María, que acelera el perdón de Dios hacia vuestros padres y tanto más lo acelera cuanto el perdón es más completo. La responsabilidad de vuestros padres y el justo juicio de los mismos, tanto en lo que atañe a vosotros como a Dios, queda en manos de Este que es el juez único.
Sólo Dios es Juez y Juez santo.
Resulta ocioso explicar cómo el matar es faltar al amor. Al amor hacia Dios al que despojáis del derecho de vida y muerte para con una de sus criaturas y del derecho de Juez. Sólo Dios es Juez y Juez santo. Y si él concedió al hombre el establecimiento de tribunales de justicia para poneros un freno así en el delito como en el castigo, ¡ay de vosotros si, como faltáis a la Justicia de Dios, faltáis también a la justicia del hombre erigiéndoos en jueces de vuestro semejante que os faltó o creéis que os haya faltado!
Sed santos incluso mientras os está quemando la ofensa
y, sobre todo entonces, acordaos de Dios.
Considerad, pobres hijos, que la ofensa y el dolor trastornan la mente y el corazón que la ira y el mismo dolor echan un velo ante vuestra mirada intelectual, velo que os impide la visión de la verdad real y de la caridad tal cual os la presenta Dios a fin de que sepáis regular según ella hasta vuestro justo enojo y no cometer así con excesiva y despiadada condena una injusticia. Sed santos incluso mientras os está quemando la ofensa y, sobre todo entonces, acordaos de Dios.
Sed santos igualmente vosotros, jueces de la tierra.
Sed santos igualmente vosotros, jueces de la tierra. Tenéis entre manos los más vivos horrores de la humanidad. Escudriñadlos con mirada y mente imbuidas de Dios. Penetrad el verdadero "porqué" de ciertas "miserias" y pensad que, si bien son verdaderas "miserias" de la humanidad que se degrada, son asimismo múltiples las causas que las producen. En la mano que mató buscad la fuerza que la movió a matar y acordaos de que también vosotros sois hombres. Preguntaos a vosotros sí, de haberos visto traicionados, abandonados y provocados, seríais mejores que aquel o aquellos que están ante vosotros aguardando la sentencia. Pensad, haciéndoos un severo examen a vosotros mismos, si no podría culparos alguna mujer de ser vosotros los verdaderos asesinos de aquel hijo que ella eliminó porque, tras los momentos de placer, faltasteis a vuestro compromiso de honor. Y si lo podéis hacer, sed también vosotros severos.
Mas si, después de haber pecado contra aquella
criatura nacida por obra de vuestra insidia y
de vuestra lujuria, queréis aún alcanzar perdón de
Aquel a quien no se le engaña ... trabajad al menos
en prevenir el mal
Mas si, después de haber pecado contra aquella criatura nacida por obra de vuestra insidia y de vuestra lujuria, queréis aún alcanzar perdón de Aquel a quien no se le engaña ni pierde la memoria por años y años que transcurran de una vida correcta tras aquella incorrección que no quisisteis reparar o aquel delito que provocasteis, trabajad al menos en prevenir el mal y, sobre todo, allí donde la ligereza femenina y la miseria ambiental predisponen a las caídas en el vicio y el infanticidio.
Recordad, hombres, que Yo, el Puro, no me negué a
redimir a las mujeres sin honor
Recordad, hombres, que Yo, el Puro, no me negué a redimir a las mujeres sin honor y, para suplir el de que carecían, hice brotar en ellas, cual flor en suelo mancillado, la flor viva del arrepentimiento que redime. Di mi amor compasivo a aquellas pobres desgraciadas a las que un mal llamado "amor" habíalas hundido en el fango y mi amor verdadero las salvó de la lujuria que el tal amor les inoculara. Si las hubiese maldecido y rechazado, habríalas perdido para siempre. Las amé hasta por el mundo mismo, el cual, tras haber gozado de ellas, las cubre con su desprecio hipócrita y con su mentido desdén. En lugar de las caricias pecaminosas, yo las acaricié con la pureza de mi mirada; en vez de las palabras de delirio, Yo tuve para ellas palabras de amor; y, en contraposición al dinero, precio vergonzoso de sus besos, les entregué los tesoros de mi Verdad.
Así es hombre, cómo se hace para sacar del fango al que se encuentra hundido en él y no abrazarse a su cuello para perecer los dos o lanzarle piedras tal vez para hundirlo más. Es el amor, siempre el amor, el que salva.
Qué gran pecado contra el amor sea el adulterio lo
tengo ya dicho
Qué gran pecado contra el amor sea el adulterio lo tengo ya dicho (17 de octubre) y no lo repito por ahora. Hay tanto que decir sobre este desahogo de la animalidad -y tanto que no lo entenderíais, puesto que hasta os jactáis de ser traidores al hogar- que me callo por piedad hacia mi pequeña discípula. No quiero agotar las fuerzas de esta criatura, ya exhausta, ni turbar su ánimo con crudezas humanas porque, hallándose próxima a la meta, piensa tan solo en el Cielo.
Es obvio que falte al amor todo aquel que roba
Es obvio que falte al amor todo aquel que roba. Si se tuviera (en) cuenta de no hacer a los demás lo que no se querría que se hiciese a uno mismo y se amase a los otros como a sí mismo, no se arrebataría con violencia lo que es del prójimo. No se faltaría, por tanto, al amor como, por el contrario, se falta cometiendo latrocinios que lo mismo pueden ser de mercancías, de dinero, como de empleos. ¡Cuántos hurtos comentéis robándole un puesto al amigo o un invento al compañero! Sois ladrones, tres veces ladrones, al hacer eso. Lo sois mucho más que si robaseis una cartera o una alhaja, porque sin éstas se puede seguir viviendo, mas sin un puesto de trabajo se muere y con el desposeído del puesto muere también de hambre su familia.
Os doté de la palabra en señal de superioridad sobre
todos los demás animales de la tierra
Os doté de la palabra en señal de superioridad sobre todos los demás animales de la tierra. Deberíais, por tanto, amarme por este don mío de la palabra. Deberíais, por tanto, amarme por este don mío de la palabra. ahora bien, ¿puedo decir que me amáis por la palabra cuando hacéis de este don del Cielo arma de la que os servís para arruinar al prójimo mediante falso juramento? No, no me amáis a Mí como tampoco al prójimo cuando juráis en falso, antes nos odiáis. ¿No reflexionáis que la palabra mata no sólo la carne mas también la reputación del hombre? El que mata odia y el que odia no ama.
La envidia no es caridad: es anticaridad.
La envidia no es caridad: es anticaridad. El que desea inmoderadamente los bienes ajenos es un envidioso y no ama. Contentaos con lo que tenéis. Pensad que, bajo apariencias de dicha, se esconden con frecuencia dolores que sólo Dios ve y que se os ahorran a vosotros, menos felices en apariencia que aquellos a quienes envidiáis. Y si, por ventura, el objeto deseado fuese la mujer de otro o el marido ajeno, sabed entonces que al pecado de envidia añadís el de lujuria y el de adulterio. Inferís con ello una triple ofensa a la Caridad de Dios y a la del prójimo.
Como veis, contraviniendo al decálogo, contravenís al amor. E igual sucede con los consejos que os di, que son la flor del árbol de la Caridad. Ahora bien, si faltando a la Ley faltáis al amor, es obvio que el pecado es carencia de caridad y, por eso, debe expiarse con el amor.
el Purgatorio no es sino sufrimiento de amor.
El amor que no supisteis darme en la tierra, debéis dármelo en el Purgatorio. Y aquí tenéis por qué digo que el Purgatorio no es sino sufrimiento de amor.
Durante toda vuestra vida amasteis poco a Dios en su Ley. Os echasteis a la espalda su pensamiento. vivisteis amando todo menos a Dios. Justo es pues que, no habiendo merecido el Infierno ni el Paraíso, os ganéis ahora este último encendiéndoos con la caridad y ardiendo en ella en la medida que fuisteis tibios sobre la tierra. Justo es que suspiréis de amor durante miles y miles de horas de expiación por las miles y miles de veces que dejasteis de suspirar sobre la tierra por Dios, fin supremo de las inteligencias creadas. A cada vez que volvisteis vuestras espaldas al amor corresponden años y siglos de nostalgia amorosa. Años o siglos, según la gravedad de vuestra culpa.
Seguros ya de la posesión de Dios, conocedores de su suprema belleza por aquel fugar encuentro del primer juicio cuyo recuerdo se os renueva haciéndoseos más viva el ansia de amor, suspiráis por Él, lloráis vuestro alejamiento y os hacéis cada vez más permeables a aquel fuego encendido por la Caridad por vuestro supremo bien.
Cuando, por obra de las plegarias de los vivientes
que os aman, llegan hasta vosotros los méritos de
Cristo... va haciéndose cada vez más diáfano en
vosotros el recuerdo de Dios al que visteis
en aquel instante.
Cuando, por obra de las plegarias de los vivientes que os aman, llegan hasta vosotros los méritos de Cristo lazados como ardorosas esencias en el fuego santo del Purgatorio, os penetra, mucho más fuerte y profundamente la incandescencia del amor, y, entre el rutilar de las llamas, va haciéndose cada vez más diáfano en vosotros el recuerdo de Dios al que visteis en aquel instante.
Al igual que suceda en la vida de la tierra que, a medida que crece el amor, tanto más tenue se hace el velo que oculta al viviente la Divinidad, otro tanto ocurre en el segundo reino: que, cuanto más aumenta la purificación y, por tanto, el amor, tanto más próximo y visible se muestra el rostro de Dios. Se trasluce y sonríe ya por entre el rutilar del fuego santo. Es como un Sol que por momentos se ve acercando y su luz y su calor van anulando progresivamente la luz y el calor del fuego purgativo hasta que, pasando del merecido y bendito tormento del fuego purgativo al conquistado y feliz refrigerio de la posesión, os desplazáis de la llama a la Llama, de la luz a la Luz, elevándoos hasta alcanzar a ser luz y llama en Él, que es el Sol eterno, al modo de una chispa absorbida por una hoguera o una candela arrojada a un incendio.
Oh gozo de los gozos, cuando veáis que subís a mi Gloria
¡Oh gozo de los gozos, cuando veáis que subís a mi Gloria, que pasáis de aquel reino de espera al Reino del triunfo! ¡Oh conocimiento perfecto del Perfecto Amor!
María, este conocimiento es un misterio que, sólo por benevolencia de Dios puede la mente conocer pero no con palabras humanas describir. Cree que merece la pena sufrir durante toda la vida a trueque de poseerlo a la hora de la muerte. Ten por cierto que no se da más subida caridad que procurarlo con la oración a quienes amasteis sobre la tierra y dan ahora comienzo a su purgación mediante el amor, ese amor al que, en vida, tantas y tantas veces cerraron las puertas de su corazón.
¡Ánimo! Bendita tú a quien se han revelado
verdades ocultas
¡Ánimo! Bendita tú a quien se han revelado verdades ocultas. Sigue adelante, obra y elévate. Hazlo por ti y por todos aquellos a los que amas y se encuentran en el más allá.
Deja que el Amor vaya consumiendo la urdimbre de tu vida. Vierte tu amor sobre el Purgatorio para abrir las puertas del Cielo a los que amas. Feliz de ti si aciertas a amar hasta lograr la consunción de todo aquello que es débil y que pecó. Al encuentro del espíritu purificado por la inmolación del amor vienen los Serafines que le enseñan el "Sanctus" eterno que ha de cantar a los pies de mi trono".
C. 43. 448-459
A. M. D. G.