27-10. Mateo, cap. 3, v.11-12
El Bautismo. Los diferentes espíritus
El Bautismo contiene en sí todos los elementos necesarios para llevaros a la santidad
Qué se necesita para ser harina de hostias
Dice Jesús:
"Hay bautismo de bautismo, hija querida: Todos cuantos sois católicos tenéis el Bautismo que lava la culpa original y que en todos debería producir los mismos efectos de santidad si todos miraseis al Cielo en vez de estar fijos en el fango de la Tierra con los ojos del espíritu y con las raíces de vuestro ser.
El Bautismo contiene en sí todos los elementos
necesarios para llevaros a la santidad
El Bautismo, sacramento instituido por Mí en lugar del bautismo de Juan, el Precursor, contiene en sí todos los elementos necesarios para llevaros a la santidad. Os da la Gracia y quien posee la gracia lo tiene todo.
Mas vosotros no hacéis caso de la Gracia y la tiráis cual si fuera un don sin provecho. Entre el grave deber de ser fieles a esta Gracia que otra cosa no es sino Dos mismo en vosotros con todos sus dones y el fácil compromiso con la carne y con la sangre, con el dinero, con el Mal a trueque de gozar o creer gozar durante esos pocos instantes de eternidad que constituyen vuestra vida terrena, vosotros preferís el compromiso.
Cuando el Hijo de Dios, ése que os ama, viene por entre las muchedumbres marcadas con su señal, esa señal que supera en gloria a las coronas reales puesto que os confiere una realeza ultraterrena de hijos y herederos del Rey Altísimo, se encuentra con que son pocos los que lucharon contra el instinto y contra Satanás o que lavaron con el arrepentimiento las manchas de Satanás y del instinto teniendo así tersa y operante esa señal de predestinación, a esos pocos, que son los queridos de mi Corazón, Yo Hijo de Dios, a quien le fue dado por el Padre toda potestad de juicio, vengo a administrarles un bautismo de fuego ardiente que quema y consume en ellos cuanto tienen de humano y así liberar su espíritu capacitándolo para recibir al Espíritu que habla.
Selección rigurosa y elección dolorosa dentro de su mismo gozo. Porque quien no se encuentra limpio, quien no se mantuvo o llegó a purificarse por el amor y por el arrepentimiento, no puede ser aceptado como grano mío. Las granzas estériles y vacías, la ballueca y la cuscuta dañina, los inútiles verticilos parásitos, todos serán apartados tras un riguroso examen mío.
Las granzas son los orgullosos: orgullosos, tanto de corazón como de pensamiento por su ciencia racionalista y errada, los fariseos e escribas de los tiempos actuales. La ballueca y la cuscuta son los rebeldes a la Ley y los emponzoñadores de corazones: los corruptores y escandalosos para los que les fuera mejor haber sido expulsados muertos ya del seno materno. Los verticilos son los débiles, los tibios que quieren beneficiarse de la comunión de los santos, pero sin esforzarse en contribuir a ella con la mínima fatiga. Son los de espíritu perezoso, ésos que siempre están necesitados de estímulo, de apoyo, de calor para poder vivir su pobre vida espiritual. Sin el concurso de ciertas ayudas se arrastrarían por el suelo incapaces de tender al Cielo y serían pisoteados por el Maligno: digo pisoteados, no tomados. Hasta por Él son despreciados. Se despreocupa de ellos en absoluto pues sabe que ellos mismos dan muerte a su propia alma.
Y es elección dolorosa porque, como espiga destinada a ser harina de Dios, ha de aceptar los estrujamientos del trillo, la inmolación del molino, la purificación del cedazo, es decir: dolores, dolores y más dolores, mortificaciones y ascetismo sin cuento.
Qué se necesita para ser harina de hostias
¡Oh!, para ser harina de hostias es preciso saber dejarse despojar por el amor de toda impureza. Nada tan eficiente como el amor para llevar a cabo esta purificación de vuestra personalidad haciéndola así apta para vivir en el Cielo.
Mas piensa, alma mía, piensa qué hermoso te ha de parecer mi Paraíso después de tanto dolor. Cuanto de amargo bebes aquí por amor a tu Rey, lo encontrarás allá arriba convertido en dulzura. Todas las heridas que aquí te laceraron serán allí joyas eternas y gozo todo el dolor. El tiempo pasa y pasa por momentos. Yo, en cambio, permanezco y conmigo mi Eternidad. Yo y ella seremos tu dádiva, dádiva que te mereciste con tu amor y con tu dolor. Una eternidad de Luz y de gozo sempiterno. Una eternidad con Dios; con Dios, María.
Piensa siempre en esto y anhelarás el dolor lo mismo que el aire que respiras."
C. 43. 468-470
A. M. D. G.