1º de noviembre (Sab. cap. 6, del v. 11 en adelante)
El que ama la Sabiduría ama su fuente
que es Dios, y el que ama a Dios
conquista el premio.
Esforzaos en merecer la Sabiduría
Dice el Señor Jesús:
Soy Yo quien di a mis santos la Sabiduría de lo que soy poseedor absoluto. Yo el que hablo a mis queridos para que esparzan mi Sabiduría entre los hombres. Yo el que bendigo con gratitud a mis elegidos que se gastaron a sí mismos en ser portadores de mi Sabiduría. Soy Yo quien les premio porque el amor a la Sabiduría es amor a Dios, no pudiéndose dar conocimiento de la Sabiduría con insubordinación contra Dios. El que ama la Sabiduría ama su fuente que es Dios, y el que ama a Dios conquista el premio.
Esforzaos en merecer la Sabiduría
Vosotros, por tanto, que aspiráis siempre a la gloria, aspirad a esta gloria verdadera y eterna. Dejad que caigan los cetros y celebridades de la tierra y tratad de conquistar la fama y la corona inmortal de la santidad bienaventurada. Esforzaos en merecer la Sabiduría y ya, desde la tierra, poseeréis todo, por cuanto poseeréis a Dios que hablará en vosotros, os guiará, os consolará, os elevará, os hará amigos míos y profetas del Altísimo. Vosotros, entonces, entenderéis, hablaréis, veréis, no con vuestros órganos y con vuestra capacidad sino con la vista y la mente de Aquel que está en vosotros como el Santo de los Santos en su tabernáculo viviente.
Seréis, queridos hermanos míos, como era mi Madre cuando me llevaba en su seno y Yo le comunicaba mis movimientos de amor. María, velo preciosísimo y casto para el Viviente, el Sabio, el Santo, infusa ya de Sabiduría por su pureza superangélica, fue una misma cosa con la Sabiduría cuando el Amor la hizo Madre de la Sabiduría encarnada. Ni sois menos vosotros cuando conmigo-Eucaristía en el corazón y con el corazón ávido de vivir de Dios -ésta es la condición esencial- venís a ser unos conmigo y sabéis permanecer en Mí con vuestro amor adorante aun después de la consunción de las Especies.
Sedme "Marías". Llevad a Cristo en vosotros. El mundo, imbuido de tanta ciencia vana, necesita contar con quien le comunique la verdadera Sabiduría. Y quien en sí me tiene, lo mismo que quien en Mí se anula, por más que no diga palabra alguna, comunica la Sabiduría con sus obras ya que éstas dan testimonio de Dios.
Así pues, por compasión de los ciegos, de los sordos, de los analfabetos del espíritu, pongo la voz y la pluma en los labios y en las manos de los que escojo para que se oiga de nuevo el Espíritu de Dios y se salven los desviados, vuelvan a encontrar la justa dirección los que andan errantes y se alcen nuevamente los caídos confiando en quien tiene por nombre: Misericordia."
C. 43. 488-489
A. M. D. G.