1º de noviembre a las 12,30,

después de una antiprofesión de fe de m.p.

 

 

EL cometido de las víctimas

 

 


 

¿Con qué compararemos a ciertos pobres desgraciados?

   Son abismos de error y de horror, de odio tal vez, que colman la paciencia, la misericordia, el amor y el dolor.

  Son inútiles las palabras porque a tales almas las atruena Satanás y a éste se le vence con la oración y el dolor

   LAS CUATRO IMPRESIONES DE MARÍA VALTORTA

 


 

Dice Jesús:

 

¿Con qué compararemos a ciertos pobres desgraciados?

 

"¿Con qué compararemos a ciertos pobres desgraciados? Con esos maníacos infelices que, mientras fuera luce un sol esplendido y tienen cerca de ellos afectos y alimentos, se niegan a salir, a alimentarse, a conversar, recluyéndose, cual bestias salvajes en su cubil, dentro de la oscuridad y dejándose morir de inanición.

 

Son abismos de error y de horror, de odio tal vez, que

 colman la paciencia, la misericordia, el amor y el dolor.

 

Son abismos de error y de horror, de odio tal vez, que colman la paciencia, la misericordia, el amor y el dolor. La paciencia, al tener que soportar sus ideas; la misericordia, al acercarnos a ellos a pesar de la repugnancia que nos produce la lepra de su espíritu; el amor, porque el amor es el vencedor y el medicamento más eficaz de todos; y el dolor, porque para comunicar la Vida y la Luz es preciso morir como el grano que sólo si muere proporciona alimento.

 

Son inútiles las palabras porque a tales almas las

atruena Satanás y a éste se le vence

con la oración y el dolor

 

Basta que les deis estas cosas. Son inútiles las palabras porque a tales almas las atruena Satanás y a éste se le vence con la oración y el dolor, no con discusiones en las que él es maestro para persuadir de su doctrina.

Es natural que tú sufras. Cada una de aquellas palabras, antes de herir mis Carnes, han atravesado las tuyas pues para eso te pusiste entre el mundo y tu Maestro: para defender a tu Rey. Es el cometido de las víctimas. Mas Yo sobre cada herida te pongo un beso y por cada una te digo: gracias, María, por tu amor. Seas por ello bendita."

 

LAS CUATRO IMPRESIONES DE MARÍA VALTORTA

 

Son las 16 y disfruto, cosa rara, de un momento de soledad.

Al cansancio de tener que soportar las voces en torno mío, pues querría vivir oyendo tan sólo la "Voz" que usted (P. Migliorini) sabe, a la que amo con todo mi ser, o recordando esa "Voz", se ha unido hoy la doble fatiga de tener que oír... (la caridad, de la que tan altas enseñanzas acaban de darme, me impide escribir la palabra que me viene espontánea), ¿cómo diré?: palabras ignorantes. Espero del buen Dios que compadezca esa ignorancia y perdone al ignorante, precisamente, por esa su ignorancia tan rotundamente manifestada.

De verdad, me encuentro como si me hubiesen azotado. Tanto he sufrido por ello. Ha sido tan manifiesto que él se ha dado cuenta y ha tratado de remediarlo trayéndome un dulce. ¡Qué amargo me sabía aquel dulce mezclado con la ofensa a mi Dios Eucarístico! No pudiendo, o mejor, no queriendo hablar por no excederme en la acritud, me he callado; mas, sin duda, ha hablado mi semblante.

Después, a la hora de la siesta, le he dicho a Paula (hija de José Belfanti) que tengo necesidad de silencio pues el exceso de palabras cansa mi físico agotado. Y ella se lo ha dicho a los demás. Mas no es el físico el que se turba y sufre. Es el espíritu el que se trastorna. Querría vivir aislada 18 horas cuando menos de las 24.0, al menos, estar con quien me comprende, conoce y respeta la imperiosa, santa y suave exigencia de Dios sobre mí.

Como usted puede ver, Jesús me ha consolado con las palabras que me ha dirigido a las 12'30. Pero la amargura de algunas cosas oídas y de ciertas constataciones hechas en relación con determinadas almas, continúa.

Cesa en este momento la tregua de paz y, a mi vez, ceso de escribir.

Menos mal que Paula me dedica una fotografía con estas palabras. "Te amo y quiero expresarte mi agradecimiento porque, al vivir a tu lado, me siento estar más cerca de Dios". ¡Menos mal! Ya que a él no le he podido llevar adonde quiero, la llevo, al menos, a ella. Y, puesto que es joven y probablemente ha de llegar a ser madre de familia, está bien que se empape de Dios.

Reanudo hoy, 2 de noviembre, porque ayer, entre la gente que vino y ...la poco grata visita inglesa (El primer bombardeo aéreo sobre Viareggio tuvo lugar en la tarde del 1.º de noviembre de 1943), no pude escribir más.

En cuanto a las emociones experimentadas durante aquel penoso cuarto de hora, le diré que fueron varias y dispares.

Es la primera, que sólo rezando me sentía cumplidamente tranquila. Me parecía imposible que, mientras le invocaba para mí, lo mismo que para todos los que se encontraban reunidos junto a mi lecho y, con caridad mayor, para todos los demás que huían por las calles o temblaban en el interior de sus casas, Él, cuyo Nombre es poderoso, no me hubiese de escuchar. Tenía la sensación, y lo advertí tres o cuatro veces durante el rezo, de que Él me abrazaba dándome a entender que debía estar tranquila porque Él me protegía.

En circunstancias para mí tan graves, sería faltar a la verdad decir que no sufrió mi corazón por ello. Si me impresiona un fuerte ruido, un grito, el choque de dos automóviles, el ver caer a una persona, un altercado, una noticia, etc. etc., cabe razonablemente pensar cuánto se habría conmovido mi corazón físico con semejante destrucción. Mas, como pudo comprobar usted, sostenido como estaba mi corazón con una inyección vigorosa, mi ánimo no se encontraba descentrado.

Es la segunda, que, desde la mañana, tras aquella profesión anticatólica, me hallaba bajo la impresión, o mejor dicho, la persuasión de que, si hubieran de llegar aquel día los enemigos, sería algo espantoso. Y ¡efectivamente...!

La tercera son cosas ya acaecidas: el alivio experimentado al pensar ser ya pasada la pesadilla que desde hacía unos 20 días me atormentaba acerca de un bombardeo aéreo. No le hice indicación alguna sobre aquel sueño con el que quería relacionar el hecho de la muerte de aquellos cinco en la plaza Mazzini hace quince días poco más o menos (con motivo de unas maniobras militares que se desarrollaban en los Alpes Apuanos, un proyectil que debería haber caído en el mar, cayó, por el contrario, en la Plaza Mazzini segando a cinco personas). En ese sueño vi caer proyectiles desde lo alto sobre Viareggio y entendía que venían de los aires. Mas me quería ilusionar con que todo hubiese ya sucedido con aquel proyectil que cayó corto.

¿Habrá acaecido todo ahora? Dios lo quiera porque, le confieso, no me hago a la idea de morir sepultada viva o destrozada en un hospital. Acepto mis cinco enfermedades y estoy dispuesta a aceptar otras cinco y diez más con todos sus dolores; pero lo que únicamente pido es que se me deje estar en mi casa en donde tantas cosas ha obrado Jesús conmigo, siendo, por ello, para mí sagrada al estar marcada por Él y porque en ella han muerto los míos.

La cuarta y última impresión es de reconocimiento para con usted. Estaba segura de que habría de venir, mas el verlo llegar me conmovió y calmó. ¡No están de más en determinados momentos las absoluciones y bendiciones!

En aquellos días en que usted se encontraba ausente, estaba yo de continuo con el corazón en un hilo por temor a cualquier percance mío particular o a algún otro de carácter general. Sé muy bien, por experiencia de lo que suele acaecer, que es muy difícil poder contar con médicos y sacerdotes en los momentos que más necesarios y deseados son.

Y ese era el motivo de dolerme yo de que usted se encontrase lejos ya que no hay otro que usted que se acuerde de mí.

C. 43. 490-493

A. M. D. G.