4-11
Mis conocimientos
de la Sagrada Escritura
Leer la Biblia es para mí como deambular por un mundo desconocido
No puedo en esto ser más detallada y obediente
Confío mi pasado a la Misericordia de Dios. Espero su ayuda para el presente
Dice Jesús:
En relación con el deseo que usted tiene de que le diga cuales eran mis conocimientos de la Sagrada escritura, le puedo formalmente asegurar que tan sólo conozco los cuatro Evangelios. Esos los sé de memoria y desde hace años. Así mismo leí una vez, hará esto trece años, el Cantar de los Cantares y, precisamente, en una edición protestante que más tarde entregué al entonces párroco de San Paulino: Monseñor Guidi, en la actualidad difunto. En un libro de cultura leí los Proverbios de Salomón. Y aquí terminan mis conocimientos.
Leer la Biblia es para mí como deambular por un mundo
desconocido
Leer la Biblia es para mí como deambular por un mundo desconocido que se hiciera impenetrable ya que, por lo que se me alcanza, tan sólo entiendo su significado superficial y los comentarios de las anotaciones puestas al pie de las páginas que, se lo advierto, difieren de las que el Maestro me sugiere.
Cuando iba a la escuela me hicieron estudiar la Historia Sagrada en un texto breve adaptado a nuestra edad infantil y sabe usted muy bien cómo son tales textos: reducidos a la mínima expresión. recordaba los puntos salientes, nombres más que sucesos, y confieso que, exceptuados los nombres de Adán, Abrahán, Esaú, Moisés, Lot, Ruth, Esther, y pocos más, ninguna otra cosa recordaba. No hay sino decir: ¡un perfecto pollino! En resumidas cuentas: del Nuevo Testamento, además de los Evangelios, conocía aquellos fragmentos referidos en las epístolas y basta.
Aun ahora que, por indicación suya, tengo la Biblia a mi
disposición, no he ido, y esto por orden sobrenatural,
mas allá de Esther
Aun ahora que, por indicación suya, tengo la Biblia a mi disposición, no he ido, y esto por orden sobrenatural, mas allá de Esther. Y le confieso que muchas, muchas páginas de los Reyes y de los Paralipómenos me han gustado mucho. Después me ha ocupado tanto el Maestro que no he podido avanzar ordenadamente. Tanto es así que me he quedado encallada en el capítulo 13.º de Job. El resto, quitados los puntos que, de vez en cuando, el Maestro me explica, lo desconozco totalmente.
Repito, que en los días en que Jesús calla y yo le invito con la confianza que da el amor, abro el Libro por aquí y por allá sin pararme siquiera a leer. Me fijo en un punto y si siento que Jesús da señales de hablar, bien; y si no, abro por otra parte hasta que habla. Si después de tres o, a lo sumo, cuatro tentativas en diversos puntos abiertos al azar por las 1838 páginas del Libro, comprendo que no quiere hablar, me resigno y leo por mi cuenta a partir del unto donde quedé, que es ahora la página 729 ( la edición usada por M.V. es: "La Sagrada Biblia", traducida y comentada por el P. Eusebio Tintori O.F.M., Instituto Misionero Pía Sociedad de S. Pablo, 1942. La página 729 contiene: del libro de Job, las últimas palabras del capítulo 11, todo el capítulo 12 y los tres primeros versículos del capítulo 13.).
No puedo en esto ser más detallada y obediente
No puedo en esto ser más detallada y obediente. Y lo soy a pesar de los muchos obstáculos que se interponen y que van: de las continuas interrupciones a los vértigos producidos por mi estado de salud que el médico la encontró ayer muy grave. La situación pulmonar y cardiaca da pie para todos los temores humanos, Quedan para mí todos los goces sobrenaturales.
Sé que mi pulso es debilísimo, filiforme, arrítmico y depresivo. Lo advierto. Por algo fui enfermera. Sé que me puedo quedar paralítica de un momento a otro. Sé que los vértigos y los colapsos son producidos por la anemia cerebral y la atrofia cardiaca. Sé que respiro tan sólo con la mitad del pulmón izquierdo y que el derecho está como si fuese una rama seca. Todo esto lo sé. Mas éstas son mis riquezas y las fuentes de mi paz.
Confío mi pasado a la Misericordia de Dios. Espero su ayuda
para el presente
Confío mi pasado a la Misericordia de Dios. Espero su ayuda para el presente. Y para el futuro, brilla para mí, cual sol jubiloso, la perspectiva de llegar presto adonde Aquél que amo. Por eso, cada agravamiento no tiene tañido fúnebre sino que suena como campana que repica a fiesta anunciándome la proximidad de mi entrada en la Vida.
C.43. 497-499
A. M. D. G.