4-11, a las 9,30
(después de haber terminado de escribir mis impresiones).Sabiduría, capítulos 10, 11-12.
Los doctores de la ciencia sagrada
pudiendo ser "luces", son humo que
oculta la luz hasta en su origen
Las almas no tienen necesidad de ciencia sino de luz.
Cuando Adán se manchó con la culpa se hizo desmerecedor de la enseñanza de Dios
No oyó más Adán la voz del Ofendido Dióle luces de instinto y luces de arrepentimiento.
cuanto más supieron amarla, tanto más alta brilló la Sabiduría para los hombres
Cómo habré de llamaros si he de daros un nombre que os cuadre
Dice Jesús:
"Has dicho bien. (3 de noviembre). Es masticar paja y Yo quiero que te nutras con grano selecto. La paja no nutre sino que hincha sin nutrir. Así acaece con muchas de las ciencias.
Lo que en toda ciencia es siempre un peligro, resulta
particularmente pernicioso cuando se trata de la
ciencia de las cosas de Dios.
Lo que en toda ciencia es siempre un peligro, resulta particularmente pernicioso cuando se trata de la ciencia de las cosas de Dios. Así es hoy día. Los doctores de la ciencia sagrada olvidan con harta frecuencia de qué trata, al servicio de quién están y de qué poderes hablan. Olvidan asimismo a quiénes hablan y las consecuencias de su enseñanza que, a modo de ondas, se propagan en extensión tras haber impresionado directamente a los primeros que les oyeron. Pudiendo ser "luces", son humo que oculta la luz hasta en su origen.
Les agrada hacer ostentación de erudición humana. En verdad te digo que si es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que no un rico se salve, aún más difícil será que un eclesiástico "humanamente" ("Humanamente" es palabra añadida con grafía que no parece de María Valtorta si bien ésta la añade en una copia mecanografiada.) docto o cualquiera que trata de cosas de religión conciencia humana, se salve. No sólo habrán de responder de haberse hartado, llenos hasta rebosar, de humana erudición, no admitiendo antes expulsando de sí cuanto es ciencia santa, sino que tendrán que responder del mal incalculable que hicieron a los demás, empezando por sus hermanos religiosos y descendiendo hasta a los simples fieles y a los hombres en general.
En verdad te digo que la luz que ha de nimbar la frente de un humilde creyente que únicamente sabe recitar sus oraciones sin más garambainas de cultura, hará sonrojar de vergüenza a estos tales, que, como Epulón, quisieron tener abastecida su mesa con toda suerte de alimentos olvidando uno tan sólo; la Caridad. Y la Caridad se hallará cerrada para ellos siendo extremadamente avara con los mismos, del modo que ellos se cerraron y fueron avaros con Ella.
Los doctos no entienden el Cantar que encubre las
relaciones amorosas de Dios con su Iglesia y Dios con las
almas
Los doctos no entienden el Cantar que encubre las relaciones amorosas de Dios con su Iglesia y Dios con las almas. No es posible. Sólo los amadores de Dios perciben el sonido de la octava cuerda, ese sonido que es producido al toque del dedo de Dios movido por el amor. Los demás tienen los oídos cerrados a esa voz celestial que es la verdadera voz reina entre las voces que, como un coro, la acompañan, siendo voces para los sentidos humanos. No lo entienden los doctos que levantan una nueva Babel allí donde se alza, cual columna de místico cirio, la Palabra que no precisa de erudición humana sino de pureza de espíritu y de amor para ser comprendida. Ni lo entienden aquellos para quienes el Amor se hace Pan, se hace Voz y se hace Luz.
Despojaos de las franjas y de las filacterias con las que os pavoneáis y vestíos una sencilla túnica de lino puro ceñida con franja de púrpura. Este fue el vestido de Cristo Maestro y séalo también el vuestro. ¡Pureza, representantes de la religión! Sea la pureza vuestro vestido: Pureza de carne, doble pureza de corazón y triple pureza de pensamiento.
A quien os demanda pensamientos de Dios no le entreguéis pensamientos contaminados por el vuestro apartado de Dios y saturado de erudición humana. Que haya amor, amor, amor en vuestro derredor y dentro de vosotros. En vuestro derredor, para que las gentes lo vean; y dentro, porque cuanto hay en el interior se irradia como esencia al exterior. Y mal podéis infundir lo que no poseéis ni hablar con justa voz de lo que no entendéis.
Las almas no tienen necesidad de ciencia sino de luz.
Las almas no tienen necesidad de ciencia sino de luz. Para la ciencia hay ya excesivos volúmenes y doctos en demasías. Dad a las gentes las palabras de la Sabiduría y dádselas con palabras de sabiduría impregnada de Mí.
Y ya que ahora hemos hablado de esto, sigue aún escribiendo sobre la Sabiduría.(C.10, 11-12; mas tal vez sea: Sabiduría, capítulos 10, 11 y 12.). He intercalado esta glosa en medio del comentario por ser éste su lugar. Te lo he concedido tras la obediencia porque es la obediencia la que me hace más benigno y más Maestro que nunca. Quiero tenerte de la mano como a un niño y, cuanto más de niño bueno sea tu alma, más seré para ti Padre y Maestro.
"La Sabiduría vela por aquel a quien Dios hizo primero... ella lo libró de su pecado y dióle el poder de gobernar las cosas."
Cuando Adán se manchó con la culpa se hizo desmerecedor
de la enseñanza de Dios
Adán en el Paraíso terrenal, puro y obediente, era instruido directamente por Dios. Cuando Adán se manchó con la culpa se hizo desmerecedor de la enseñanza de Dios. El último cuidado paternal fue el proveer a ambos de vestidos y enseñarles cómo cubrir lo que, a la sazón, era estímulo para los sentidos contaminados. ¿Cómo habría podido desenvolverse la primera pareja sobre la Tierra de no haberla guiado una fuerza espiritual?
Dios, hijos que no pensáis en ello, es siempre padre y, hasta cuando hiere, no lo hace sino por bondad y con bondad. No os echa desnudos y abandonados a los caminos de perdición dejándoos solos. Aun cuando atraéis el castigo sobre vosotros, Él acompaña al mismo espirituales auxilios que vosotros, hechos de carne u sangre, no los apreciáis. Tan sólo apetecéis lo que satisface y nutre vuestra carne y vuestra sangre.
No oyó más Adán la voz del Ofendido Dióle
luces de instinto y luces de arrepentimiento.
No oyó más Adán la voz del Ofendido. Ahora bien, Este, porque le amaba como a obra de sus manos, no le dejó sin luces. Dióle luces de instinto y luces de arrepentimiento. Las primeras para su carne y las segundas para su alma. con el arrepentimiento sincero mereció la salvación y con el instinto reinó sobre las cosas.
Las luces, que otra cosa no son que Sabiduría, fueron en sus hijos maestras de progreso; menos en quien, rechazando la Sabiduría, prestó oídos al Error, es decir, a Satanás que armó su mano con el sílex con que fue abatido el inocente.
La Sabiduría instruyó al hombre recto para que se salvase la estirpe humana y las especies animales en el castigo de las cataratas abiertas sobre el mundo convertido en cloaca.
La Sabiduría impulsó a Abrahán al gran sacrificio y puso a salvo su corazón de padre, como también condujo fuera del fuego venido del Cielo al justo y al obediente.
La Sabiduría no abandona al que a Ella se confía con puro corazón y recto pensamiento. Y huye, en cambio, de aquel que se empeña en escogerse su pasto y su camino y así ese tal termina por conocer las sendas del error y por comer el manjar de la muerte.
cuanto más supieron amarla, tanto más alta brilló la
Sabiduría para los hombres
Como el sol que, cuanto más alto sube en la bóveda del cielo, más brilla y calienta, así también, cuanto más supieron amarla, tanto más alta brilló la Sabiduría para los hombres. Proporcionó progreso de espíritu y de inteligencia. Fulguró en el milagro del Sinaí dando a los hombres la Ley que no cambia. Y si al menos ahora, ante la sangre que bebéis, se quebrase vuestra dureza -pues de sangre se han vuelto los ríos y los mares de la tierra y de sangre se nutren las espigas y los racimos que os proporcionan el pan y el vino- si al menos ahora, como sucedió con los hebreos de Egipto, se quebrase vuestra dureza para acoger a la Sabiduría...!
Aun esto, hijos, es castigo de Misericordia. sois vosotros quienes lo transformáis en sangre de Justicia. Reconocedme por Padre y no por rey inexorable. Hacedme Rey; pero rey de amor, rey de vuestra casa: padre, vuestro padre y no Juez.
Y -los que vivís en Mí, lo mismo que los que de Mí os alejasteis- ¿no os veis igualmente atormentados? Los primeros, por el dolor proporcionado por los hombres y los segundos, por el dolor no mitigado por Dios. ¿No sufrís, acaso, ahora todos sobre la tierra? Hay hambre hasta para los neutrales, mortandad por las pestilencias y peligros de nuevos azotes pesan sobre todos, aún sobre los más alejados y neutrales de todos.
¡Venid a Mí para salvaros! Llorad, no tanto por el
sentimiento del bienestar material perdido, cuanto por el
remordimiento de haber disgustado a Dios.
¡Venid a Mí para salvaros! Llorad, no tanto por el sentimiento del bienestar material perdido, cuanto por el remordimiento de haber disgustado a Dios. Llorad, pero llorad golpeándoos el pecho, llorad en mis manos que, si os han herido, ha sido por amor, por despertaros del sueño morboso en el que habíais caído y en el que, sin duda, pereceréis de continuar en él.
Dejad de adorar a quien no es Dios. ¿No acabáis de convenceros de que cuanto adoráis contraviniendo la Ley se os cambia en castigo? No digáis que no lo creíais, que no lo sabíais. De un siglo a esta parte vengo aumentando las "voces" y las apariciones, milagros, unas y otras, de la Bondad para haceros volver a mi Camino. De un siglo a esta parte voy aumentando el peso de los castigos para haceros tornar a mi Ley. De nada hacéis caso. Y cuanto más Dios se aleja, tanto más vosotros, en vez de llamarle, os alejáis de Él
¿Cómo habré de llamaros si he de daros un nombre
que os cuadre?
¿Cómo habré de llamaros si he de daros un nombre que os cuadre? Os llamaré "Malicia" por cuanto de ella os encontráis repletos y a la Malicia os vendisteis.
No, de nada podéis acusarme. No soy Yo el que os destruyo, sois vosotros los que habéis cerrado las puertas al Amor que velaba de vosotros como un padre inclinado sobre la cuna de su hijo y se las habéis abierto a Satanás.
Aun dentro de mi Justicia, que no puede quedar impasible, soy indulgente. En medio de los aguaceros de las desgracias os recuerdo que soy Dios y que no hay otros fuera de Mí. Os recuerdo que Yo soy el Poderoso, el Perfecto, y vosotros el lodo que únicamente es algo mientras permanece bajo la acción de la Gracia, rocío santo que impide al lodo reducirse a polvo. Os recuerdo que quien se aparta de Mí cae en los excesos provocando su ruina. Os recuerdo que la palabra y las promesas de los hombres son nube que pasa y, a menudo, se resuelven en rayos y que una sola es la Palabra y la Promesa que salva: la de vuestro Dios.
Y si para fundamentar vuestra tesis de endemoniados me
argüís que, al castigaros, caen también los justos
con los culpables ...
Y si para fundamentar vuestra tesis de endemoniados me argüís que, al castigaros, caen también los justos con los culpables (Anota a lápiz M.V. al pie de la página: "¿Habrá querido aludir en el Justo a su Vicario, amenazado por bombas doblemente enemigas?"), os contesto que sus occisores sois vosotros y no Yo y que de esa sangre os pediré cuenta, ¡raza de hienas que sólo vivís despedazando!, ¡raza de serpientes que pasáis estrangulando o contaminando mentes y corazones con vuestro veneno!
No, en modo alguno me mostraré severo con quien no llegó a saber lo que era Dios. Mas con vosotros, cristianos que sois unos Judas, usaré de una severidad desprovista de piedad."
C. 43. 499-504
A. M. D. G.