5 Noviembre. (Sabiduría, Cap. 13-149

 

 

Quienes son los que están más cerca

 

de Dios

 

 


 

Son más idólatras y malditos estos adoradores de su pensamiento o del pensamiento de otros homúnculos parecidos a ellos, que aquellos que adoran a un astro o a un animal.

  tampoco sabéis crear para vosotros en vuestro interior esa Fe sin la cual es inevitable el error. Os extraviáis. Os fabricáis religiones; mas no tenéis la Religión.

   Es preciso ser hijos de Dios aun frente a los tiranos y arrostrarlo todo antes que quemar la propia alma delante de los ídolos de barro

   Y esto es perjudicial para el hombre que debe saber no fornicar y si le estimula la carne con el grito de la sangre, escogerse una esposa sin esperar a ser viejo y entregar a ésta un cuerpo incontaminado.

   Doble mal supone para la mujer presentarse a Dios ante su altar mediante juramento a un hombre con la más fea mancha que puede mancillar a una mujer

  Sois mendaces y defraudadores Estáis corrompidos: en vuestros pensamientos, gustos, obras y sentidos

  hasta el arte se encuentra corrompido y es corruptor

  Sois infieles, Sois pendencieros, Sois mentirosos

 


 

Dice Jesús:

"Cuando un hombre, aunque alejado del conocimiento del verdadero Dios, llega a comprender por un impulso de su alma recta que debe existir un Dios y levanta un altar en su corazón al Dios desconocido del que habla Pablo, este hombre se halla mucho más cerca de Dios que no aquellos que, tras haber recibido instrucción sobre la existencia de Dios, han pretendido explicar las obras admirables de Dios mediante teorías humanas.

 

Son más idólatras y malditos estos adoradores de su

 pensamiento o del pensamiento de otros homúnculos

 parecidos a ellos, que aquellos que adoran a un astro

 o a un animal.

 

Son más idólatras y malditos estos adoradores de su pensamiento o del pensamiento de otros homúnculos parecidos a ellos, que aquellos que adoran a un astro o a un animal. Estos son salvajes y confundidos; mas los primeros son civilizados que se hacen salvajes. Semejantes a los que se mutilan de propio intento, esos tales amputan su parte más noble y santa arrojándola como inservible.

Mirad con ojos honestos y recto pensamiento las cosas de Dios y veréis resplandecer en ellas a Dios. Porque ¿cómo es posible escudriñar las leyes de las diversas vidas y los secretos del universo sin antes confesar que este universo y estas leyes constituyen la prueba innegable de un Dios?

¿Podéis acaso con todo vuestro progreso aumentar en un solo hilo de hierba el prado que os ofrece su verdor? ¿Es tal vez capaz vuestra ciencia de generar un nuevo animal saliendo de aquellas leyes que Dios marcó desde que los crió macho y hembra? Y a pesar de vuestros experimentos que os colman de orgullo, ¿habéis conseguido acaso, no digo crear la vida, pero ni detener la muerte?

No. Llegáis a fecundar los huevos de los más insignificantes de entre los millones de animales que existen; a prolongar los latidos de un corazón embrional; mas no a hacer lo que Dios hizo: un hombre de la nada, ni a mantener el latido de un corazón que muere una vez que Dios ordena al polvo tornar al polvo y al alma volver a Él. Sin semilla no podéis hacer que nazca ni una sola hebra de hierba. Con toda vuestra electricidad no alcanzáis a reanimar un cuerpo muerto. Tan sólo conseguís generar enfermedades y muerte, estragos y desventuras.

 

tampoco sabéis crear para vosotros en vuestro interior

esa Fe sin la cual es inevitable el error. Os extraviáis.

 Os fabricáis religiones; mas no tenéis la Religión.

 

Y como no alcanzáis esto, logrando únicamente aumentar la confusión sobre la tierra y en las conciencias, tampoco sabéis crear para vosotros en vuestro interior esa Fe sin la cual es inevitable el error. Os extraviáis. Os fabricáis religiones; mas no tenéis la Religión.

Amáis a un hijo, al marido, a un pariente más que a Dios y perdéis el amor y el respeto a Dios si os lo arrebata. Amáis y hasta veneráis como a un dios a cualquier hombre desgraciado que se autoproclama "dios" siendo tres veces más fango que vosotros y dobláis ante él, no ya la espalda    -esto sería poco mal-  sino vuestro criterio y, sobre todo, vuestra conciencia. Pecáis por agradarle. Si llego a disculpar a quienes pecan por amar desordenadamente a un familiar, no perdono, en cambio, a quien se vende y vende su conciencia a una potestad contraria a Dios.

 

Es preciso ser hijos de Dios aun frente a los tiranos y

 arrostrarlo todo antes que quemar la propia alma

delante de los ídolos de barro

 

Es preciso ser hijos de Dios aun frente a los tiranos y arrostrarlo todo antes que quemar la propia alma delante de los ídolos de barro. Cuando el hombre pierde el culto santo del verdadero Dios y cae en la idolatría de seres iguales o inferiores a él, adulterando en sí mismo la joya admirable que le hace semejante a Dios, todo se deprava en él. Y no resulta exagerado decir que el tiempo en el que os encontráis es un campeón de tal depravación puesto que ninguna le falta.

 

Y esto es perjudicial para el hombre que debe saber no

 fornicar y si le estimula la carne con el grito de la

sangre, escogerse una esposa sin esperar a ser viejo

y entregar a ésta un cuerpo incontaminado.

 

A mis altares, ¡oh falsos cristianos! que de cristianos tenéis tan sólo las apariencias pero que no sois tales en vuestro interior, vienen muchos que no son lo que debieran ser. Y esto es perjudicial para el hombre que debe saber no fornicar y si le estimula la carne con el grito de la sangre, escogerse una esposa sin esperar a ser viejo y entregar a ésta un cuerpo incontaminado. Y esto en justicia ya que lo mismo quiere él de ella y también por caridad puesto que los contagios no siempre se producen sin peligro antes, junto con el cuerpo que se envilece y el alma que se corrompe, está la enfermedad que con tanta frecuencia hace de vosotros unos leprosos que transmitís esa lepra a la compañera y a los inocentes.

 

Doble mal supone para la mujer presentarse a Dios ante

 su altar mediante juramento a un hombre con la más fea

 mancha que puede mancillar a una mujer

 

Doble mal supone para la mujer presentarse a Dios ante su altar mediante juramento a un hombre con la más fea mancha que puede mancillar a una mujer. Mintiendo a Dios, al hombre compañero suyo y al mundo, usurpa una bendición, una protección y una consideración de las que no es digna. Mas la bendición descendida sobre ella se cambia en castigo por cuanto a Dios no se le engaña. Ladrona y adúltera, será juzgada conforme a esas culpas suyas. Ladrona, porque defrauda de su derecho al compañero y le roba una confianza de la que no es digna; y a Dios una bendición de la que es menos digna aún; priva de una madre y de sus derechos a los pre-nacidos y su alma muerta no exhala ni un gemido al recordar a los anulados antes de despuntar la aurora de la vida o a los abandonados, cual cachorros errantes, por las márgenes de la vida. Adúltera, porque "la que mira a un hombre con deseo comete ya adulterio", y ella consumó el adulterio al no saber domar el deseo de su carne saciando con él, por el contrario, su hambre depravada.

Viviendo como vivís en idolatría, os sentís proclives a derramar sangre en homicidios individuales o en homicidios colectivos como son las guerras, las cuales son casi siempre, y las de ahora lo son todas, hurtos y fraudes no justificados por móvil alguno. Sois ladrones de las tierras y de los derechos de los demás y homicidas de los hijos de otros.

 

Sois mendaces y defraudadores Estáis corrompidos:

en vuestros pensamientos, gustos, obras y sentidos

 

Sois mendaces y defraudadores, tanto en pequeña como en gran escala. No existe ya la honradez en la vida. La palabra del hombre se halla desprovista de honor y por eso lleváis a cabo con toda tranquilidad obras de deshonor.

Estáis corrompidos: en vuestros pensamientos, gustos, obras y sentidos. Corrompidos hasta lo más hondo, mucho más que cuerpos sepultados desde hace diez veces cuatro días. Estáis corrompidos hasta en lo que Yo creé incorruptible para vosotros: en el espíritu al que habéis dado muerte y que es todo él una gusanera rezumando sucios pensamientos y obras inmundas.

 

hasta el arte se encuentra corrompido y es corruptor

 

Estáis corrompidos y sois corruptores de vuestros semejantes, así grandes como pequeños. Ya no respetáis ni a la infancia ante la que fornicáis con la mayor indiferencia con actos y palabras, mancillando esos lirios en capullo con vuestras inmundicias. Se abrirán manchados ya y exhalarán cada vez más hedores de muerte porque vosotros, en igual medida, los corrompisteis. Vuestro arte, hasta el arte, signo de vuestra realeza sobre el resto de los animales y de vuestra naturaleza de semidioses que recibisteis del verdadero Dios, Creador vuestro, como una chispa de su Mente creadora, hasta el arte se encuentra corrompido y es corruptor, siendo causa de repugnancia para todos aquellos que, raros cual solitario pino montano, saben aún acordarse del Cielo y continuar enhiestos con su copa dirigida a Él.

 

Sois infieles, Sois PENDENCIEROS, Sois mentirosos

 

Sois infieles. Infieles a Dios, a la Patria, a la familia, a la esposa, a los hijos, a los deudos y a los amigos. Sois Judas que vendéis todo por el brillo del dinero o por la sonrisa de una serpiente femenina sin que sepáis qué cosa sea la fidelidad que, cuando se honra a Dios sobre todas las cosas y a cualquier precio, presta seguridad al amigo, heroicidad al corazón para defender la bandera, sinceridad al amor de aquel que os ama y constancia a la amistad de aquel que pone en vosotros su confianza.

Sois pendencieros y cualquier ocasión os sirve para desfogar vuestros instintos de fieras que se desatan hundiendo sus colmillos en la sangre de los hermanos.

Sois mentirosos porque decís amar a Dios, a la Patria y a la familia, pero lo decís con los labios tan sólo prontos como estáis para traicionarlo todo y a todos si esperáis obtener de ello alguna ventaja en la tierra. Y, dado que, conforme a la ceguera de vuestra alma, poco es lo que os puede venir directamente de Dios, hacéis de Él trampolín de lanzamiento para conquistar la estimación de los hombres nombrando para ello a Dios y echando mano de la hipocresía a fin de aparecer buenos y conseguir cuanto ambicionáis de los hombres, engañados por vuestras apariencias de corderos cuando sois, ¡oh hipócritas!, cabrones cargados de pecados.

Sois opresores porque, al no aceptar mi ley de Caridad, caéis inevitablemente en la ley opuesta y así tenéis por lícito lo ilícito con tal de que os convenga. Por eso odiáis a vuestros semejantes y los oprimís y, dado que los que se parecen a vosotros en la dureza de corazón saben haceros frente, oprimís a cuantos no se os oponen por ser "hijos de Dios" en el verdadero sentido de la palabra.

Sois contaminadores de cuanto tocáis. La mirada, hasta vuestra mirada, hombres saturados de apetitos obscenos, es una contaminación. Vuestra palabra, al igual del silbido de vuestro verdadero padre: la infernal Serpiente, vuelve a seducir. Y vuestro pensamiento da a luz engendros que son veneno para las mentes y para los ojos, llegando el incentivo de vuestro veneno a turbar la sensibilidad y a despertar los sentidos.

Sois invertidos en los sentidos. Nunca como ahora, cual fruto heredado de siglos de vicio, se halla difundida esta particularidad que os hace inferiores a los brutos. Lejos de combatirla, por ser unos depravados, os complacéis en ella y la explotáis en provecho de vuestros bolsillos. Causáis repugnancia a los mismos demonios. Y nada más digo por respeto a mi portavoz.

Esto es lo que os proporciona la idolatría del sentido y del poder que vosotros ahora con tanto ahínco practicáis y a la que os entregáis sin pensar que por ella y por sus frutos seréis castigados por Aquel que lo ve.

No soy un dios de carne o de escayola que no siempre está presente o que no tiene ojos para ver. Soy el que es, que está en todas partes y desde lo alto de mi trono escruto y anoto las obras todas de los hombres.

Soy el que habló para daros el modo de conduciros. Lo que dije, dicho está sin que cambie por milenios que transcurran. Soy el Eterno, Único Dios. Soy el Señor Dios vuestro del que no se da otra reproducción. Soy Único en mi Santísima Trinidad.

¡Malditos quienes no se cuidan de Mí y me repudian por seguir a la Bestia!"

C. 43. 504-509

A. M. D. G.