12-11. Isaías Cap. 4.º, v. 2-6.
Separación espontánea de los buenos
y malos
Congregaré a mis santos pues santo es todo aquel que me ama y es seguidor mío obediente y fiel.
Será lucha de espíritus contra espíritus
La época satánica será tres veces más feroz que la época anticristiana
Ahora bien, ninguno, si es que se pierde, podrá culparme de su perdición
He aquí por qué os llegan los castigos
Por esto os digo: Venid a Dios, llamadle con sinceridad de pensamiento y de corazón...
Dice Jesús:
Cuando llegue el tiempo de mi Reinado pacífico los buenos
que haya entonces en la tierra vendrán todos a Mí
"Cuando llegue el tiempo de mi Reinado pacífico –y llegará puesto que lo prometí y Yo no falto a mis promesas– los buenos que haya entonces en la tierra vendrán todos a Mí. Será el período del que ya te hablé (21 y 22 de agosto y 23 de octubre), aquel en que el espíritu habrá alcanzado, en su evolución, aquel grado por el que, espontáneamente, os dividiréis en dos bandos. Aquellos que viven alejados del espíritu yacerán sumidos en sus tinieblas a la espera de llegar a integrar la milicia del Príncipe del Mal. Los que vivan según el espíritu irán en seguimiento del Hijo santo de Dios, de Germen del señor, amado y bendecido por los hombres en gracia, que entonces comprenderán lo que, al presente, tan sólo comprenden unos pocos elegidos, llegando a conocer cual sea mi gloria y cual la suya de hijos de Dios.
Congregaré a mis santos pues santo es todo aquel que
me ama y es seguidor mío obediente y fiel.
Congregaré a mis santos pues santo es todo aquel que me ama y es seguidor mío obediente y fiel. Los congregaré desde los cuatro ángulos de la Tierra y por su amor perdonaré las iniquidades de los hombres. La bondad de los santos apagará el rigor de la Justicia y mi amor, junto con el de mis santos, purificará la Tierra con su fuego. La Tierra, en paz consigo misma y con Dios, vendrá a ser como un inmenso altar sobre el que el Maestro instruirá a los hombres en el conocimiento exacto de la Verdad a fin de que los buenos no vacilen cuando Satanás, enfurecido por ver a la humanidad adorar a Cristo, se desencadena para librar la última batalla.
Será lucha de espíritus contra espíritus
Será lucha de espíritus contra espíritus. Satanás, en contraposición a mi Reinado espiritual y a mi enseñanza, opondrá su guerra satánica contra los espíritus para ver de extraviar a los más que pueda de entre los más débiles; y de sus reservas y fortalezas, en las que quedaron confiando cuantos permanecieron fieles a la Bestia aun después de la derrota de ésta y de su ministro, extraerá sus agentes de seducción para desbaratar, por última vez, la obra de Dios cuya ruina dio comienzo al pie del árbol del Bien y del Mal.
La época satánica será tres veces más feroz que la época
anticristiana
La época satánica será tres veces más feroz que la época anticristiana, si bien será breve, ya que por los que vivan en aquella hora rogará toda la Iglesia triunfantes en medio de los esplendores del Cielo, rogará igualmente la Iglesia purgante entre las llamas purgativas del amor y rogará, por último, la Iglesia militante con la sangre de los últimos mártires.
Se salvarán aquellos que, mientras las tinieblas, el calor abrasador, las tempestades y los rayos de Satanás conturben al mundo, sepan estar a la sombra del tabernáculo de donde brota toda fortaleza puesto que Yo soy la Fortaleza de los vivientes y así, quien de Mí se alimenta con fe y amor llega a identificarse con mi Fortaleza. Y serán pocos éstos que se salven por cuanto, tras haber pasado Yo siglos y siglos amando al hombre, éste no ha aprendido a amar.
Ahora bien, ninguno, si es que se pierde, podrá culparme
de su perdición
Ahora bien, ninguno, si es que se pierde, podrá culparme de su perdición (Entre líneas anota a lápiz M.V. : cap. 5, 1-29). ¿Qué más podía hacer Yo por vosotros, hijos de Dios que preferisteis andar errantes lejos de la casa del Padre llegando, incluso, a vender al Enemigo de Dios vuestra primogenitura divina? No digáis que por mi virtud podía Yo impedir que os asechase el Mal y haceros asimismo buenos con mi poder. Porque, en tal caso, tendríais menos mérito que el tallo de hierba que, sin advertirlo, huella vuestro pie; pues la hierba nace de la semilla obedeciendo el decreto de Dios, nace y crece por sí sola sin que de ella tenga el Altísimo ni la mínima parte de cuidado del que vosotros tenéis. Ese tallo recibe de Dios únicamente sol, rocío y un puñado de tierra. Vosotros, en cambio, contáis con la inteligencia para guiaros, con la Gracia para iluminaros, con la Ley para regularos, me tenéis a Mí por Maestro y tenéis mi Sangre para vuestra salvación.
Todo os lo di. Vosotros, en cambio, ¡me habéis dado tan poco... y cada vez menos! Con paciencia de Dios he cuidado de vosotros, mas vosotros siempre os habéis vuelto contra Mí. Siempre fueron los desidiosos los menos culpables. Siempre habéis tenido miedo de hacer demasiado por vuestro Dios que todo lo hizo por vosotros.
He aquí por qué os llegan los castigos
He aquí por qué os llegan los castigos. Ellos son cabalmente llamadas al amor para ver de convenceros de que sólo hay un Dios y de que los otros dioses a los que servís con esa fidelidad que a Mí me negáis, no pueden daros sino promesas falsas y seguro mal.
De castigo en castigo, que va aumentando en la medida que aumentáis vosotros la idolatría y la fornicación, llego a los grandes castigos de los que éste es uno de ellos y por él, no ya una hilera de mi viña sino toda la viña se encuentra abierta e invadida, devastada y desbaratada por ése al que servís y al que Yo dejo que os persuada con sus dones de muerte.
Por esto os digo: "Venid a Dios, llamadle con sinceridad
de pensamiento y de corazón...
Por esto os digo: "Venid a Dios, llamadle con sinceridad de pensamiento y de corazón y Él se asomará al horizonte teñido de sangre y Satanás, el torturador, huirá dejándoos libres."
Mas vosotros no llamáis a Dios. Os basta con cavilar cómo aprovecharos del mal general en beneficio propio y así aumentar vuestras riquezas, escalar puestos cada vez más altos, gozar y más gozar. Del que sufre –y esto los mejores– ni os preocupáis. De Dios menos aún; antes le retáis, atreviéndoos, ¡blasfemos!, a llamarle en confirmación de vuestros actos y pensamientos satánicos. Le provocáis a manifestarse cuando decís: "No hay dios. El Dios somos nosotros". Acumuláis con ellos sobre vuestra lengua maldita y sobre vuestra alma vendida a Satanás las brasas infernales que Yo avivo con mi furor.
Os maldigo desde ahora, serpientes con apariencia de hombres. Y si los anatemas de mis santos y las execraciones de mis buenos las tenéis vosotros por plumita de pájaro que os viene encima sin causaros mal –porque tenéis un corazón de granito– os penetrará mi maldición dándoos tormento porque Yo soy el que abro los valles, derrumbo los montes, separo los mares, hago temblar la tierra con el solo querer de mi pensamiento, pudiendo penetrar en la dura roca de vuestro corazón haciéndola añicos cual si fuera frágil ampolla de liviano cristal.
¡Profanadores, embusteros, inicuos, seáis malditos por
todo el mal que hacéis, por todas las almas a las que
lleváis a desesperar de la bondad de Dios, ...
¡Profanadores, embusteros, inicuos, seáis malditos por todo el mal que hacéis, por todas las almas a las que lleváis a desesperar de la bondad de Dios, corrompéis con vuestros ejemplos y me las robáis echándolas a perder de mil maneras! Y, con todo, no tenéis. Pues bien en la medida que seré justo y compasivo con los débiles a los que con vuestro prestigio indujisteis al mal, otro tanto seré justo e inexorable con vosotros; pero ya, desde esta tierra. Vuestro poder, vuestras riquezas provenientes del robo y por destilación del dolor de millares de hombres, se os esfumarán de entre las manos cual humo de paja a la que se da fuego para que no llegue a manchar si se conserva. Y nada habrá que sirva de defensa para vosotros que sobrepasasteis toda medida.
Quien tenga oídos para oír que oiga. No cabe extender la mano manchada de sangre contra el candor del Santo que habla en nombre del Santo de los Santos y contra el Santuario más escogido que el templo de Jerusalén por cuanto sus cimientos, antes de ser echados, fueron bautizados con la sangre de mis héroes, habiendo recibido sus piedras por lluvia las abluciones purpúreas de infinitos mártires (Anota a lápiz M.V.: Roma. Ya que toda Roma es un Santuario por haber sido impregnada con la sangre y las virtudes de los primeros cristianos.). En él se encuentra el lecho donde reposa, a la espera de resucitar al lado de su Maestro, el cuerpo de mi Piedra elegida. Y Yo os juro que aquel lugar es muchísimo más santo que lo fuera el Templo de Salomón; y a los profanadores de este lugar, que es ya el Paraíso, –entended bien su porqué– les acaecerá lo que a todos aquellos que desafiaron la gloria del Señor."
C. 43, 528-531
A. M. D. G.