16-11.

 Isaías, Cap,8, v. 17-22; Cap. 9.º, v. 1-7

 

 

"Se os dio todo cuanto necesitabais

para salvaros y hasta más de lo que

 os era debido puesto que el amor es

 un pródigo que jamás se sacia de dar"

 

 


 

Deja todo a un lado y ocúpate únicamente de Dios de la Luz, de la Gracia, del Amor de Dios

   El tiempo es breve y copiosa la Palabra

  Y, aún ahora, para hacer menos atroz el futuro, debiera estudiarse esta Palabra que enseña el Bien y la Verdad.

  Y al abismo os estáis precipitando al no tener ya por guía la luz matutina que es Dios, vuestro Padre santo.

  No hagáis de vuestros espíritus, entregados por completo a la carne y a Satanás, palancas con las que abrir las mazmorras infernales haciendo salir de ellas al Maldito...

 


 

Dice Jesús:

 

Deja todo a un lado y ocúpate únicamente de Dios de la Luz,

 de la Gracia, del Amor de Dios

 

"Deja todo a un lado y ocúpate únicamente de Dios de la Luz, de la Gracia, del Amor de Dios. Nada de cuanto es de la tierra te turbe. Eres hija de Dios. Te he concedido ver esta sublime condición a fin de revestirte de fortaleza y de serenidad. Los cuidados del Altísimo, a modo de dos brazos amorosos, están extendidos sobre ti. Llegará el momento en que se cerrarán para llevarte más allá de estas miserias terrenas, para llevarte a aquella Luz que ahora con amor te contempla. Sea éste tu pensamiento continuo: "Vela sobre mí el Padre de Jesús que es asimismo mi Padre. El Amor que unió al Padre con el Hijo es el que me ha dado el amor del Padre. Al tener su amor, tengo, por tanto, en mí al Dios Uno y Trino". Con este pensamiento sentirás elevarte como en vuelo de águila y penetrarás en el Fuego que te quiere abrasar toda para hacerte digna de Él.

 

El tiempo es breve y copiosa la Palabra

 

Y ahora, ¡adelante!, mi pequeña voz. El tiempo es breve y copiosa la Palabra. Y, con todo, aún es mayor la ignorancia de la Palabra. Demos cuanto sea posible a estos desgraciados y así no tengan por qué acusarnos de su ruina. El mundo, de todos modos, perecerá lo mismo porque quiere perecer; mas la Justicia y los justos del señor podrán decir. "Se os dio todo cuanto necesitabais para salvaros y hasta más de lo que os era debido puesto que el amor es un pródigo que jamás se sacia de dar".

No te induzca a desaliento la convicción de la inutilidad de las fatigas que soportas viendo cómo las palabras santas caen sobre almas insensibles y cerradas cual cofres de acero, puesto que para aquel rostro tres veces santo que la Bondad te mostró (15 de noviembre) y que es para ti una sonrisa de amor, para aquel Rostro al que los hombres han forzado a ocultarse bajo el cúmulo de una avalancha de delitos que, tras haber devastado la Tierra se precipita contra el Cielo, sigue siendo la mano que sirve la Palabra.

Han ocultado el Rostro de Dios. Lo niegan. No creen en Él. Os lo han sustituido por lo que representa su ruina. Están bajo el poder de las fuerzas ocultas rebeldes a la enseña de Dios y a ellas sirven, en ellas creen y a ellas obedecen. Salen voces y más voces de fuentes engañosas sin que haya una siquiera que diga la verdad o un atisbo de ella. Las palabras que escuchan no son sino risotadas de los demonios que se burlan de los hombres y que las truecan en palabras engañadoras con las que poder extraviarlos cada vez más.

 

Y, aún ahora, para hacer menos atroz el futuro, debiera

 estudiarse esta Palabra que enseña el Bien y la Verdad.

 

Para saber cómo regular su conducta pretenden escrutar el futuro. Mas el futuro se encuentra aquí: en mi Palabra. Para eludir este presente, peor que un trasgo y una condenación era preciso haber estudiado esta Palabra, haberla sabido leer y atemperar los actos a sus enseñanzas morales, históricas y sobrenaturales. Y, aún ahora, para hacer menos atroz el futuro, debiera estudiarse esta Palabra que enseña el Bien y la Verdad.

Repito (11 de septiembre): dejad a los muertos donde están. Si son bienaventurados, no pueden deciros sino lo que la Palabra ya os dice puesto que los santos del Señor hablan su mismo lenguaje. Y si son condenaos, no pueden transmitiros sino las palabras de su padre: maestro y rey de la mentira. ¿Cómo podéis creer que el Mentiroso haya de tener un átomo de piedad y os conceda una luz que sea de salvación? En manera alguna, ya que, sin perder de vista el fin que persigue, os presenta encantos entre los que oculta el abismo infernal.

 

Y al abismo os estáis precipitando al no tener ya por guía

 la luz matutina que es Dios, vuestro Padre santo.

 

Y al abismo os estáis precipitando al no tener ya por guía la luz matutina que es Dios, vuestro Padre santo. Ciegos guiados por ciegos, vagan vuestros espíritus de error en error y de ruina en ruina. Chocáis y de continuo os causáis mutuamente nuevos dolores y os producís nuevas heridas y nuevas desgracias; os odiáis por el mal que os causáis y, tomando a manos llenas de este odio que os fermenta en el corazón, lo lanzáis contra Dios haciéndole responsable de vuestro mal. Y el odio, al no poder alcanzar el Cielo, torna a caer sobre vosotros convertido en fuego, en llamas, en hambre, en mortandad, en desolación, en desesperación y en tinieblas. Y no habrá tregua para vosotros mientras no lleguéis a comprender, a vuestras expensas, que de nada sirve la violencia, que la sangre está de más y no nutre y que el odio nada crea sino que destruye. No conoceréis tregua hasta tanto no se vuelvan vuestros corazones a Dios.

Yo soy el que puedo daros la paz y no mediante el empleo de esas vuestras armas homicidas sino con mi arma santa: la Cruz y destruyendo con mi amor esas mismas armas vuestras homicidas.

No precipitéis el Juicio de Dios con vuestro sobrepasar la medida en el pecar. No hagáis que sea excesivamente breve la pausa entre el tiempo del Anticristo y el de Cristo porque, si bien es verdad que, por amor a los elegidos, se abreviarán los últimos días, también es verdad que os es necesario disponer de una tregua de paz para aprestaros a la última lucha satánica.

 

No hagáis de vuestros espíritus, entregados por completo

 a la carne y a Satanás, palancas con las que abrir las

 mazmorras infernales haciendo salir de ellas al Maldito...

 

Tras la derrota de la Bestia y de sus secuaces, Yo haré volcar la losa sobre el antro de Lucifer; mas vosotros, con vuestras aclamaciones al Mal, no hacéis sino dar fuerza al Demonio para quebrantar ese cierre. No hagáis de vuestros espíritus, entregados por completo a la carne y a Satanás, palancas con las que abrir las mazmorras infernales haciendo salir de ellas al Maldito para que se cobre la última presa antes de que los corazones de los hombres sean rebautizados en la Palabra del Señor."

C. 43, 539-541

A. M. D. G.