21-11. Isaías.
Cap. 38, v.5-7-15-16-17-18-19.
En que debe pensar el hombre después
de superar una enfermedad mortal.
Estas son las reflexiones que la enfermedad debe despertar en vosotros
Dice Jesús:
"Vosotros, los hombres, cuando recobráis la salud tras una enfermedad mortal, al recapacitar sobre ello, no pensáis sino en darme las gracias por la salud física recobrada; pero jamás se os ocurre pensar que, si os envié aquella prueba, fue para haceros reflexionar que, tras un fin, os aguarda un comienzo, lo mismo que el sol que, al ponerse por la tarde muestra en el fondo que se inicia el ciclo que dará paso a una nueva aurora. Mas vuestra aurora del más allá no es el comienzo de un día de pocas horas sino el de un día eterno.
Estas son las reflexiones que la enfermedad debe
despertar en vosotros
Estas son las reflexiones que la enfermedad debe despertar en vosotros y éste el fin al que la salud recobrada os debe conducir: a procurar dar a lo que no muere un día de paz.
Si supierais recapacitar sobre esto, ¡cuántas presas perdería el infierno! Mas, de ordinario, hacéis mal uso de la salud que os concedo y de los años que a tal fin añado a vuestra existencia. Os impacientáis en la enfermedad, os desanimáis, dejáis muchas veces la oración diciendo: "Es inútil hacer nada. Si Dios ha querido mandármela, ¿a qué le voy a pedir que le la quite?" Y, una vez curados, para nada os acordáis de Aquel que os devolvió la salud. Con vuestro proceder incongruente y con vuestra irrespetuosa ingratitud culpáis a Dios de mandaros las enfermedades, mas no le atribuís el mérito de quitároslas.
Si pensáis que Él proporciona el mal, ¿por qué no
pensáis que debe poder proporcionar el bien? Pues bien,
hijos, es todo lo contrario
Si pensáis que Él proporciona el mal, ¿por qué no pensáis que debe poder proporcionar el bien? Pues bien, hijos, es todo lo contrario. El mal, cualquiera que sea, en sus noventa y nueve partes, tiene su origen en vosotros mismos. En cambio, el bien tiene su única fuente en Dios. Dios que inspira e ilumina al que os cura; Dios que alarga vuestros días para dar tiempo de obrar a los medicamentos y aumenta las resistencias para dar a vuestro cuerpo la posibilidad de reacción; Dios que, de modo instantáneo, os puede hacer resurgir sanos contra toda esperanza y sin auxilio ajeno por un inescrutable designio suyo.
Pero, mas bien que alegraros por el gozo de haber recobrado la salud, deberías regocijaros por la posibilidad que Dios os concede de reparar los errores anteriores a la enfermedad y trabajar en merecer la vida que no muere.
Yo hago por librar vuestra alma de la perdición y,
confiando siempre en vosotros, cancelo con mi amor
vuestros pecados. Ser "vivos" no quiere decir ser
de este mundo, quiere decir estar en el Señor
Yo hago por librar vuestra alma de la perdición y, confiando siempre en vosotros, cancelo con mi amor vuestros pecados. Y vosotros... ¿qué hacéis vosotros? Pagad con amor el amor que recibís y haceos "vivos".
Ser "vivos" no quiere decir ser de este mundo, quiere decir estar en el Señor. Quiere decir poseer la Gracia y tener derecho al Cielo. Vivo no es el que respira, come y duerme con su alma muerta. Este tal es ya despojo putrefacto próximo a caer, cual higo podrido en la rama, en la fosa cuyo fondo es el infierno. Vivo es aquel que, aunque agonizante en su carne, posee la "Vida" y así, a medida que va menguando la vitalidad de aquí abajo, va aproximándose y crece en él la "Vida verdadera". Vivo es aquel que, al tiempo que expira, arpegia ya las alabanzas que cantará eternamente al Señor y, conforme bajan las tinieblas sobre sus pupilas, va viendo cada vez más nítido con los ojos de su espíritu el rostro del Padre.
Vivo es aquel que, habiendo sanado de una enfermedad humana, se considera rescatado por su Señor y dedica a Él toda su actividad.
Vivo es aquel que llega al conocimiento de la Verdad y, por encima de todos los goces humanos y de todas las riquezas, hace de esta Verdad su Gozo y su Riqueza, empleando todos sus días en poseerla puesto que el conocimiento de la misma despertó en él la sed santa de su conquista."
C. 43, 552-553
A. M. D. G.