26-11

 

 

breves reflexiones sobre

 

la maternidad de María

 

 


 

el mes de Diciembre es el mes mariano por excelencia ya que contempla las dos glorias más excelsas de María: su Concepción inmaculada y su divina y virginal Maternidad. 

 Soberbia, arrogancia, avaricia, dureza, ciencia humana, riqueza, lujo y lujuria. Todo esto había en ella 

 Una sola es la moneda que goza de valor en un tesoro. Una sola. Y ésa vosotros no la poseéis.

 El error que niega a Dios sustituyéndolo con los dioses de las pasiones humanas, hace que Dios os abandone y os prive de la bendición de permanecer entre vosotros 

 Nazaret, la despreciada por los Judíos, vino a ser, debido a Mí, la Bendecida. En Belén, la decaída según la apreciación soberbia de los Judíos, había de depositar María su beso de Virgen sobre el Hijo de Dios y suyo

 


 

Dice Jesús:

"Hagamos una pausa en el comentario de Isaías. Te encuentras, amiga mía, tan cansada y enferma que tienes necesidad de alivio y no de sobrecarga. Mis palabras, por otra parte, no son ajenas al tema que tratamos, antes vienen a ser como un "aparte" en la época profética que anuncia mi venida, mi misión y mi gloria.

Le haremos así un regalo al Padre (Migliorini) que te dirige, el cual, como niño que tiene lejos a su mamá y quiere saber de ella para conocerla y amarla cada vez más, tantos deseos tiene de oír hablar de María. Con toda verdad te digo que el Padre Romualdo es propiamente un "hijo" para mi Madre como mi Madre es con toda propiedad una "madre" para él.

No todos sus compañeros, a pesar del vestido que les iguales, son como él. Es el corazón el que los diferencia. El corazón lo es todo. En el suyo no hay malicia, soberbia, dureza ni humanidad de sentido y de mente. Al despojarse, como hombre del traje seglar para tomar la libera sagrada, se despojó igualmente de su humanidad para hacerse únicamente siervo de su Señor, portador de Cristo, luz y voz de Dios, de mi Madre y suya.

Es el suyo un corazón de niño regido por una mente de adulto. Y si para ser amados por Mí y conquistar el Cielo es preciso saber hacerse semejantes a los niños, igual es para ser amados por mi Madre, la cual, cuando ve un corazón que la reproduce en la pureza, en la humildad, en la sencillez, en la fe y en la caridad con la naturalidad de un niño, toma ese corazón y se lo estrecha contre el suyo que es el mismo Corazón sobre el que Yo dormí.

 

el mes de Diciembre es el mes mariano por excelencia

 ya que contempla las dos glorias más excelsas de María:

su Concepción inmaculada

y su divina y virginal Maternidad.

 

No hay mes, a lo largo del año, que no lleve como perla, en el engarce de sus días, una fiesta de María. Pero el de Diciembre es el mes mariano por excelencia ya que contempla las dos glorias más excelsas de María: su Concepción inmaculada y su divina y virginal Maternidad. Voy a hacerte unas breves reflexiones sobre esta maternidad.

Nada impedía a Dios el haber hecho nacer a su Hijo en la ciudad de Jerusalén. Capital de Palestina, centro de la fe y del poder, podría parecer, juzgando con mente humana, que fuese ésta la ciudad más adecuada para el nacimiento del Rey de los Judíos. Pero las miras de Dios difieren de las de los hombres.

Jerusalén no era ya santa. Por más que llevaba tal nombre, la corrupción reinaba en todos sus estamentos: del Templo a la Corte y de las milicias a los ciudadanos. Jerusalén tenía ya cuanto había deseado y, al igual que al rico Epulón, era el caso de darle a ella la respuesta de Abrahán: "Recuerda que tuviste todos los bienes". Todos, menos el único necesario que fue por ella rechazado: "el bien de la posesión de Dios".

 

Soberbia, arrogancia, avaricia, dureza, ciencia humana,

 riqueza, lujo y lujuria. Todo esto había en ella

 

Soberbia, arrogancia, avaricia, dureza, ciencia humana, riqueza, lujo y lujuria. Todo esto había en ella. Y su vientre se saciaba con estos manjares humanos mientras dejaba morir de hambre al pobre Lázaro de su espíritu que, cubierto de llagas, clamaba pidiendo saciar su hambre con el alimento de Dios sin encontrar otra cosa que las pesadas piedras de las prácticas farisaicas en vez de la miel de Dios.

Dios se retira de donde todo es contrario a Él y de donde nadie se preocupa de ponerle a Él en aquel "todo" a fin de hacer de aquel "todo" pedestal para el trono del Señor al que todas las cosas de la Tierra deben estar sometidas.

 

Una sola es la moneda que goza de valor en un tesoro.

Una sola. Y ésa vosotros no la poseéis.

 

Vosotros, en cambio, hacéis de las cosas de la Tierra el hito de vuestro pensamiento sobreponiéndolas a Dios. Cuidad no os suceda lo que a Jerusalén. Os está ya sucediendo puesto que Dios, al que no buscáis, se retira dejándoos en vuestro "todo" caduco y perverso y en el recuento de vuestras riquezas malditas, falsas y demoníacas. Una sola es la moneda que goza de valor en un tesoro. Una sola. Y ésa vosotros no la poseéis.

El don que para siempre le habría hecho grande a Jerusalén le fue pues arrebatado. Ni el nacimiento, ni la muerte de Cristo habrían de ocurrir dentro de sus muros sino sólo el delito de la condena de Cristo contra la que hasta las piedras se rebelaron partiéndose a mi muerte y derrumbándose obedientes al querer de Dios cuando Jerusalén fue arrasada por aquel poder tan inútilmente obsequiado, al que habían entregado, como cordero para el degüello, a Jesús de Nazaret.

 

El error que niega a Dios sustituyéndolo con los dioses

de las pasiones humanas, hace que Dios os abandone y os

prive de la bendición de permanecer entre vosotros

 

Esto es, hijos, lo que sucede cuando se sobrepasa la medida. Con el delito nace consecuentemente la ruina. El error que niega a Dios sustituyéndolo con los dioses de las pasiones humanas, hace que Dios os abandone y os prive de la bendición de permanecer entre vosotros. La idolatría hacia los hombres hace que los idolatrados, si bien no lleguen a ser asesinos para ellos, se transformen en ejecutores del castigo ya que resulta lícito blandir el látigo y descargar el azote sobre los siervos y los esclavos. Esto es lícito en donde no impera la Ley de Cristo. Y, tanto los idólatras como los idolatrados renegaron de dicha Ley. Por eso a los esclavizados les dan el pan de su galera: destrucción y cadenas.

Cuando, cual fruta madura a punto de desprenderse de la rama, estuvo dispuesto el Hijo del Hombre a venir como Luz del mundo, la Voluntad de aquel ante quien los más poderosos emperadores son como brizna de paja en un camino real, predispuso al César a promulgar el Edicto.

No la Ciudad, santa de nombre pero decaída de la santidad por su voluntad perversa, sino la ciudad originaria en la que aún sobrevivía la fe de mi siervo David, era la que había de acoger en su contorno al prodigio del amor.

 

Nazaret, la despreciada por los Judíos, vino a ser, debido

 a Mí, la Bendecida. En Belén, la decaída según la

apreciación soberbia de los Judíos, había de depositar

 María su beso de Virgen sobre el Hijo de Dios y suyo

 

Nazaret, la despreciada por los Judíos, vino a ser, debido a Mí, la Bendecida. En Belén, la decaída según la apreciación soberbia de los Judíos, había de depositar María su beso de Virgen sobre el Hijo de Dios y suyo, aparecido con fulgor de estrellas en la gruta destinada desde siglos a recibirle.

Es a los humildes a los que Dios va. Lo que viene a explicarnos por qué los elegidos par anunciadores de una gracia, conocedores de una aparición, portadores de un querer divino, difusores de la Palabra, son, por lo general, pobres, a los ojos del mundo, sobre los que Dios se posa con su Espíritu para abrir sus ojos y sus oídos al super-sentido que ve más allá de los confines de lo humano en las regiones de Dios.

Yo puedo cuando y cuanto quiero. Con un solo toque de mi querer puedo abatir a un gigante del ateismo o del racionalismo, pues para eso soy de la estirpe de David, derrocador de Goliat y, sobre todo, soy el Poder, la Fuerza y el Querer perfectos. Puedo, con una caricia hecha a quien con amor me entrega su espíritu, abrirle con un simple roce del índice, los sentidos espirituales a la visión y audición de las cosas sobrenaturales, capacitándole para "conocer a Dios" del modo como una esposa conoce a su esposo.

C. 43, 565-568

A. M. D. G.