28-11
Señal característica de mi nacimiento
al mundo fue la luz.
Yo era la "Luz y ella me precedió,...
María era la Toda Santa y llevaba en Sí al Santo de los santos. Dios se nutría de María.
Ser castos no quiere decir suprimir el connubio. Quiere decir realizarlo con la mira puesta en Dios
La primera redimida por Dios era la familia, reconstruida del modo como el Eterno habíala pensado
El deber, cualquiera que éste sea, es siempre sagrado.
el Emmanuel se hizo visible a los segundos redimidos de la Tierra: a los trabajadores,
Africanos, asiáticos y australes se acercan a la Cruz que vosotros rechazasteis. Y os sobrepasarán.
Ni aún los de "casa" me conocen ya
Dice Jesús:
"Señal característica de mi nacimiento al mundo fue la luz. Multitud de veces aparecen caracterizados los hechos por fenómenos que vosotros calificáis y explicáis como coincidencias fortuitas, pero que, en realidad, son presagios y llamadas de Dios para atraer vuestra atención, desviada tras de mil cosas más o menos necesarias, sobre un acontecimiento que ha de marcar una época en la historia del mundo o en la vida de un individuo.
Yo era la "Luz" y ella me precedió,...
Yo era la "Luz" y ella me precedió, me circundó, me anunció, me guió y condujo hasta Mí a los puros de corazón.
Te he dicho (dictado del 27 de noviembre) que parecía como si emanase una luz de María cuando, sobre una cabalgadura de pobres, pasaba absorta por los caminos de Palestina. Otras veces te he dicho (10 de junio y 30 de septiembre) que quien tiene en sí a Dios emana, no sólo espiritualmente, destellos de Luz y perfume, ya que el Tesoro interior se derrama del cofre vivo que lo transporta, haciéndose perceptible a los demás. Vosotros exclamáis entonces: "Algo especial lleva éste en sí. ¡Qué semblante! ¡Qué modales! son de un santo".
María era la Toda Santa y llevaba en Sí
al Santo de los santos. Dios se nutría de María.
María era la Toda Santa y llevaba en Sí al Santo de los santos. Poseía pues la perfección de la santidad humana hasta tal extremo endiosada que venía a ser casi igual a la de su Dios. Poseía la Perfección divina que habíase revestido de carne a la que había de nutrir con su sangre virginal, habíala de formar y ser su refugio durante los nueve meses de su formación como hombre.
Dios se nutría de María. El Dios-Hombre se formó de María y de mi Madre dulcísima tomé Yo las características físicas y morales de dulzura, afabilidad y paciencia. El Padre me comunicó su Perfección, pero de la Benditísima, que fue casto nido para Mí, quise tomar la envoltura física y la otra más preciosa: la envoltura moral del carácter.
Al ser María la criatura más santa de cuantas existieron sobre la Tierra, exhalaba santidad, no ya como vaso cerrado del que se filtran partículas de perfume sino como astro incandescente que expide efluvios y rayos de sobrenatural eficacia.
Si se estremeció el Bautista en el seno de su madre al recibir la onda de la Gracia proveniente de María quedando con ella santificado, eso indica lo potente que fue la emanación que salvó las barreras de la carne tras las que el fruto de Zacarías y de Isabel se formaba para ser mi evangelizador (Evangelio quiere decir "buena nueva" y Juan comunicó a los hombres la "buena nueva" de mi existencia entre ellos, por lo que no yerro al llamarle mi evangelizador. Esto lo digo por los sofisticadores de las palabras). Cuantos directamente se acercaban a María no podían quedar sin recibir su influjo.
Dejó en pos de sí una estela de santidad operante y, sólo
con que los corazones no rechazaran la Gracia, cuantos
a Ella se acercaron vinieron a ser los predestinados
a la santidad.
Dejó en pos de sí una estela de santidad operante y, sólo con que los corazones no rechazaran la Gracia, cuantos a Ella se acercaron vinieron a ser los predestinados a la santidad. Cuando se haga manifiesto todo cuanto a los hombres se refiere, veréis cómo entre los primeros seguidores del Hijo de María hay muchos de los que tuvieron con Ella una relación puramente casual, que quedaron lavados y penetrados de la Gracia quede Ella se difundía. ¡Cuántos prodigios conoceréis entonces obrados por mi Toda hermosa y Toda llena de Gracia!
La santificación de las gentes a través de María iniciose
en el momento mismo en que el Espíritu la hizo Madre
y el Hijo de Dios tomó carne en su benditísimo seno.
María, ahora, convierte a los corazones más duros y salva a los pecadores más obstinados. Mas el ciclo de su poder no se inició el día en que –cual Estrella que retorna a los Cielos– subió a descansar de nuevo sobre mi Corazón y a hacer más bello y más completo para Mí el Paraíso al estar ahora allí Ella, la Madre a la que amé infinitamente y a la que, como hombre, debo todo, en pago de todo cuanto de Ella recibí. La santificación de las gentes a través de María iniciose en el momento mismo en que el Espíritu la hizo Madre y el Hijo de Dios tomó carne en su benditísimo seno.
Saturado de esta emanación, hasta el punto de ser por ella hecho semejante a la Llena de gracia, estaba José. Lágrimas de gozo derramaba el Justo por la felicidad que le inundaba, místico gozo del contemplador curvado sobre el milagro de la manifestación de Dios. Adoración y silencio fueron las características del santo José. Respeto lleno de veneración hacia la Bienaventurada de la que él era el natural protector. Y, al mismo tiempo, amor.
El primer amor casto de cónyuge, el amor tal cual
debía ser el de los hombres según el pensamiento
del Creador: amor sin el estímulo del sentido
y sin el fango de la malicia
El primer amor casto de cónyuge, el amor tal cual debía ser el de los hombres según el pensamiento del Creador: amor sin el estímulo del sentido y sin el fango de la malicia. Un amor natural y angélico a la vez, porque en el alma de Adán y en la de sus descendientes debíase dar, conforme al pensamiento creador, la pureza angélica del espíritu junto con la ternura humana y, cual flor que brota sin pecado del tallo que la sustenta, así debía surgir el amor en los cónyuges, sin contaminación de lujuria, dando hijos en tálamos castos.
Ser castos no quiere decir suprimir el connubio.
Quiere decir realizarlo con la mira puesta en Dios
Ser castos no quiere decir suprimir el connubio. Quiere decir realizarlo con la mira puesta en Dios que, de dos animales racionales, hace dos creadores menores y que, lo mismo que Dios creó al varón y a la mujer sin infundirles pensamientos de malicia, no poniendo en sus pupilas luces de carne para desvelarla a los inocentes, así también deberían los cónyuges hacer del matrimonio una creación santa, alegrada con cunas, mas no manchada de lujuria.
El cónyuge honesto y santamente amoroso busca
asemejarse al otro cónyuge porque quien ama tiende
a tomar la semejanza de la persona amada.
El cónyuge honesto y santamente amoroso busca asemejarse al otro cónyuge porque quien ama tiende a tomar la semejanza de la persona amada. Por lo que el matrimonio bien entendido viene a ser superación recíproca ya que en él no se da quien sea totalmente perdido y así basta mejorar un punto a cada uno tomando como ejemplo el punto bueno del otro para subir, en mutua porfía, la escala de la santidad. Como planta que va echando ramas, una más arriba que la anterior subiendo más y más hacia el cielo, así es la santidad conyugal e individual. de una brota mañana otra más alta y de las virtudes humanas de la tolerancia recíproca se sube a las cumbres de la heroicidad sobrenatural.
José, cónyuge santo y casto de la Santa y Casta por excelencia, como niño junto a su maestra, iba aprendiendo, día a día, la ciencia de asemejarse a Dios y, al no haber en su corazón de justo nada que obstaculizase la Gracia, día a día iba asemejándose más a su amada Maestra y, de este modo, a Dios de quien María era la copia más perfecta.
Lo que en aquella noche santa percibió José, recogido en tan profunda oración que venía a estar rodeado de una barrera mística que aislaba su alma del mundo exterior, fue la luz.
Por la gruta, apenas alumbrada desde hacía poco por una pequeña fogata de ramulla que iba apagándose por falta de combustible, habíase difundido una luz suave que se intensificaba gradualmente del modo que lo hace la claridad de la luna que, cubierta primero por cendales de nubes, se va liberando poco a poco de ellas hasta mostrarse en toda su plenitud plateando la Tierra.
Inmersa en esta luminosidad estaba María, arrodillada aún –pues Yo nací mientras Ella oraba– si bien bajada sobre sus talones. Allí estaba María que, con lágrimas y sonrisas, besaba mi Carne infantil.
Tampoco ahora se cruzaron muchas palabras. Sólo la de costumbre: "¡José!", y la presentación a éste del Fruto de sus santas entrañas.
La primera redimida por Dios era la familia,
reconstruida del modo como el Eterno habíala pensado
La primera redimida por Dios era la familia, reconstruida del modo como el Eterno habíala pensado. Dos que se aman santamente y que santamente vuelven a encontrarse volcados sobre un recién nacido, no hay resabios de lujuria en el beso que sobre aquella cuna se intercambian antes agradecimiento mutuo y mutua promesa de seguir amándose con un amor recíproco que ayuda y conforta.
Cuando entraron los primeros pastores, aún encontraron a los dos Santos totalmente identificados en el amor y en la oración; y José, hombre maduro, parecía el padre, tanto de la Virgen como del Niño, pues así de visible era en su semblante esa ternura exenta de carnalidad que, por desgracia, ya no se ve sino en la mirada de un padre.
La Luz irradiaba a la sazón sobre la Tierra y descendía
en oleadas angélicas de los Cielos anulando con su
paradisíaco resplandor la luminosidad de los astros
en la noche serena
La Luz irradiaba a la sazón sobre la Tierra y descendía en oleadas angélicas de los Cielos anulando con su paradisíaco resplandor la luminosidad de los astros en la noche serena. Y esa Luz no fue advertida por los sabios, por los ricos ni por los ahítos de placeres, sino que fue alborada para aquellos humildes trabajadores que estaban cumpliendo son su deber.
El deber, cualquiera que éste sea, es siempre sagrado.
El deber, cualquiera que éste sea, es siempre sagrado. El deber del rey que firma decretos no es más alto que el del campesino que ara la tierra o el del pastor que cuida de su rebaño. Es el Deber. Es la Voluntad de Dios. Por eso es siempre noble. Por eso es merecedor de idéntico premio o castigo sobrenatural. Y el haber ceñido corona o empuñado cayado no será lo que os salve del castigo u os prive del premio. Al que cumple el propio deber y con él la Voluntad Santísima, Dios se le manifiesta haciéndole testigo de sus prodigios.
Y fue a los pastores a los que Dios se manifestó y éstos fueron los llamados a dar testimonio del prodigio de Dios.
el Emmanuel se hizo visible a los segundos redimidos
de la Tierra: a los trabajadores,
En la luz que, por fin, llegó a ser deslumbrantes, puesto que todo el Cielo estaba encima de la gruta y en su interior, el Emmanuel se hizo visible a los segundos redimidos de la Tierra: a los trabajadores, ya que, a seguido de la Familia, vino Dios a santificar el trabajo. El trabajo, dado al hombre como anatema tras el pecado de Adán, se transformó en bendición desde el momento en que el Hijo de dios quiso hacerse trabajador entre los hombres.
La Luz había venido al mundo y no eran bastantes a contenerla aquella cueva mísera ni la limitada campiña de Belén, derramándose por oriente y occidente, por el austro y el septentrión. Nada dijo con su aparición a los cuchipandistas ni dirigió con su efusión palabra alguna a los sibaritas. Habló a los que, siendo puros de corazón y deseosos de la Verdad, humillaban su mente cultísima a los pies de Dios sintiéndose simples átomos ante su Santidad.
La Luz se mostró después a los terceros redimidos
de la Tierra: a los poderosos que hacían del poder
instrumento de espirituales conquistas y así los llamó
a adorarla mediante un resplandor que abarcó
los cuatro puntos del firmamento
La Luz se mostró a los poderosos que hacían del poder instrumento de espirituales conquistas y así los llamó a adorarla mediante un resplandor que abarcó los cuatro puntos del firmamento. Se mostró pues a los poderosos porque Dios vino a santificar a los poderosos después de a los Trabajadores y a la Familia. Y, con los poderosos, a la Ciencia. Mas Dios no se manifiesta ni cubre de bendiciones a los poderosos infames ni a los científicos ateos sino a los que, del don del poder y de la ciencia, hacen un medio de elevación sobrenatural y no de atropello o de negación.
Dios es Rey, incluso de los reyes, y, asimismo, Maestro
de los maestros. Muchos fueron los maestros que
encontró la Luz sobre la Tierra, mas tan sólo los
maestros deseosos de Dios se sintieron atraídos por Ella
Dios es Rey, incluso de los reyes, y, asimismo, Maestro de los maestros. Muchos fueron los maestros que encontró la Luz sobre la Tierra, mas tan sólo los maestros deseosos de Dios se sintieron atraídos por Ella. Y así es siempre. La Gracia obra allí donde hay deseo de poseerla y tanto más obra, hasta llegar a convertirse en Palabra y en Presencia, cuanto mayor y más vivo es el deseo de poseerla y de ser poseídos.
Guiados ante el Rey de reyes por la luz, único elemento digno de ser huella de Dios, vinieron desde apartadas regiones los poderosos como avanzada de los innumerables que en el correr de los siglos habrían de emprender la mística marcha para llegar hasta Dios. No se manifestó a los poderosos de Palestina ni a los que se tenían por depositarios de los secretos y de las consignas de Dios –y tales consignas y secretos resultaban incomprensibles para ellos por faltarles la caridad, y las señales del Cielo lo mismo que las palabras del Libro eran para ellos únicamente simples meteoros y palabras carentes de significado sobrenatural– sino sólo a los lejanos.
Vine a ser Luz en el mundo, Luz para el mundo y Luz del mundo. Llamé al mundo a la, a todo el mundo
Y lo llamo. Lo llamo sin cesar desde hace veinte siglos. No ceso de hacer resplandecer mi Luz sobre vuestras tinieblas. Si acertasteis a elevaros sobre la cortina de nieblas que habías extendido sobre el mundo, llegaríais a ver el Sol divino siempre fulgurante y benéfico sobre los hombres, sobre todos los hombres.
Africanos, asiáticos y australes se acercan a la Cruz
que vosotros rechazasteis. Y os sobrepasarán.
No hay por qué extrañarse de que, actualmente, se adelanten a vosotros quienes más alejados se encuentran de la Roma católica. Gaspar, Melchor y Baltasar, a lomos de pacientes camellos, vinieron desde tres puntos de la Tierra a la Luz del mundo que los compatriotas del Hijo de María no vieron. Africanos, asiáticos y australes se acercan a la Cruz que vosotros rechazasteis. Y os sobrepasarán. En el último día, cuando el tiempo y los hombres sean iluminados en todos los puntos y lugares, aparecerá la ingrata laguna dejada por vosotros, católicos de siglos, mientras que los otros: los idólatras y herejes, fascinados por Cristo, Señor santo, afluirán con sus almas hechas vírgenes por la Gracia.
¡Cuántas convulsiones tenebrosas en el mundo civil! A la vez que vuestra vergüenza, constituyen vuestro castigo. Jamás debisteis ni debierais consentir el rechazo y repudio de la Luz que, en primer término, os fue dada a vosotros. Os matan las tinieblas sin que las queráis abandonar. De ellas se derivan todos los males que, cual maléficos animales nocturnos, os torturan nutriéndose de vuestra sangre y de vuestro tormento.
Ni aún los de "casa" me conocen ya
Y ni me queréis, ni me comprendéis ni me conocéis. Ni aún los de "casa" me conocen ya. Y con dificultad los reconozco Yo por haberlos desfigurado tanto las muchas enfermedades de la carne y de la mente.
Ahora bien, en este primer domingo de Adviento que anuncia la venida de la Luz al mundo, os ruego, hijos, que si no osáis mirarme a Mí, Redentor y Juez, porque a vuestra alma envilecida le causa miedo el Dolor y le aterra la Justicia, me miréis a Mí, tierno infante, en el regazo de María. En un niño caben únicamente caricias y sonrisas y éstas las tengo Yo para vosotros.
Apiadaos de mis desnudez y de mi pobreza. Pero mi necesidad, más que de ropas y de dinero, es de amor. De vuestro amor. No quiero oro ni tampoco incienso. Sólo quiero vuestro amor. Lo quiero porque amarme y conocerme es para vosotros Vida y Verdad. Como María me engendró por obra del Amor, así Yo quiero engendraros a vosotros por el amor. El mío es vivo y operante; mas es preciso que el vuestro lo sea también.
Venid a Mí y acogedme en vosotros. Haré brotar en vosotros torrentes de Luz y de Gracia y haré que lleguéis a ser, lo mismo que Yo, hijos de Dios. Bienaventurados los que acogen mi Luz. Yo estaré en ellos y habitaré en ellos, en su espíritu. Porque el Verbo no tiene necesidad de moradas de yeso sino de moradas vivas: Él quiere para habitación suya los espíritus de los hombres.
La gloria de Dios se manifiesta a cuantos me acogen, porque donde Yo estoy allí están conmigo el Padre y el Espíritu y la gloria del Señor se descubre plena y letificante a ellos siendo la Gracia su vida. Y, al igual que el sol desde lo alto de los cielos, así están sobre ellos la Paternidad, la Fraternidad y la Caridad divinas dándoles anticipos de bienaventuranza.
María, dentro de su luminosidad extática, me ofrece a vuestro amor. Inclinad vuestras frentes ante el Amor hecho carne. Él dejó los Cielos para llevaros al Cielo y vino a la guerra para traeros la Paz."
Desde hace tres días se han derramado sobre mi alma los ríos del éxtasis y el gozo de la visión además de la palabra. Mi alma es un puro candor y una pura luz puesto que el candor de la madre Virgen y la Luz se encuentran en mí.
Sean dada gloria a Dios por su bondad pues concede a su sierva contemplar lo que vieron los ángeles, inundando mi alma con su Paz.
En este momento transmite por radio el "Agnus Dei" de la misa dominical. Mas Yo he visto al Cordero recién nacido durmiendo en el regazo del candor... y es mayor su hermosura que la música más bella...
C. 43, 571-578
A. M. D. G.