Para mí, inmediatamente después
2 diciembre 1943
Para María Valtorta.
A los niños es a los que Dios habla
Las luces de Dios son inexhaustas e inagotables no dándose una que sea inútil o inexacta.
En un principio estabas en mis brazos, mas ahora te tienen asimismo el Padre y la Madre.
Dice Jesús:
"Te he tomado como a un niño pequeño y te he puesto en medio de ellos porque es a los niños a los que Dios habla, con preferencia. Niños de años o niños de espíritu, porque hay en ellos simplicidad y pureza para admitir las revelaciones de Dios.
Mas el día en que tú quisieras llegar a ser "grande" y
como ellos, Yo dejaría de tenerte de la mano
y de instruirte
Mas el día en que tú quisieras llegar a ser "grande" y como ellos, Yo dejaría de tenerte de la mano y de instruirte. Los adultos no necesitan ser conducidos, a menos que sean ciegos, ni tampoco instruidos, porque "saben" y se precian de ello.
¿Qué saben? Dice el Predilecto, al que amo y que te ama lo mismo que tú, su hermanita, le amas a él, que si se escribieran todos los prodigios obrados por Cristo, no bastaría la tierra a contener los volúmenes
Si bien es fuerte la hipérbole, no es menos cierto que si se hubiesen de escribir los prodigios realizados por Mí desde que vine al mundo hasta ahora y desde ahora hasta el fin del mundo, serían tan numerosos los volúmenes como las estrellas del cielo, y que es cierto asimismo que lo que saben aquellos que se creen saberlo todo es como un puñado de arena respecto de toda la arena de las playas.
Las luces de Dios son inexhaustas e inagotables no
dándose una que sea inútil o inexacta.
Las luces de Dios son inexhaustas e inagotables no dándose una que sea inútil o inexacta. Por lo que, todos aquellos que "saben" son unos medio-analfabetos de los que no puedo ser Maestro porque, en su necia soberbia, creen no tener necesidad de maestro permitiéndose censurar la obra de Dios que se sirve de un niño para instruir a los sabios.
Si te molestan con sus farisaicas críticas y reproches, dales mi respuesta: "¿No sabéis que debo atender los intereses de mi Padre?", y no te amedrentes.
En un principio estabas en mis brazos, mas ahora te tienen
asimismo el Padre y la Madre.
En un principio estabas en mis brazos, mas ahora te tienen asimismo el Padre y la Madre. Te encuentras más segura que un parvulito en el regazo de su madre y que un pajarillo bajo el ala materna. Continúa pues siendo "pequeña" y así nuestra leche será siempre tu alimento.
Y los ciegos de buena voluntad, poniendo su mano en la tuya diminuta que no humilla, por cuanto la ayuda de un niño jamás mortifica, podrán contar con un guía en el camino de la Vida.
Marca en paz y descansa. Yo te bendigo."
Este primer fragmento lo escribí de una a dos de la madrugada. Me acosté en seguida para descansar pero, a los pocos minutos, volvió a hablar Jesús. Le confieso (P. Migliorini) que, no bien empecé a entrar en calor, dudé en volver a salir o no fuera de los cobertores. Mas fue tal la insistencia, que hube de decidirme a salir y, helándome de nuevo, escribí el segundo dictado, todo él dirigido a mí.
En este momento son las 10 de la mañana y, al abrir el periódico, veo el decreto referente a los hebreos. ¿No le parece que esté relacionado con las páginas 6.ª y 7.ª del dictado del día 2? (He marcado con una señal roja el párrafo que, a mi entender, supone una respuesta divina a esta disposición humana) (En el cuaderno autógrafo no encontramos "señal roja" alguna que, sin duda, María Valtorta la habría podido poner en alguna de las copias mecanografiadas.).
Se habría dado cuenta de que ayer yo me sentía feliz... La voz de María resonaba en mi corazón inundándome de gozo. Hubiera querido haberle hecho partícipe, al momento, de este mi felicidad; mas no podía. Creo sin embargo que, al verme, pudo comprender usted que me hallaba inmersa en un nuevo gozo.
¡Verdaderamente, el Señor es excesivamente bueno conmigo!
C. 43, 588-590
A. M. D. G.