2 diciembre 1943

 

 

Yo soy la silenciosa.

 

La Virgen de la espera.

 

 


 

Quiero hacerte notar un hecho de mi vida de Madre de Dios que escapa a la observación de muchos sus miradas no se dirigieron a Mí

  Entre los presentes a la ceremonia, siempre nueva, de una presentación al templo, ni uno hubo que pensase en mí.

   Quiere decir amar, quiere decir hablar al propio corazón. Yo soy la silenciosa. Yo, nueva Eva, os enseño el silencio.

  El primer "Pater noster" lo pronuncié o en la fría gruta de Belén teniendo alzado entre mis brazos a mi Cordero venido al mundo para ser sacrificado y dar vida a los muertos del alma

 


 

Dice María:

"No debes desanimarte demasiado recordando el tiempo en que me amabas poco. No eres la única. Pero yo soy Madre y, por eso comprendo y perdono. Son deficiencias de los aún imperfectos. Al ser poco amada, no por eso amo menos. Me basta con que, al menos, améis a mi Hijo, y tú le amabas mucho cuando aún no me amabas a mí sino poco.

 

Quiero hacerte notar un hecho de mi vida de Madre de Dios

 que escapa a la observación de muchos sus miradas no se

 dirigieron a Mí

 

Quiero hacerte notar un hecho de mi vida de Madre de Dios que escapa a la observación de muchos y que, incluso, es un claro indicio de las relaciones que conmigo habrían de establecer los redimidos por mi Jesús.

Cuando los pastores llegaron a la gruta, sus miradas y sus manifestaciones de amor fueron en exclusiva para mi Niño. Yo y José éramos para ellos figuras secundarias. Ante la pobre pajiza donde Él dormía cuando no lo hacía sobre mi regazo, depositaron sus dádivas y sus ternezas. No me apenaba por ello ni porque dejaran de tributar la consideración debida a la planta que había dado al mundo aquella Flor del Cielo. Me sentía satisfecha con que amasen a mi Niño y le amasen tanto. ¡Habría tantos después que le odiasen...!

 

Entre los presentes a la ceremonia, siempre nueva, de una

 presentación al templo, ni uno hubo que pensase en mí.

 

Entre los presentes a la ceremonia, siempre nueva, de una presentación al templo, ni uno hubo que pensase en mí. Miraban a mi Tesoro y se hacían lenguas de su belleza sobrehumana; mas a su Madre, tan sólo alabanzas humanas se le tributaron. Únicamente los santos me conocieron por lo que era y así, Isabel, Simeón y Ana vieron en mí a la Madre del Salvador, tributándome con este su reconocimiento la más sublime alabanza. Los primeros eran "buenos". Estos tres, en cambio, eran "santos".

El Espíritu Santo actúa en el corazón de los santos infundiéndoles sus luces de conocimiento sobrenatural. El Espíritu Santo ilumina los corazones de los santos para hacerles que me vean. Verme a mí a la luz de Dios quiere decir amarme de verdad. Mi santísimo Hijo obra por su cuenta para atraeros a su amor. Yo os amo y aguardo pidiendo por vosotros.

 

Quiere decir amar, quiere decir hablar al propio corazón.

Yo soy la silenciosa. Yo, nueva Eva, os enseño el silencio.

 

Yo soy la Virgen de la espera. Desde mis más tiernos años esperé al Esperado de las gentes. Soy la Corredentora que espera la hora de morir al pie de la Cruz para daros la Vida. Soy la Madre que espera vuestro verdadero amor, no el culto superficial que se limita a multiplicidad de palabras. Orar no quiere decir pronunciar muchas plegarias. Quiere decir amar, quiere decir hablar al propio corazón.

Yo soy la silenciosa. Yo, nueva Eva, os enseño el silencio. Por hablar, le llegó a Eva la seducción. Por mi callar entró en el mundo la Redención. Aprended de mí la virtud del silencio porque en el silencio exterior es donde habla el corazón a Dios y Dios al corazón. El mío no era silencio inerte de un alma muerta antes, por el contrario, era un obrar activísimo en lo espiritual.

 

El primer "Pater noster" lo pronuncié o en la fría gruta

 de Belén teniendo alzado entre mis brazos a mi Cordero

 venido al mundo para ser sacrificado y dar vida a los

 muertos del alma

 

Cuando tuve a mi Niño en brazos, yo, sustituyéndome a Él, ya que no sabía hablar pues no era sino un pequeñín que únicamente sabía gemir   –mi Hijo Dios, que era la Voz del Padre, la Palabra del Padre, aniquilándose por amor hasta la condición de un niño gimiente con voz de corderillo–  yo hice por Él la ofrenda al Padre. El primer "Pater noster" lo pronuncié o en la fría gruta de Belén teniendo alzado entre mis brazos a mi Cordero venido al mundo para ser sacrificado y dar vida a los muertos del alma. El "Fiat voluntas tua" fui yo la primera en pronunciarlo llorando. Y ¿sabes qué signifique para una Madre dirigir al Eterno tales palabras?

Ahora, cuando veo que, por amor a mi Hijo, cumple una criatura la Voluntad divina que es, ante todo, voluntad de amor, cancelo su débito para conmigo y aumento mi amor hacia ella. Más adelante me la trae Jesús. Dejo a mi Jesús el cuidado de hacer que me amen. donde Él está, allí está también el Espíritu de Dios. Y donde está el Espíritu, están igualmente la Ciencia y la luz. Por lo que resulta imposible que dejéis de ser, a la vez, instruidos en el amor hacia mí.

Cuando, por fin, llegáis a amarme, entonces es cuando, de verdad, vengo yo. Y mi venida comporta siempre alegría y salvación."

C.43, 590-592

A. M. D. G.