4-12. Zacarías.

Cap. 6.º, v. 12-15

(inmediatamente después del sopor, a las 23, 30 horas).

 

 

Yo soy el Oriente de Dios

 

que lo anuncia a las gentes.

 

 


 

Qué de más bello y grandioso puede darse que este despuntar del sol a cada nueva mañana Ello os habla del Supremo Ordenador de todas las cosas

   El apelativo de Oriente que me aplicaron los antiguos de Israel no resulta equivocado

   Venido para anunciar al Padre, Señor eterno, y dar testimonio de su Existencia Santísima, construí el nuevo templo del Señor.

   Soy vuestro segundo Creador

   Os lo juro Yo que soy la Verdad del Padre: A cuantos me escuchen a Mí, Voz del Señor, les estará reservada la suerte del gozo infinito de conocer a Dios

 


 

Dice Jesús:

"Cuando en el cielo sereno se alza el sol por la mañana, éste sale por el oriente. Y es también por el oriente. Y es también por el oriente de donde os llega a vosotros la luz que va avanzando y creciendo cada vez más hasta llenar l cielo con sus rayos y la tierra de calor y de regocijo.

 

¿Qué de más bello y grandioso puede darse que este

 despuntar del sol a cada nueva mañana? Ello os habla

 del Supremo Ordenador de todas las cosas

 

¿Qué de más bello y grandioso puede darse que este despuntar del sol a cada nueva mañana? Ello os habla del Supremo Ordenador de todas las cosas cuyo infinito poder regula el curso de los astros con pensamientos de amor hacia vosotros, sus hijos, y al que los astros, estos descomunales gigantes del Universo, obedecen, al paso que vosotros, polvo imperceptible esparcido por un planta, y no de los más grandes, que rueda por las vías sin fin del firmamento, no os creéis obligados a obedecer por respeto y gratitud hacia Aquel que os ama y es Dios.

Página es ésta que, con sólo quererlo, podéis leer todas las mañanas con los ojos del alma. La luz que torna debería ser bastante a haceros meditar durante todas las horas del nuevo día en la Presencia, en el Poder y en la Bondad de Dios, haciéndoos pensar en Mí: Luz del mundo, Sol eterno y Oriente santo.

 

El apelativo de "Oriente" que me aplicaron los antiguos

de Israel no resulta equivocado

 

El apelativo de "Oriente" que me aplicaron los antiguos de Israel no resulta equivocado. Bella como el despuntar del astro de la mañana fue mi aparición en el mundo, y para ese mundo, lo mismo que el sol, traje Yo la luz iniciando así la jornada de Dios entenebrecida en su inicio por la culpa primera, jornada que tendrá su esplendorosa puesta en el momento final para después resurgir eterna en el Reino de Dios con todos sus elegidos.

Yo soy el Oriente de Dios que lo anuncia a las gentes. Engendrado por Él, vengo tras Él y, a diferencia del sol, no conozco ocaso sino que me encuentro fijo, eterno en mi Divinidad, en torno a la cual giran los pueblos al modo de astros que de Mí reciben vida y luz. Yo no, sino vosotros sois los que conocéis la oscuridad de la tinieblas porque en vosotros y no en Mí se pone la luz, ya que os apartáis de la Luz interponiendo entre Ella y vosotros las barreras y lejanías de una voluntad en desacuerdo con Dios o bien culpas cometidas contra la Ley.

 

Venido para anunciar al Padre, Señor eterno, y dar

 testimonio de su Existencia Santísima, construí el nuevo

 templo del Señor.

 

Venido para anunciar al Padre, Señor eterno, y dar testimonio de su Existencia Santísima, construí el nuevo templo del Señor. Mas no el templo material levantado con piedras y argamasa que los siglos y los hombres con los embates del tiempo o de las guerras pueden destruir sino el Templo del que Yo soy la Piedra: mi Iglesia que no desaparecerá con la destrucción de la Tierra, antes, cual nube de incienso y fragancia de flor, ascenderá a la morada de Dios, libre ya, como mujer desatada de todas sus servidumbres, para unirse a su Fundador en nupcias eternas de las que serán testigos sus santos. Y el templo asimismo, no colectivo sino individual  –y por ser individual no es menos santo y eterno que el Templo de mi Iglesia– de vuestro espíritu que Yo reedifiqué después de que Satanás habíalo minado con la culpa, regenerándoos con la Gracia, inundándoos con mi Sangre e instruyéndoos con mi Palabra.

Esto constituye mi gloria: Haber restituido a Dios los templos vivos de vuestras almas de nuevo consagradas y de esta gloria me revistió el Padre otorgándome el poder de ser Juez de todas las criaturas que hice mías al precio de un sacrificio sin límites.

 

Soy vuestro segundo Creador

 

Soy vuestro segundo Creador puesto que volvía a hacerme cargo de los creados por el Padre, convertidos en cadáveres por la culpa y les infundí la vida, no insuflando el hálito de Dios como en Adán  –barro modelado al que sólo la infusión del soplo de Dios prestó carne y alma–  sino con mi muerte. Me despojé de la vida para daros la Vida. Me despojé de la vestidura de Dios para cubrirme con la vuestra de hombre y aún ésta la perdí por vosotros tras haber probado todos los horrores de la vida: dolores, hambre, traiciones, torturas, fatigas, agonías y muerte.

¡Oh!, redención del hombre, reparación obsequio ofrecido a mi Padre Santísimo, ¡cuánto me costasteis!

Como consagrante, constructor y víctima, tengo derecho a ser Sacerdote supremo. Este derecho no me lo niega el Padre antes lo proclama por su Justicia y su Caridad porque Yo estoy en comunión de paz infinita con mi Padre, ya que Él es para Mí Padre y Yo soy para Él Hijo y porque le obedezco y amo, llevándome el Amor a obedecer a mi Padre Santísimo para darle así alegría y gloria.

Desde que  –"Oriente del mundo–  vine a traer la Luz a las Tinieblas, os llamé con la fuerza de la Caridad y de la Palabra y desde los más apartados confines vinisteis a Mí porque Yo no soy un dios falso y cruel sino el Dios verdadero y misericordioso que lleva a cabo prodigios de amor para agrupar bajo su enseña a las ovejas extraviadas fuera de su redil.

Y porque os amo con un amor incomprensible para vosotros de tan perfecto que es, no sólo os salvo introduciéndoos en mis filas sino que os hago mis colaboradores en la tarea de edificar el Templo que no ha de ser destruido y en el que ha de reposar la Gloria Trinitaria que todos vosotros habréis de conocer tal cual Ella es una vez que hayáis sido elevados a la Vida perfecta y hechos capaces de conocer a Dios.

Os lo juro Yo que soy la Verdad del Padre: A cuantos me escuchen a Mí, Voz del Señor, les estará reservada la suerte del gozo infinito de conocer a Dios."

C. 43, 596-598

A. M. D. G.