15-12-43.

1.º Paralipómenos. Cap. 15.º, v. 29.

 

 

Micol... le despreció en su corazón

 

 


 

Dice Jesús:

"Escribe: "... Micol... se puso a mirar de la ventana y como viese al rey David saltando y bailando, le despreció en su corazón".

 

Hay demasiados que se parecen a Micol

 

Hay demasiados que se parecen a Micol. Tienen el corazón esterilizado por lo que llamáis: buen sentido. Son o se creen mentes privilegiadas cuando únicamente son mentes áridas que señorean corazones todavía más áridos. Están regidos por el orgullo y lo mismo que la sangre late en las venas, así vive y circula en su espíritu el orgullo que les ciega, ensordece y cubre de tinieblas. No son ya capaces de ver ni de comprender lo que es gozo sobrenatural y tuercen la cabeza ante el éxtasis de las almas sencillas a las que el amor les capacita para ver a Dios.

¡Ver a Dios! Gozo idéntico al del Cielo que Dios concede a los vivientes que le aman con todo su ser. Ver a Dios a través de las formas asequibles a vuestro carnalidad para que os puedan resultar sensibles.

 

No bailaba David delante del arca por el arca sino

porque veía reflejarse en ella el Rostro de la Gracia,

de la Belleza y del Poder del Altísimo.

 

No bailaba David delante del arca por el arca sino porque veía reflejarse en ella el Rostro de la Gracia, de la Belleza y del Poder del Altísimo. El amor comunica una santa embriaguez que impele al hombre a cantar y a contonearse porque el mundo que le rodea se circunscribe a su corazón que se dilata con la pasión siendo el mundo mismo para él otro incentivo de nueva dilatación porque en todo ve impresa la huella de Dios ante la que el hombre, prendido en el torbellino formidable y suave de la caridad, se deshace en transportes de alegría sobrenatural que sólo quienes son como él comprenden. Los demás, lo mismo que Micol, le desprecian en su corazón.

No despreciéis a los únicos que han alcanzado a comprender cómo Dios es superior a todas las cosas, incluidas: aquella estima, aquella tranquilidad y aquella utilidad a las que tanto apego tenéis. Pedid al Señor del mundo que haga a vuestro corazón capaz de amar y de entender.

 

Despojaos de vuestro ridículo orgullo

 

Despojaos de vuestro ridículo orgullo. No sois vosotros los depositarios de la perfección. Lo son estos humildes, estos sencillos y estos pequeños porque poseen la Ciencia, la Verdad y la Caridad. En una palabra: Poseen a Dios. Están entre vosotros al modo de una enseñanza y de una voz para que no se borre del todo la idea de Dios en vuestros áridos corazones saturados de humano saber."

C. 43, 644-645

A. M. D. G.