17-12-43
dEUTERONOMIO. cAP. II (1.º?), v. 26-29-35-43
La incredulidad es una de las
mayores plagas de este vuestro
desventurado tiempo
No dais crédito a Dios con simplicidad y firmeza
Nunca tengáis miedo de quien es Padre para vosotros
¿Qué no negáis vosotros?... tenedlo bien presente: el que consigo no tiene a Dios, perece
veo distintamente a María Santísima vestida toda de negro Son almas sacerdotales a las que el mundo y Satanás combaten encarnizadamente y más en estos tiempos
Dice Jesús:
"La incredulidad es una de las mayores plagas de este vuestro desventurado tiempo.
No creéis en las palabras de la Fe, o si creéis, es del modo que a vosotros os place, es decir, de un modo relativo y acorde con vuestro género de vida.
No dais crédito a Dios con simplicidad y firmeza
No dais crédito a Dios con simplicidad y firmeza. Discutís, caviláis, aplicáis vuestras medidas a lo que es infinito y acabáis negando lo que no acertáis a explicar.
Negáis de plano el poder de Dios porque no admitís que pueda Dios suscitar santos hasta de las piedras y dar el habla a las almas mudas. Dios hace cuanto quiere y, para confundir a los soberbios, toma a los pequeños y, entrando en ellos para ser El "todo" en los mismos, los hace grandes.
Negáis el milagro o mejor: admitís los milagros que os acomodan y de los demás, que no son menos importantes por el hecho de ser espirituales, decís que no pueden ser posibles. Y qué, ¿me pondréis limitaciones? ¿Acaso os he pedido consejo o permiso para obrar? ¿Os he pedido ayuda? No. Me basta la buena voluntad de mis siervos para suscitar el milagro que vosotros negáis por hacerles de menos. Vuestra cooperación, ¡fariseos negadores!, ni os la pido ni la necesito. Tenedlo en cuenta y sed menos incrédulos y soberbios. Humillad vuestra frente orgullosa y haced así que vuestro espíritu se eleve. Y Dios, al ver que creéis en Él con humildad y constancia, os concederá el milagro de la transformación de vuestro corazón, lleno de humanos cuidados, en otro consagrado de nuevo por la Fe.
Nunca tengáis miedo de quien es Padre para vosotros
Nunca tengáis miedo de quien es Padre para vosotros. Amadle y bendecidle siempre ya que Él os profesa un amor infinito que todo lo compadece y perdona con sólo que vea recta intención en vosotros.
Mas ésta es la que os falta. Todos vuestros actos comportan un germen que no es recto y así son raras, como las perlas negras, aquellas criaturas cuyas intenciones tengan como fin único la gloria de Dios sin preocupación alguna por la consideración humana. Y esta es la causa de que Yo no escuche vuestras palabras, pagándoos con la misma moneda lo que vosotros me hacéis a Mí no escuchando las mías.
Y mientras continuéis siendo la generación perversa que sois, enemiga de Dios y del espíritu y amiga de la carne, de la sangre y del Incitador de ambas, no gozaréis de la verdadera paz. Verdadera, no ilusoria como lo es la estasis de un mal crónico que no es sino la oculta acumulación de nuevas toxinas destinadas a desparramarse más adelante por la sangre y así producir una agravación cada vez más fuerte en el mal causante de la muerte.
Lo mismo son vuestras paces. No son sino acumulaciones de fuerzas y de medios para futuras más demoníacas guerras. Os lo dije, se lo había (dicho) a mi santa Madre y a mis siervos a los que habíaseles desvelado el futuro. Mas vosotros negáis el milagro, negáis la revelación y negáis a Dios.
¿Qué no negáis vosotros?... tenedlo bien presente:
el que consigo no tiene a Dios, perece
¿Qué no negáis vosotros? Negáis todo lo que no es fruto de vuestra soberbia y obráis, no según las luces que vienen de lo alto sino según los humos que se desprenden de vuestro ser abrasado por la soberbia, instigado por la arbitrariedad y ensatanado por la triple lujuria.
Y Yo que estoy inclinado como un Padre, que soy Amor para quien me es fiel, no puedo bendecir vuestros proyectos ni dirigir vuestras empresas. Y, tenedlo bien presente: el que consigo no tiene a Dios, perece."
veo distintamente a María Santísima vestida
toda de negro
Para colmo de todos mis sufrimientos, veo distintamente a María Santísima vestida toda de negro. Toda: velo, hábito, manto, que va con rostro de infinita tristeza como por un jardín. Digo jardín porque en él hay flores, si bien no veo bancales propiamente dichos. Allí hay flores y senderos. No veo otra cosa.
Nuestra Señora se inclina a coger las flores. Añado, para explicarlo mejor, que parece como si hubiese caído una tromba sobre aquel lugar puesto que las plantas y las flores se encuentran, unas rotas y otras dobladas en el fango del sendero. María va recogiendo las rotas y las besa, aparta con su pie las dobladas entre el fango, pero no las coge, y llora.
Son almas sacerdotales a las que el mundo y Satanás
combaten encarnizadamente y más en estos tiempos
Responde así a la pregunta que intelectualmente le hago: "Son almas sacerdotales a las que el mundo y Satanás combaten encarnizadamente y más en estos tiempos.
Las rotas son aquellos a los que dio muerte el odio del mundo: son los mártires de este siglo. Las recojo y las llevo al Cielo porque soy la Madre de los sacerdotes y llevo a mis hijos fuera del horror a la Luz de la que se hicieron merecedores. Las recojo en mi manto para derramar esta santa floración al pie del trono de Dios.
Las otras son los sacerdotes que acabaron doblegándose, bien por conveniencia humana y apatía, cuando no por hervor de orgullo, ante acontecimientos o doctrinas que les despojan de su armadura protectora. Perdieron el temple que les infundiera su carácter sacerdotal plegándose a los vientos humanos hasta el extremo de mancillar su seda florida con el fango de la tierra.
Lloro por el dolor de los primeros y la desviación de los segundos. Ahora bien, mi llanto por los primeros se transforma en perlas eternas destinadas para su corona. Por los segundo no hay sino mi dolor por querer salvarlo, salvación que no puedo conseguir si antes ellos no lloran sobre sí mismo.
Es el mayor de mis dolores de Madre universal por los hijos que ofenden a mi Primogénito muerto por dar vida a todos ellos. En estos días en que se renueva mi gozo de Dios, el mundo encuentra el modo de cambiar mi vestidura de cándida alegría en vestido de luto matando a mis sacerdotes o –lo que es doble muerte y sin esperanza– sus almas.
Ruega y sufre para ayudar a los mártires y salvar a los culpables."
C. 43, 648-651
A. M. D. G.