18-12-1943
III misterio glorioso
La venida del Espíritu Santo sobre
el Colegio Apostólico
Para todos fue llama, para mí fue beso
¡Oh ejemplo de gratitud el que Dios os da!
Dice María:
Para todos fue llama, para mí fue beso.
"Cuando el Espíritu del Señor descendió para revestir con su Poder a los doce reunidos en el Cenáculo, se derramó también sobre mí. Mas si para todos fue un conocimiento por el que se les hizo patente la Tercera Persona con sus dones divinos, para mí no fue sino un más vivo reencuentro. Para todos fue llama, para mí fue beso.
Él, el eterno Paráclito, era ya mi Esposo desde hacía treinta y cuatro años y su fuego, de tal forma me poseyó y penetró, que hizo de mi candor un cuerpo de madre. Aun después de los esponsales divinos, hasta tal punto Él me dejó colmada de Sí, que no podía añadir más. Perfección sobre perfección, por cuanto Dios no puede aumentarse a sí mismo al ser perfectísimo e insuperable en su medida habiéndose dado a mí sin limitación alguna para hacer de mi carne de mujer algo tan santo que pudiese albergar al Ser Divino que bajaba a encarnarse en mí.
Mas ahora, cuando la obra de su entrega a mí y de mí a Él habíase ya realizado y nuestro Hijo había tornado al Cielo tras haber dado cumplimiento a todo, Él volvía a darme su beso de gracias.
¡Oh ejemplo de gratitud el que Dios os da!
¡Oh ejemplo de gratitud el que Dios os da! Él, mi Señor, no dejaba de mostrarse agradecido con su Esclava que había sido un instrumento a su servicio y mientras yo repetí a cada latido de mi corazón: "¡Santo, santo, santo y bendito seas Tú, Señor excelso!", Él bajaba por segunda vez del Cielo para reiterar su abrazo de Esposo y prometerme, en medio del ardor y del fragor de la repartida Llama, la tercera unión sin término en la feliz morada del Cielo.
Y el Cielo fue desde entonces, más que nunca, mi meta,
porque cuando se ha gustado y vuelto a gustar el Amor,
el sol, la tierra, las criaturas, todas las cosas
desaparecen de nuestros ojos
Y el Cielo fue desde entonces, más que nunca, mi meta, porque cuando se ha gustado y vuelto a gustar el Amor, el sol, la tierra, las criaturas, todas las cosas desaparecen de nuestros ojos no quedando sino una vista, un sabor y un solo deseo: el de Dios. El de poseer a Dios, no por unos instantes sino en un eterno presente."
C.43, 651-652
A. M. D. G.