23-12. Nehemías, 4.º

 

 

Vigilancia, constancia y oración

 

 


 

He aquí tres armas más poderosas que las flechas, las lanzas y las espadas.

   Todos tienen este deber. Y, muy especialmente, lo tenéis para con Dios, Superior excelso

   Y vosotros que, en mayor o menor escala, tenéis la potestad del mando, oíd lo que os dice el Señor

   Otra cualidad, aparte la rectitud exquisita, es la bondad

   Vigilancia pues en todo y sobre todos

   Sed rectos y justos.

 


 

Dice Jesús:

"Gran enseñanza, harto olvidada por cierto, es la que se lee en el cap. 4.º de Nehemías.

 

He aquí tres armas más poderosas que las flechas,

las lanzas y las espadas.

 

Vigilancia, constancia y oración. He aquí tres armas más poderosas que las flechas, las lanzas y las espadas. Y he aquí también la necesidad de que, entre el pueblo de Dios, haya quienes estén especialmente consagrados a orar por aquellos que, al trabajar, no saben emplear a la vez sus manos en las ocupaciones y su corazón en la oración.

Los jóvenes que trabajaban, dice el libro de Esdras, lo mismo que aquellos que estaban ocupados en el trabajo y no en la defensa, lo hacían teniendo la espada ceñida al flanco y presta para la lucha. Y ninguno se rebelaba contra el mando que les designaba a unos para el trabajo y a otros para la defensa. Los superiores siempre están inspirados por Dios y cuando asignan un cometido han de ser obedecidos con prontitud y sin murmurar.

 

Todos tienen este deber. Y, muy especialmente, lo tenéis

para con Dios, Superior excelso

 

Todos tienen este deber. Y, muy especialmente, lo tenéis para con Dios, Superior excelso, que, en su providencia, predispone las misiones y los cambios en ellas. ¡Ay de aquellos corazones apegados a las cosas perecederas que se rebelan contra la obediencia diciendo: "Yo me siento mejor en esta situación y no quiero esa otra!".

¡No quiero! ¿Cómo podéis decir que no queréis? ¿Dónde está la obediencia, la sumisión y el amor a la Voluntad de Dios que se os trasluce a través de los mandato del hombre? Sólo en un caso os es lícita la desobediencia: Cuando el hombre os impone la realización del mal. Entonces debéis plantaros y decir: "No", por más que ello haga de vosotros mártires.

 

Y vosotros que, en mayor o menor escala, tenéis la

potestad del mando, oíd lo que os dice el Señor

 

Y vosotros que, en mayor o menor escala, tenéis la potestad del mando, oíd lo que os dice el Señor que primero habló a sus súbditos a través del Libro y ahora lo hace a vosotros:

Recordad que dirigir supone doble honor que no ser dirigidos. A vosotros toca no haceros responsables de las ruinas de los demás. Los súbditos responden a Dios de sí mismos. Vosotros, en cambio, de vosotros y de ellos. A la dignidad del cargo ha de corresponder la severidad de conducta para con vosotros mismo. Debéis servir de ejemplo puesto que el ejemplo arrastra, tanto en lo bueno como en lo malo. Y, con superiores malos o simplemente indolentes, no pueden darse sino súbditos malos e indolentes.

Y esto es así, tanto en una comunidad como en un Estado. Los pequeños, recordadlo bien, miran a los grandes viéndose en ellos como en un espejo.

 

Otra cualidad, aparte la rectitud exquisita,

es la bondad

 

Otra cualidad, aparte la rectitud exquisita, es la bondad. La bondad frena los instintos más que las cárceles y las prescripciones. Haceos amar y seréis obedecidos. Siendo buenos es como arrastraréis a practicar la bondad. Mas ¡ay si sois ambiciosos, injustos y malvados! Seréis entonces odiados, escarnecidos y desobedecidos hasta en las disposiciones justas que dictéis y obedecidos, incluso aún más de los que quisierais, en copiar vuestra codicia, vuestra injusticia y vuestra maldad.

No os embriague hasta tal punto vuestro honor que os incapacite para atender a los súbditos en sus justas necesidades y en sus quejas. Ser cabezas quiere decir ser "padres". Para esto os dio Dios la autoridad, no para que la empleéis como látigo sobre los inferiores. No sois omnipotentes como Dios, es verdad. Mas cuando hay buena voluntad se puede cuanto se quiere. Y todo aquel que quiere saber la verdad, la sabe.

 

Vigilancia pues en todo y sobre todos

 

Vigilancia pues en todo y sobre todos. Nada de necia y ciega confianza ni de indolente descuido con vuestros colaboradores. No todos son justos y hay muchos Judas esparcidos entre las filas de colaboradores de los que gobiernan. No os hagáis esclavos de ellos mendigando sus consejos a trueque de mandar. Sed rectos y basta. Y cuando veáis que se ejerce en vuestro nombre un despotismo culpable, conducíos de forma que siempre os veáis en libertad de compromisos con vuestros representantes, de modo que podáis reprenderles sin temor a que, de acusados, se cambien en acusadores vuestros.

 

Sed rectos y justos.

 

Sed rectos y justos. Rectos, no aprovechándoos de la ocasión en perjuicio de los inferiores. Y justos, en saber castigar a aquellos que, por ser algo, se creen con derecho a todo.

Si así hacéis, siempre podréis decir a Dios: "Acuérdate de mí para bien puesto que yo lo hice a los que me encomendaste"."

C. 43,  663-665

A. M. D. G.