24-12-43. Salmo 36.º, v. 21.

 

 

la diferencia entre el pecador

 

y el justo

 

 


 

el pecador es un vampiro que arrebata y destruye no restituyendo jamás.

  El justo, activo como un dios, produce de continuo como tal, si bien en menor escala

  Por eso, benditísimo mío, reinarás conmigo eternamente

 


 

Dice Jesús:

"Un solo versículo de un salmo tiene luz suficiente para iluminar un largo trecho de camino.

He aquí la diferencia entre el pecador y el justo.

 

el pecador es un vampiro que arrebata y destruye

no restituyendo jamás.

 

El primero es un vampiro que arrebata y destruye no restituyendo jamás. Destruye las obras de sus hermanos y mis méritos. Se nutre de la comunión de los santos. He aquí cómo se nutre de ella: No por el espíritu al que alimento alguno puede aprovechar, al ser espíritu muerto, sino por esta su vida, ya que los santos ruegan por él y apartan de su cabeza los castigos de Dios. Todos menos el último, puesto que Dios es justo y da conforme a lo que se ha hecho. Pronuncia su condena la Sangre que es salvación porque con su vida de pecado escarnece mi sacrificio. Es un parásito del cuerpo místico. Y termina por ser un muerto, una célula muerta de este cuerpo admirable. Tú ya sabes cómo en vuestro cuerpo las células muertas son un foco de enfermedades atroces. Lo mismo pasa con estas células espirituales que se nutren del trabajo de los demás sin que ellas tengan actividad generadora propia, Son gangrenas.

 

El justo, activo como un dios, produce de continuo

como tal, si bien en menor escala

 

El justo, en cambio, activo como un dios, produce de continuo como tal, si bien en menor escala. Es un generador de vida. Injertado en Cristo, su Maestro, vive la Vida haciéndola suya, la multiplica con su propio vivir que, por más que sea humilde, no lo desprecia Dios que no desdeña las obras de sus pequeños antes las acepta sonriente haciéndolas suyas. Propietario de inexhaustas riquezas  –se compadece de todos y da sin avaricia no empobreciéndole su largueza porque, cuanto más da, tanto más Dios en él se transfunde llevando consigo el río de santidad del que es manantial y desembocadura, siendo sus ondas los méritos sin número del Verbo inmolado y de sus santos. Cuanto más crece la santidad, tanto más aumenta la compasión porque, al crecer la santidad, mora cada vez más Dios en vosotros y ese morar de Dios en vosotros equivale a poseer la Caridad.

 

Por eso, benditísimo mío, reinarás conmigo eternamente

 

¡Oh muerte feliz! Cuando, al término de la vida, suba el justo al Cielo, le precederán, tapizando de luces su camino y cantando sus alabanzas, las obras que realizó y, ante su humilde y bendito estupor, diré Yo: "Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, me vi desnudo y me vestiste, enfermo y me curaste, peregrino y me acogiste. Cuanto hiciste por los hermanos a Mí me lo hiciste y, muy en particular, cuando con tu dolor y con tus obras hiciste de un hermano un santo añadiendo una nueva luz a mi corona de Rey eterno. Por eso, benditísimo una nueva luz a mi corona de Rey eterno. Por eso, benditísimo mío, reinarás conmigo eternamente". "

C. 43, 665-666

A. M. D. G.