eL MISMO DÍA. (24-12-43)
A vuestras pertinacia en el error
contrapongo la mía en enseñar.
No todos en una clase tienen la misma voluntad o idéntica capacidad de comprensión
Dice Jesús:
"A quienes, al leer humanamente estos dictados, encuentran que Yo me repito, les respondo:
A vuestras pertinacia en el error contrapongo la mía en enseñar. Los buenos maestros no se cansan de repetir una explicación hasta que están seguros de que la ha entendido toda la clase.
No todos en una clase tienen la misma voluntad
o idéntica capacidad de comprensión
No todos en una clase tienen la misma voluntad o idéntica capacidad de comprensión. Es más, son excepción los escolares que conjuntan voluntad e inteligencia. Estos tales constituyen las perlas de su maestro al que le compensan de las desilusiones de todos los demás.
Yo soy el Maestro. Y sólo Yo, que además de Maestro
soy Dios, poseyendo la omnividencia de Dios, sé cuan pocos
hay en mi pueblo que escuchen, comprendan, guarden
y pongan en práctica mi Palabra
Yo soy el Maestro. Y sólo Yo, que además de Maestro soy Dios, poseyendo la omnividencia de Dios, sé cuan pocos hay en mi pueblo que escuchen, comprendan, guarden y pongan en práctica mi Palabra. Cuán pocos para los que el amor sea luz de su inteligencia y de su voluntad. Porque éstos precisamente son los prendidos por el amor, los que comprenden y viven mi doctrina bastando que se les de una sola vez la explicación para que hagan de la misma norma de su vida. A los otros, embotados como están por la culpa o vueltos pesados a causa de la pereza espiritual, me veo en la precisión de enseñarles sin descanso, comenzando siempre del principio, y así pueda insinuarse en ellos un mínimo al menos de luz y de doctrina germinando de este modo alguna minúscula planta de Vida.
Esta es la razón del por qué repito de mil maneras
una misma enseñanza. Y esto, con el resultado siguiente
Esta es la razón del por qué repito de mil maneras una misma enseñanza. Y esto, con el resultado siguiente: El que menos la necesita, por ser ya una sola cosa conmigo, la acoge siempre con ansia renovada cual si nunca dejara de ser palabra nueva, no cansándose de recibirla ya que constituye para él comida y aire, al igual de la comida y del aire naturales de los que siempre necesita hasta tanto no termine su estancia y llegue a la Vida en la que la contemplación de Dios ha de constituir el compendio de todas sus apetencias y será todo. Por el contrario, aquellos que más la necesitan se cansan antes y se apartan de ella, bien porque tal doctrina les resulta aguijón y reproche o bien porque su imperfección espiritual les mantiene embotados incapacitándoles para advertir sus propias necesidades y la belleza de mi Palabra.
C. 43. 666-667
A. M. D. G.