16 junio 1944

A las 6,30 horas

Festividad del Sagrado Corazón de Jesús

 

"Eres una ilusa. No te salvas ni salvas.

 Te condenas. Te vas a ver excomulgada

de los hombres y maldecida por Dios"

 

 


 

Eres una ilusa. No te salvas ni salvas. Te condenas... 

  Jesús, para confortarme, me hace encontrar descrita en aquel libro, que no es mío y que no uso jamás porque... no me gusta, la aparición tal cual yo la vi, idéntica hasta en sus detalles

 


 

¡Qué bueno es el Señor!

Ayer noche tuve una hora de Getsemaní. El sufrimiento moral era tal y tan intenso que venía a convertirse asimismo en un sufrimiento físico que casi venía a resolverse en el colapso y sopor de todos los días. No, ayer noche no me hallaba en colapso antes, por el contrario, estaba excitadísima. Jesús había dejado marchar por su cuenta a su polluelo y, al no encontrarme sostenida por sus alas de Águila, caía yo precipitada tocando el fondo, las tinieblas y la hosquedad de la desolación.

De este antro oscuro salían por todas partes fantasmas haciéndome dudar de lo que me sucede, atemorizándome con represalias humanas para mí y para quien me dirige, amén del desconsuelo de hallarme sin dirección espiritual y sin médico ahora precisamente que me siento cada vez más cerca de la muerte y torturada por sufrimientos morales y físicos tan grandes que experimento de continuo las congojas de la agonía, bien por una u otra de mis cinco enfermedades principales, por el tedio y repugnancia de cuanto aquí me rodea, el sacerdote en primer término, tan... distinto de como yo me los imagino y deseo, o por la aflicción que me produce el pensar que ya no tendré la dicha de volver a mi casa... ¡Oh, cuántas cosas sobre un corazón!

 

Eres una ilusa. No te salvas ni salvas. Te condenas...

 

La más torturante de todas era la voz que me decía: "Eres una ilusa. No te salvas ni salvas. Te condenas. Te vas a ver excomulgada de los hombres y maldecida por Dios". Pero, ¡también las otras...! ¡Era un zarzal...! Sentía subirme el desvarío del corazón a la cabeza... No era desesperación pues sentía a Jesús y sentíalo Amigo compasivo. Mas era una desolación tan fuerte que temía acabase en delirio. Por el contrario –porque cuando está Jesús se puede desatar la tempestad, mas no anegarnos– tan sólo sirvió para que estuviese despierta y así poder hacer la hora de adoración nocturna en compañía de Paula y de Marta.

Después –era ya pasada la media noche– me entrega Marta su Filotea (Este libro piadoso, usado por Marta Diciotti, es: "Manual de Filotea" del sacerdote milanés José Riva, sin indicación de fecha ni lugar. El capítulo de la "Devoción al Sagrado Corazón de Jesús" se encuentra en su página 333) para que busque el punto que ha de servir de meditación para hoy. Busco y encuentro la devoción al Sagrado Corazón. Así pues, para hacer la hora de adoración, echo un vistazo a las notas introductorias y, dándome un vuelco el corazón en el que desaparecen todos los fantasmas de mi tortura haciendo surgir una gran paz, leo lo que dice de la primera aparición de Jesús a Margarita María.

 

Jesús, para confortarme, me hace encontrar

 descrita en aquel libro, que no es mío y que no uso jamás

porque... no me gusta,

la aparición tal cual yo la vi, idéntica hasta en sus detalles

 

Sé bien poco de esta santa. Sólo que era de la Visitación, que se le apareció Jesús, que fue combatida por los superiores y dirigida por de la Colombiere (Beato Claudio de la Colombiere, sacerdote de la Compañía de Jesús (1641-1682)) y que le tocó sufrir mucho. Nada más sabía y esto por haberlo oído decir hace doce años cuando estaba en la Acción Católica. Recordaba que se dijo allí que Jesús se le había aparecido sobre un nogal. Por eso, cuando el 1º de junio tuve la visión de la aparición de Jesús a Margarita María, la describí, es lo natural, tal cual yo la vi por más que me pareciera equivocada puesto que veía que eso sucedía en el coro y no sobre el nogal. Y, como es lógico, desconfiaba más que nunca de mí. Pues bien, ayer noche, Jesús, para confortarme, me hace encontrar descrita en aquel libro, que no es mío y que no uso jamás porque... no me gusta, la aparición tal cual yo la vi, idéntica hasta en sus detalles.

"¡Qué bobadas!", dirán algunos. Para poder entender si son o no bobadas deberían ponerse en mi lugar y en mi situación. Para mí ha sido un golpe de timón que me ha arrancado de la tempestad y llevado al puerto. El Águila ha vuelto a tomarme en sus alas y tan sólo ha quedado el sufrimiento físico aunque atroz; si bien a éste no le tengo miedo.

Por lo demás, me acometen los mismos pensamientos de ayer: que podré ser víctima del odio de los enemigos para mi misión; que no he tomado un verdadero sacerdote; que, a lo mejor, ya no volveré a ver más mi casa; que me siento morir en este lugar para mí tan inhumano... Mas pienso en los brazos de Jesús y entonces... ya no me atormentan la mente.

Cierto que mi pobre cabeza es una bola hueca de vidrio y semejante a un hilo de araña. El más leve golpe puede quebrar para siempre mi razón ya por tanto tiempo y por tantas cosas sujeta a continuas borrascas. Pero quiero esperar y así digo con el beato Eymard: (Pedro Julián Eymard, apóstol de la Eucaristía, ahora ya santo (1811-1868)): "¡Oh Señor mío, haced que yo espere contra toda esperanza! Vos haréis cuanto sea preciso pues me falta todo apoyo humano y me cercan las más densas tinieblas".

461-463

A. M. D. G.